A casi dos años del viaje que emprendió Beatriz Gutiérrez Müller para solicitar al gobierno de Austria el préstamo del penacho de Moctezuma, se dio a conocer la carta que escribió el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para este fin.
Cabe señalar que la posibilidad de que la corona del Rey azteca regrese a México se ha calificado como una “misión imposible” luego de recibir no una sino varias negativas por parte del gobierno austríaco en diferentes periodos históricos. Por ello el presidente escribió a Alexander Van der Bellen, presidente de Austria:
“Señor Presidente: considero que es complicada la misión de mi esposa porque no somos ingenuos. Es sabido que ni el propio Maximiliano de Habsburgo logró que el penacho de Moctezuma retornara a México. Sin embargo, los que luchamos por la transformación de nuestros países nunca dejamos de soñar; somos idealistas y utópicos: esa es la esencia de nuestra vida.”
Por ello, ante el intento de obtener el préstamo o donación del tesoro prehispánico, el presidente aseguró que, a cambio de él, el gobierno de México estaba dispuesto a ofrecer al pueblo de Austria una amplia colección de piezas cuyo origen se remonta a la época del llamado “Segundo Imperio Mexicano” (1863-1867) y las cuales podrían exhibir en su país.
Si bien en la carta se hace referencia a un anexo en el que se desglosaba cuales serían esas piezas, este no fue publicado. Sin embargo, de acuerdo con el acervo resguardado en el Museo de Nacional de Historia ubicado en Castillo de Chapultepec, es posible que algunos de los objetos ahí resguardados formen parte de la lista de aquellos que el gobierno estaba dispuesto a enviar.
Estos serían aquellos que se remontan a la llegada de Maximiliano y Carlota de Habsburgo, periodo en el que el Castillo fue utilizado como residencia imperial. Dicha colección consta de muebles, pianos, porcelanas y vajillas plateadas, óleos con retratos de la pareja imperial, tapices, relojes de mesa, manteles y cristalería las cuales llegaron a convertir al Alcázar en un verdadero palacio.
El monograma del emperador Maximiliano o los collares del emperador, realizados en plata dorada, y resguardados en la colección de Medallas y condecoraciones del acervo histórico del Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec” donde se presentan 60 condecoraciones históricas que resguarda este recinto, podrían formar parte de los objetos a intercambiar.
Además, también podría haberse contemplado el envío del carruaje y la carroza de gala de los emperadores Maximiliano y Carlota. Cabe señalar que el carruaje de uso diario fue más tarde utilizado para el servicio del presidente Benito Juárez.
La carta no correspondida
De acuerdo con el documento enviado al presidente Alexander Van der Bellen, la solicitud del penacho tenía el fin de exponerlo en conmemoración de la fundación de la ciudad precolombina más importante de Mesoamérica, por ello Andrés Manuel buscó apelar en favor del mandatario austriaco:
“Le comparto que el año próximo será muy significativo para nuestro país: se conmemorarán los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlán, civilización vigorosa y de enorme influencia en Mesoamérica, que se vería conquistada después de la invasión española, en 1521. Para concluir, coincide que se cumplirán 200 años de la proclamación de la Independencia de México. Es por ello que seria un gran acontecimiento, un momento estelar en nuestra historia común, que el penacho de nuestro gran jefe o tlatoani Moctezuma pudiera exhibirse en nuestro país.”
Para poder realizar dicha empresa, AMLO se comprometió en devolverlo en un plazo no mayor a un año con todas las seguridades y fundamentos jurídicos requeridos. ”Lo anterior, desde luego, implica la contratación de los mejores especialistas en materia de conservación y traslado de objetos históricos”, aseguró.
Así, el presidente de México recordó la historia y los lazos compartidos por ambas naciones y rememoró la historia misma del Palacio Nacional el cual fue primero, como señaló en su carta, fue Palacio de Moctezuma, y tras la invasión colonial, Palacio Virreinal, luego Palacio Imperial y desde 1821, Palacio Nacional.
“No deja de ser motivo de reflexión para mí ver todos los días, cuando camino hacia mi despacho, esos faroles, lámparas, jarrones y adornos vieneses de 1865 que datan de la época de Maximiliano. En síntesis, por un tema de austeridad republicana que sería largo de explicar-, vivo sobre los restos de varios imperios, aunque también en el sitio mismo donde se han llevado a cabo las gestas más importantes de mi patria” escribió.
Cabe recordar que apenas el 23 de febrero, ante la negativa de Austria, que esta había sido “Una actitud muy arrogante y prepotente” y que no había justificación de que no pudiera trasladarse, “ni siquiera estábamos planteando (...) que lo devolvieran, era para que se exhibiera” atajó.
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