Fue a principios de la década de los noventa que el término “Bono Demográfico” comenzó a nombrarse en México, expertos utilizaron el concepto para señalar que se venía una oportunidad que traería prosperidad económica al país. Sin embargo, esta bonanza no ha llegado, la pobreza, el desempleo y la violencia prevalecen, mientras el “Bono Demográfico” se desvanece heredando una serie de problemáticas a las nuevas generaciones.
Cuando los expertos hablaban del “Bono Demográfico” se referían al período en que la población predominante es la productiva y no la dependiente, es decir, hay más jóvenes y adultos que niños y adultos mayores. Las edades que abarcan los miembros de este grupo varían dependiendo el autor, sin embargo, el rango más usado es de los 15 a los 59 años, que actualmente suma el 59% de los mexicanos.
La lógica de este “Bono Demográfico” es la siguiente: si la mayor parte de la población es económicamente activa, habrá una mayor facilidad de generar riqueza. Así lo definían el año 2000 el entonces secretario general del Consejo Nacional de Población (Conapo), Rodolfo Tuirán Gutiérrez: “El ‘Bono Demográfico’ abrirá una ventana de oportunidades, con consecuencias positivas en el ámbito del empleo, el ingreso, el ahorro y la inversión”.
Esta ventana de oportunidades está cada vez más cerrada, pues la población mexicana naturalmente está envejeciendo, y las consecuencias positivas no se ven cerca, al contrario, las condiciones en las que está el “Bono Demográfico” son preocupantes.
Las razones detrás de este desaprovechamiento son muchas, sin embargo, la doctora Artemisa Montes, especialista en Economía de la Facultad de Negocios de la Universidad La Salle, ve dos principales responsables: el neoliberalismo y el Estado.
“Los gobiernos no entendieron el ‘Bono Demográfico’ como un beneficio, muchos lo comenzaron a conceptualizar como un problema [...] cuando se empieza a dar el proceso de liberalización de la economía, una de las primera cosas que se van eliminando es la planeación del desarrollo, el gobierno no es el que tiene que sentar las bases de los modelos productivos, el que lo tiene que hacer es el mercado”, dijo Artemisa Montes.
Todo empieza por la educación
En entrevista con Infobae México, Artemisa Montes explicó que la labor del Estado era poner a disposición de los jóvenes la preparación que requerirían para incorporarse al mercado laboral, sin embargo, esto no ocurrió y todas las primarias, así como secundarías, que se crearon en el Siglo XX no tuvieron su correspondiente en bachillerato y universidad.
La falta de espacios educativos se ve evidenciada con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que señalan que prácticamente la mitad de la población en México tiene únicamente la educación básica, es decir primaria y secundaría.
“Todavía vemos cuántos jóvenes quedan fuera de las preparatorias y las universidades”, ejemplifica Artemisa Montes, quien detalló que ante la necesidad de educación media superior y superior, se crearon planteles de educación técnica que no fueron suficientes y se dieron permisos a “escuelas patitos” que no cumplían con los estándares de calidad.
Esto último evidencia otra de las fallas del sistema educativo: que el Estado prioriza el grado de escolaridad en lugar del desarrollo de capacidades, así lo aseguró Fátima Masse, directora de sociedad incluyente del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), en entrevista con Infobae México.
“Las empresas se quejan de tener que estar capacitando a sus trabajadores, porque llegan con ciertas desventajas”, agregó.
Fátima Masse advirtió que la situación educativa en México se volverá “muchísimo más grave” debido al COVID-19. Si los estudiantes mexicanos ya estaban muy por debajo del promedio entre los miembros de la OCDE en el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (Pisa, por sus siglas en inglés), la pandemia -que provocó en su primer año que 5.2 millones de niños dejaran la escuela, según el Inegi- no facilitará las cosas.
Además de la educación, Artemisa Montes señaló a la privatización de los ejidos como otra motivación del desaprovechamiento del “Bono Demográfico”: “Cuando no tienes oportunidades financieras el campo se puede trabajar de forma intensiva con mano de obra [...] Todos estos jóvenes que podían haber trabajado y hacer que el campo mexicano produjera”.
Migración, desempleo, violencia y pobreza: ahí quedó el “Bono Demográfico”
Gran parte de este “Bono Demográfico” actualmente se encuentra esparcido en varios rubros, ninguno de ellos son los más deseables.
Un sector del “Bono Demográfico” está fuera de México, principalmente en Estados Unidos, buscando oportunidades laborales que no encontró en sus ciudades natales: los migrantes. Fue justo en 1990 cuando comenzó la oleada de jóvenes indocumentados mexicanos a EEUU.
Un censo realizado por el gobierno estadounidense señaló que en 2018 había alrededor de 38.5 millones de personas de origen mexicano viviendo en EEUU, de los cuales 12.3 millones son nacidas en México y 26.2 millones son estadounidenses pero con padres mexicanos y que se autodefinen como personas de ascendencia mexicana.
El dinero que los migrantes envían a sus familiares en México es una de las muestras de esto, pues las remesas se encuentran en su máximo histórico. Tan sólo de enero a noviembre del 2021 se recibieron 46 mil 834 millones de dólares, de acuerdo con datos del Banco de México (Banxico).
“Las primeras grandes olas de migración de mexicanos en EEUU fueron personas de comunidades rurales, estos jóvenes que al no tener estos espacios en sus comunidades pues ven en EEUU una alternativa laboral, después (la migración) se va trasladando hacia las ciudades, ya no son solo jóvenes del campo, sino profesionistas”, explicó Artemisa Montes.
La parte del “Bono Demográfico” que está en México no tiene un mejor destino, muchos de ellos forman parte de los llamados “Ninis”, aquellos jóvenes que no estudian, ni trabajan. “No encuentran un lugar para estudiar, ni para trabajar, porque no tienen las competencias necesarias que pide el mercado laboral para trabajar y tampoco pueden estudiar para adquirirlas [...] ahí se pierde el ‘Bono Demográfico’”, dijo la especialista en Economía.
Alrededor de 2.5 millones de personas están sin trabajo en México, según datos del Inegi actualizados en noviembre del 2021, y de los que sí tienen empleo, más de la mitad están en el sector informal, sumando 31.4 millones de mexicanos; más 7.2 millones de personas que están subocupadas, es decir, con la necesidad de una ocupación complementaria para solventar sus gastos.
Al respecto, Fátima Masse señaló: “El mercado laboral les ofrece a los jóvenes condiciones laborales terribles [...] si no se mejoran las condiciones laborales que se ofrecen a los trabajadores, sobre todo a los más jóvenes, si no apostamos por prepararlos mejor y no les ofrecemos oportunidades laborales que sean mucho más alentadoras, con seguridad social y salarios competitivos, difícilmente vamos a poder competir contra esta situación”
Siendo México se tiene que hablar del elefante en la habitación: los cárteles del narcotráfico y demás bandas del crimen organizado, pues es en este rubro donde, por voluntad propia u obligados termina parte de “Bono Demográfico”. “Una gran cantidad de jóvenes son reclutados u obligados a trabajar en organizaciones criminales, al no tener espacios fijos de trabajo se vuelven presas porque están al alcance”, lamentó la experta.
En 2018, poco antes de tomar posesión como secretario de Seguridad, Alfonso Durazo -actual gobernador de Sonora- aseguró que alrededor de 460 mil niños habían sido reclutados por el narcotráfico. Al año siguiente, en Jalisco, se descubrieron los llamados “Campamentos del Terror”, donde jóvenes eran engañados con ofertas laborales y los obligaban a trabajar para el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).
El “Bono Demográfico” es la principal víctima de la violencia, este sector de la población suma más del 85% de los asesinatos en México, de acuerdo con datos del Inegi. El homicidio doloso es la primera causa de muerte en los jóvenes de 15 a 34 años y la segunda entre adultos de 35 a 44 años.
Todo esto desemboca en la pobreza que afecta al 43% de los mexicanos, equivalente a 55.7 millones de personas, según el último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), sin embargo, la pobreza en México alcanza sus mayores porcentajes en menores de edad, con el 52.6%, y adolescentes, con el 46.1%.
Crisis en salud y pensiones: lo que nos “heredará” el “Bono Demográfico”
A México le quedan menos de 10 años antes de que el “Bono Demográfico” comience a desaparecer y la población envejezca, cuando esto suceda no solo se nos habrá pasado una oportunidad, sino que dejará varios problemas en su camino.
Fátima Masse y Artemisa Montes coinciden en que si no se atienden las consecuencias del desaprovechamiento del “Bono Demográfico”, este podría convertirse en una bomba de tiempo principalmente por dos razones: el acceso a la salud y las pensiones para el retiro.
“No logramos que el acceso a los servicios de salud sea universal, como se promete en la Constitución, y que realmente atienda a la mayoría de la de la población”, lamentó la directora de sociedad incluyente del IMCO; mientras que la experta en Economía mencionó: “No estamos construyendo los espacios para la atención de los adultos mayores”.
Datos del Coneval señalan que 35.7 millones de mexicanos no tienen acceso a servicios de salud, lo que equivale al 28.2% de la población, es decir uno de cada cuatro mexicanos.
Como ejemplo, Fátima Masse pone el caso del Instituto de Salud del Bienestar (Insabi), que sustituyó al Seguro Popular, y que ha sido incapaz de absorber a los beneficiarios del programa de salud que desapareció el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El Seguro Popular atendía el 42.1% de los mexicanos, de acuerdo con el Coneval, mientras el Insabi atiende apenas al 26.9% de la población.
“Si ahorita ya se prevé que es insostenible apostarle a un programa como el de adultos mayores, cuanto más en la medida en la que crezca el porcentaje de población [...] no todos los trabajadores tendrán acceso a una pensión y no tenemos un sistema integrado que le dé solución y que busque realmente reducir los niveles de pobreza los adultos mayores”, dijo Fátima Masse.
Por su parte, Artemisa Montes concluyó: “Cambiamos nuestro sistema de seguridad social, lo transformamos en un esquema de seguridad de pensiones individualizadas, donde la seguridad económica de los adultos mayores está en su capacidad de ahorro a lo largo de su vida laboral, pero sí hay muchas personas no tienen trabajo, que están en la economía informal y que los salarios son muy bajos, lo que estamos viendo es la construcción de un problema en el futuro”.
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