El exilio del presidente Díaz fue tranquilo y austero. Partió en un buque alemán en 1911 desde el puerto de Veracruz escoltado por el general Victoriano Huerta quien dos años después ascendería al poder por medio de un golpe de estado en contra de Francisco I. Madero.
Desde ese momento, Porfirio Díaz estaba condenado al olvido y al ostracismo, no solo de su país, sino de la propia historia. De categoría de héroe en la lucha contra los franceses, se convirtió en tirano y principal villano de la historia mexicana en los tiempos posrevolucionarios.
Se sintió desanimado por los sucesos que ocurrieron en su país tras su salida aunque también le afectó el olvido en el que lo habían dejado sus conciudadanos. Pero antes de su caída hubo personas que buscaron honrar su memoria. Personas que lograron obtener buena fortuna durante el mandato de aquel exiliado que en su país era considerado un dictador.
Esta muestra de aprecio se encuentra en la Barcelonnette ubicada en el Valle del Ubaye, cerca de los Alpes. Actualmente es conocida como “La Mexicana”, un poblado que comparte la cultura alpina con la nacional a través de mariachis y establecimientos de comida mexicana. En ella se encuentra una avenida con el nombre del ex mandatario: Avenue Porfirio Díaz. Fue nombrada así en 1907 tras la sugerencia de un alcalde local del lugar.
La avenida está rodeada de cercas metálicas y arboles que protegen las mansiones de los descendientes de migrantes franceses que se establecieron en México y decidieron hacer fortuna en el país azteca para regresar a su patria con la riqueza acumulada de 20 o 30 años. La avenida es la más famosa del lugar y en donde se concentran varias de estas edificaciones que destacan por su altura y arquitectura.
Los primeros migrantes fueron los hermanos Arnaud (Jacques, Marc-Antoine y Dominique) en 1821, que iniciaron con la venta de ropa. Durante el Porfiriato tuvieron mayor apoyo y éxito hasta volverse importantes figuras de la industria textil en el país y financiadores del Estado. Se cree que alrededor de 3 mil 600 barcelonnettes se establecieron en México y una parte considerable logró amasar fortuna.
Pero ese sería de los pocos reconocimientos hacia el expresidente. Al llegar a España tras su renuncia, fue recibido por varios obreros que le gritaron insultos y lo llamaron dictador. Esto le causó un sabor amargo pero fue la única ocasión en la que lo confrontaron puesto que el viejo general tuvo un recibimiento más cálido en Francia. Conoció a generales y militares que lucharon en la Segunda Intervención Francesa como el general Niox quien llevó a cabo una ceremonia memorable.
Díaz aprovechó también la visita a otros países como España, Alemania, Italia y Egipto, visita de la cual hay una foto en la que se ve al expresidente montado en una mula junto a su familia y las pirámides detrás de ellos en aquel paraje desértico.
De vuelta en Francia, acostumbró a dar paseos junto con su familia por las calles parisinas hasta que el desgaste físico y la edad le permitieron ir únicamente a los Campos Elíseos y Bosque de Bolonia, los lugares más cercanos del departamento en el que se alojó.
Al final murió resignado lejos de su patria sin las visitas de sus aliados exiliados en julio de 1915. Sus restos fueron sepultados en la iglesia de Saint Honoré d’Eylau pero en 1921 sus restos fueron trasladados al cementerio de Montparnasse junto a otras figuras reconocidas.
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