En las últimas horas, las redes sociales se han llenado de una serie de videos que muestran una serie de objetos brillantes recorrer el cielo nocturno de los estados al norte de México, como Sinaloa y Baja California, específicamente en La Paz, Los Cabos, Los Mochis y Culiacán. Algunos han creído que se trata de un meteorito, pero puede que no sea como lo pensaban.
En los clips se observa cómo una fila de pequeños fragmentos luminosos surca por la bóveda celeste, dejando restos de sí en la medida en que avanza, algo muy similar al recorrido de un meteorito por el cielo.
No obstante, el hecho de observar un cuerpo luminoso en el cielo nocturno no implica necesariamente que se trate de un meteorito; en ocasiones, es simplemente basura espacial.
En un principio, los internautas creían que se trataba de un cuerpo celeste; sin embargo, se trata de los restos del cohete Falcon 9 de la empresa Space X (sí, la de Elon Musk).
De acuerdo con Frontera Espacial, lo que se tomó como un “meteorito” en realidad era la segunda etapa del Falcon 9 lanzado en marzo de 2017 como parte de la misión EchoStar23, el cual se ha desintegrado en la atmósfera con el paso del tiempo.
Dicha información fue replicada por la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio a través de su cuenta de Twitter.
Anteriormente, la corporación Aerospace había predicho el reingreso del Falcon 9 entre el 4 y 5 de febrero. Este cohete fue lanzado desde Cabo Cañaveral, Florida, hace cinco años aproximadamente y fue el primer lanzamiento de SpaceX sin tren de aterrizaje desde abril de 2015.
Tuvo una altura de 70 metros y su misión era poner en marcha el satélite de comunicaciones EchoStar23, una nave espacial fabricada por Space Systems/Loral, “lista para transmitir programación de televisión a través de Brasil para EchoStar Satellite Services”.
Cuando sucede esto, es decir, la desintegración de un cohete o cualquier otro objeto artificial dejado por el ser humano en el espacio, se le llama “basura espacial”, “deshechos espaciales” o “contaminación espacial”.
Según la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), estos objetos pueden ser tan grandes como un satélite o un cohete inactivo, o tan pequeños como una diminuta pelota; sin embargo, el peligro está en la velocidad a la que se mueven, la cual puede alcanzar los más de 28,000 kilómetros por hora.
En la actualidad, se estima que hay más de 22 mil piezas no mayores a los 10 centímetros, según datos recopilados por la NASA; además, se calcula que puede haber hasta 500 mil trozos de basura espacial de entre uno y 10 centímetros, los cuales son muy difíciles de rastrear.
La acumulación de deshechos espaciales puede afectar a el funcionamiento de los satélites ante la posibilidad de chocar contra ellos, así como puede poner en peligro futuras misiones espaciales e, incluso, las comunicaciones terrestres, apunta la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Según la ESA, desde 1961 se han producido alrededor de 560 eventos de fragmentación.
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