El 8 de febrero de 1865 el ejército expedicionario francés al mando del mariscal Achille Bazaine dio al emperador Maximiliano de Habsburgo la buena nueva: había caído el estado de Oaxaca último reducto de las fuerzas republicanas. Además había sido capturado el general a cargo del sitio, uno de los responsables de la derrota francesa el 5 de mayo en Puebla: Porfirio Díaz.
La Intervención Francesa tuvo su origen en 1861 tras el anuncio de Benito Juárez de no continuar la deuda externa a España, Francia e Inglaterra. Para amedrentarlo, los tres países enviaron una flotilla a territorio mexicano y se llegó a un acuerdo con los españoles e ingleses para que se retiraran. Sin embargo, los franceses no se fueron y Napoleón III decidió invadir para extender el imperio hacia América.
Díaz había peleado ya algunas batallas contra los franceses desde que fue designado en 1862 junto con Ignacio Zaragoza como parte del ejército de Oriente. Venció a los franceses en Puebla contra toda expectativa. Sin embargo, el ejército imperial siguió su avanzada implacable derrotando en varias ocasiones a los mexicanos. El responsable de esas victorias fue el mariscal Bazaine.
François Achille Bazaine nació el 11 de febrero de 1811 y fue un militar que prácticamente comandó las fuerzas armadas francesas en el territorio. Llegó a México en 1863 durante la intervención por su destacable carrera militar y su participación en la guerra de Crimea contra los rusos en 1853 y 1856. Fue el tercero en estar al mando, puesto que el Conde de Lorencez fue destituido por la derrota del 5 de mayo y reemplazado por Federico Forey.
Finalmente, tras la toma de la capital, Forey fue sustituido por Bazaine. En 1864 se casó con Josefa Peña, mexicana de 17 años que conoció en la corte de los emperadores extranjeros. La mexicana, junto con su madre, vivió con Juliana Azcarate, viuda del ex presidente Manuel Gómez Pedraza.
Durante el sitio de Puebla en 1863, Díaz tuvo que rendirse y entregar la ciudad al mariscal pues “nos acabó el hambre”, como mencionó Díaz en una carta citada en Yo, el francés: crónicas de la intervención francesa en México (1862-1867) del historiador Jean Meyer. El general mexicano fue bien recibido por su contraparte francesa en aquella ocasión. Aunque no duró mucho en manos de los franceses pues se dio a la fuga.
Sin embargo, en Oaxaca fue distinto. Los republicanos quedaron rodeados ante las numerosas filas invasoras y ante el miedo varios de los soldados desertaron. Díaz, sin dinero ni armas ni hombres suficientes, completamente rodeado y consternado, capituló y entregó la ciudad el 9 de febrero. Fue tomado prisionero y escoltado a Puebla por una unidad de austriacos.
Estuvo preso más de siete meses y mantuvo una relación epistolar con el mariscal francés para acordar la entrega de la ciudad y de los prisioneros franceses. Díaz durmió incluso en la misma casa que Bazaine. Al final volvió a escaparse para restablecer el ejército de Oriente y retomar la capital.
Bazaine se vio envuelto en la controversia por tres motivos: la retirada del ejército francés de México, aunque esta fue llevada a cabo por ordenes de Napoleón III por el inicio de la guerra con Prusia; la amenaza de Estados Unidos de invadir México si los franceses no se retiraban, y por supuestamente haber negociado con Díaz la caída del emperador Maximiliano.
Tras la retirada, participó en la guerra franco-prusiana, donde replegó sus fuerzas en el momento decisivo de la batalla y se le consideró un traidor. Fue apresado y condenado a muerte pero la pena se redujo a cadena perpetua. Fue encerrado en una torre en la isla de Santa Margarita en la Costa Azul. Pero la cárcel no lo detuvo. Escapó gracias a su esposa quien organizó la fuga junto con la complicidad del carcelero y un bote prestado por el hermano del militar con el que se dirigieron hacia España. Murió en 1888.
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