La historia de la marca de cigarros que más se fumaba en el México de Porfirio Díaz

La famosa compañía cigarrera fue fundada por un extranjero de origen francés que había aprendido de la industria del tabaco en Cuba

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Durante el gobierno de Porfirio Díaz se prestó mucha atención al desarrollo de diversas industrias, entre ellas, la del tabaco. (Foto: Mediateca/INAH // Francisco Rancisco Lavillete (CIF))
Durante el gobierno de Porfirio Díaz se prestó mucha atención al desarrollo de diversas industrias, entre ellas, la del tabaco. (Foto: Mediateca/INAH // Francisco Rancisco Lavillete (CIF))

El tabaco es uno de los vicios preferidos de muchas y muchos hoy en día, y aunque hubo diversos pueblos indígenas que ya lo utilizaban desde hace mucho tiempo, con el auge de las sociedades modernas llegó la industria tabacalera. Como es bien sabido, Porfirio Díaz fue uno de los primeros políticos en traer “la modernidad y el progreso al país”, de hecho, parte de sus políticas públicas iban encaminadas hacia el desarrollo industrial.

Una de la características del gobierno porfirista era que acostumbraba dar preferencia a los empresarios de clases altas o bien, a extranjeros. Tal fue el caso del francés Ernesto Pugibet, quien llegó a la República Mexicana con la intención de instaurar un imperio tabacalero que ya había venido planeando desde su estancia en Cuba.

Fue así como logró fundar una de las compañías más exitosas de cigarros llamada: El Buen Tono, el éxito fue tal, que un gran sector de la sociedad mexicana comenzó a consumir esta marca. La historiadora de la UNAM, Thelma Camacho Morfín, señala que fue en el año 1893 cuando Ernesto y su esposa Guadalupe Portilla Garaicoechea “crearon una sociedad anónima junto con los señores Andrés Eizaguirre y Francisco Pérez Vizcaino. De esa asociación surgió la Compañía Manufacturera de Cigarros sin Pegamento El Buen Tono, S. A., con un capital social de un millón de pesos”.

Cajetilla de la compañía "El Buen Tono".
Cajetilla de la compañía "El Buen Tono".

Conseguir que los cigarros de El Buen Tono fueran los más comprados por la sociedad mexicana y en especial, por la capitalina, fue producto de grandes esfuerzos. De acuerdo con la revista Arqueología Mexicana del INAH, al inicio fue necesario que Pugibet repartiera su producto de casa en casa, de esta forma, se fue promocionando en las colonias aledañas, que muy pronto corrieron la voz.

Lo que había comenzado con una pequeña fábrica, al poco tiempo transformó en una gran industria que dominaba el sector tabacalero. Es importante señalar, que gran parte de la inversión se obtuvo gracias a la ayuda y el apoyo de su esposa, pues fue ella quien aportó en diversas ocasiones cantidades considerables de dinero para hacer crecer el establecimiento.

La marca destacó por sus diseños innovadores, los cuales eran impresos en las mismas instalaciones.
La marca destacó por sus diseños innovadores, los cuales eran impresos en las mismas instalaciones.

La visión del francés comenzó en Cuba, lugar donde vivió durante mucho tiempo para aprender todo lo relacionado con el cultivo del tabaco y la manufactura de cigarros. Posteriormente, logró patentar en 1886 “una máquina de su invención” para la producción de los cigarros, los cuales, en principio, fueron elaborados de manera artesanal.

Tiempo después, en uno de sus viajes a su natal Francia, conoció a Anatolio Eduardo Decouflé, inventor de una máquina capaz de fabricar cigarros sin pegamento. Enseguida, compró el derecho para usar esa máquina en México, la cual, según la investigadora Claudia Rodríguez: “marcó una nueva etapa de producción en total beneficio para los consumidores”.

Para 1890 las instalaciones habían cambiado su ubicación debido a la fama de la compañía. Las inmediaciones se encontraban en lo que hoy son las calles Ernesto Pugibet y Buen Tono. Actualmente en ese sitio se encuentra la torre de Teléfonos de México.

La influencia de la empresa fue tal que en 1893 Porfirio Díaz decidió visitar la nueva fábrica. Los medios más conocidos de esa época afirmaron que el presidente “quedó muy satisfecho de todo lo que vio en ella”. Este hecho marcó otro factor importante en el éxito y reconocimiento de la empresa.

Cabe destacar, que las oficinas contaban con salones de envoltura y de máquinas, taller mecánico, carpintería, depósitos de tabaco y un área que fue central para que se diera y se mantuviera el boom de esta marca, se trataba del departamento de litografía. Este era el lugar donde la empresa cigarrera imprimía sus propias cajetillas y sellos.

Fotografía de la fabrica "El Buen Tono".  (Foto: Biblioteca del Congreso, EUA)
Fotografía de la fabrica "El Buen Tono". (Foto: Biblioteca del Congreso, EUA)

Con el tiempo, se convirtieron en una de las primeras organizaciones que incursionó en el campo de la publicidad con sus diseños e historietas, los cuales pronto fueron anunciados por varios periódicos importantes. El poder que adquirió Pugibet fue tal que años después se convirtió en socio de la Cervecería Moctezuma, también fue accionista del Banco Nacional de México, de la fábrica de tejidos San Ildefonso, del Ferrocarril de Monte Alto y de El Palacio de Hierro.

Fundó la Escuela Comercial Francesa, la cual se transformó en 1910 en el Internado Nacional. La cigarrera El Buen Tono fue uno de los diversos cambios políticos, económicos, sociales y culturales que ocurrieron durante el porfiriato y transformaron la vida de las y los habitantes. No obstante, también se señala que los triunfos de este período fueron exclusivos de gente cercana al presidente que era o de clase privilegiada, o de origen extranjero. A pesar de ello, las industrias que se desarrollaron fueron muestra de la política de “orden y progreso” que tanto prometió el mandatario.

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