Juan Óscar Garza Azuara, alias El Barbas o El Comandante, operador del Cártel del Golfo, fue sentenciado a 20 años de cárcel por el delito de delincuencia organizada con la finalidad de cometer delitos contra la salud.
En diciembre de 2007, El Barbas y otras cuatro personas, entre ellas su hermana, Cantalicia Garza Azuara, fueron detenidos en la ciudad de fronteriza de Reynosa, Tamaulipas, con diversas armas de fuego, cartuchos y droga. La célula estaba protegida por Los Zetas, brazo armado del Cártel del Golfo, que dirigía el capo Osiel Cárdenas Guillén.
El exsubprocurador de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, Noé Ramírez Mandujano, aseguró en aquel entonces que El Barbas era “uno de los principales operadores del Cartel del Golfo” en la zona y que su célula operaba en la franja que va desde Reynosa a McAllen. Los detenidos, explicó, se dedicaban a transportar, distribuir droga, “conseguir armamento”, traficar migrantes y lavar dinero.
En diciembre de 2010, Garza Azuara fue extraditado a los Estados Unidos para ser procesado en la Corte Federal de Distrito Sur de Texas, por su probable comisión en los delitos de asociación delictuosa, contra la salud y lavado de dinero, dejándolo interno en el Centro de Detención (LCS) Coastal Bend Detention Center, en Robstown, Texas.
Sin embargo, en 2019 quedó nuevamente a disposición del Juez de la Causa en territorio mexicano. Posteriormente se le dictó la sentencia condenatoria de 20 años de prisión y 500 días multa por el delito referido. Actualmente permanece recluido en el CEFERESO #4 “Noroeste”, en Tepic, Nayarit.
Cabe señalar que en 2020, El Barbas fue sentenciado a 28 años de prisión con motivo de otra averiguación previa distinta a la que hoy se informó, por los delitos de delincuencia organizada, posesión de armas de fuego y cartuchos de uso exclusivo de las fuerzas armadas, así como posesión de cartuchos para arma de fuego cuya portación o posesión requieren licencia.
El Cártel del Golfo se fundó en Matamoros a mediados de 1980 y extendió sus dominios por todo Tamaulipas y otros estados de la costa mexicana que le identifica. Vivió su apogeo con Juan García Ábrego, quien finalmente fue detenido en 1996 y resultó extraditado a Estados Unidos, donde paga 11 cadenas perpetuas.
Luego fue dirigido por Osiel Cárdenas Guillén, quien incorporó a un brazo armado conformado por militares de élite: los Zetas. El jefe de la organización cayó en 2003, fue enviado a EEUU en 2007 y se declaró culpable tres años más tarde.
El grupo de escoltas que conformó rompió con el Cártel del Golfo y se desataron olas de violencia al interior por los liderazgos. En la actualidad, las facciones viven en enfrentamientos por plazas muy atomizadas. Lo mismo existen Metros, Escorpiones, Zetas Vieja Escuela y Cártel del Noreste, entre otros grupos locales en Tamaulipas y estados aledaños.
En la entidad de Tamaulipas, en la convulsa frontera con Estados Unidos, el dominio del Cártel del Golfo pasó cualquier límite. Tenían un sello inconfundible. Cortaban cabezas, las arrojaban en lugares públicos, grababan sus torturas y mutilaciones. Hacían desaparecer los cuerpos en ácido y como una plaga, estos se extendieron por el noreste, siempre atento a la frontera con la Unión Americana, el mayor mercado de droga en el mundo.
Pero el infierno ya no es el mismo de antes. Los continuos golpes federales, las sucesivas caídas de los líderes han debilitado al cártel. El punto de quiebra fue la pandemia por coronavirus.
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