Sin duda alguna, uno de los personajes que más destacaron durante la Revolución Mexicana, el movimiento armado en donde se logró la renuncia de Porfirio Díaz, entre otras cosas, fue José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Pancho Villa.
Él, junto con otros personajes de este movimiento, como Emiliano Zapata y los hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón, lograron que el movimiento armado tomara un sentido y se convirtiera en una lucha a favor del pueblo mexicano.
Al rededor del personaje de Villa se cuentan diferentes historias, algunas de ellas, por muy increíble que parezcan, son verdaderas. Una de estas es sobre la vez que el revolucionario mexicano invadió el poblado de Columbus, Nuevo México, en Estados Unidos, el 9 de marzo de 1916.
La gente de Villa arrasó con el poblado y asesinaron a 17 personas. Esta fue una de las pocas veces que el país vecino del norte sufrió una invasión y fue atacado en su propio territorio. Como respuesta a este ataque, el gobierno estadounidense envió al estado norteño de Chihuahua una fuerza punitiva de 10 mil hombres, al mando del General Pershing, con la finalidad de capturar al general mexicano, ya fuera vivo o muerto. A su vez, Venustiano Carranza, quien en ese momento se desempeñaba como Presidente de México, envió una fuerza del mismo número, con el mismo fin, la de capturar al Centauro del Norte, como también se le conocía a Villa.
Cuando Villa regresaba al país en retirada, luego del ataque a Columbus, tuvo un encuentro con una partida carrancista, durante la cual, una bala perdida le fracturó la tibia de la pierna derecha. La herida que le provocó el proyectil terminó por infectarse. Con el fin de recuperarse de dicha herida, sanar y planear la mejor estrategia para salir avante ante los ejércitos que se le venían encima, Villa dispersó a sus hombres, quedándose únicamente con dos de su más absoluta confianza, con quienes se ocultó en una cueva en la Sierra de Santa Ana, en la parte central del estado de Chihuahua. A esta cueva se le conocía como “Cueva del Coscomate”. Quienes lo acompañaron en su escondite fueron Joaquín Álvarez y Bernabé Sifuentes, quienes en todo momento lo asistieron y estuvieron con él.
Existieron varios testimonios sobre la permanencia de Villa en la Cueva del Coscomate, y uno de los más relevantes fue el de José María Jaurrieta, quien se mantuvo bajo las órdenes de Villa durante casi toda su etapa como guerrillero, de los años 1916 a 1920. En 1952 Jaurrieta publicó sus memorias como villista, y ahí incluye buena información sobre el escondite. Un doctor de apellido Osorio, consiguió las memorias de Jaurrieta, y con los datos que aportó, logró aproximarse al lugar en donde se encontraba la cueva, y determinó su localización en el municipio de San Francisco de Borja.
Este poblado, es actualmente un pequeño municipio en la región central de Chihuahua. Se encuentra en la zona de llanuras, rodeado por pequeñas sierras, no muy lejos de la ciudad de Cuauhtémoc.
El acceso al lugar no es nada sencillo, pues desde San Francisco de Borja se puede ver a lo lejos la sierra de Santa Ana, en donde sobresale la cumbre en donde se encuentra la cueva del Coscomate. El recorrido en vehículo es de dos horas, y su última parte es bastante complicada. El camino termina a pie del pico más alto de la sierra, y de ahí se inicia una caminata que en su última parte presenta una fuerte subida entre las rocas.
El lugar en el que se ocultó Villa es muy reducido, pues es un espacio en donde cabrían apenas unas tres personas. Para ocultarse Villa tuvo que reducir al mínimo sus necesidades.
SEGUIR LEYENDO: