Emiliano Zapata: el tesoro que el líder revolucionario dejó en un pueblo de Morelos

Se cuenta que el Caudillo del Sur dejó escondido un tesoro en un pueblo llamado Quilamula, en Morelos, y que la única que sabía su ubicación exacta era la hija de su esposa

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Emiliano Zapata fue un líder
Emiliano Zapata fue un líder revolucionario. (Foto AHUNAM)

Sin duda alguna, la Revolución Mexicana ha sido uno de los hechos más destacados de la historia de México. Esta inició porque se buscaba retirar del poder al expresidente Porfirio Díaz, quien llevaba más de 30 años siendo presidente, lo que lo convertía en un dictador.

La Revolución dejó ver a varios personajes que destacaron por su liderazgo y su forma de pensar. Algunos de ellos fueron Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Pancho Villa, los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón y al originario de Morelos, Emiliano Zapata.

Este último destacó por la excelente estrategia militar que tenía. Sin embargo, al rededor de su figura hay varios mitos. Uno de estos, es que el líder revolucionario habría dejado un tesoro escondido en su natal Morelos, más específicamente, en un lugar llamado Quilamula. Para muchas personas, este lugar no es conocido, sin embargo, para los revolucionarios y seguidores de Zapata es más que un pequeño pueblo.

La gente de la localidad, acostumbrados a convivir con la familia de Zapata, se encariñaron con su viuda y con sus descendientes, siempre maravillados con las anécdotas y hazañas del héroe de la Revolución. Lo que muy pocos conocen, es que en los cerros cercanos al poblado, los zapatistas se escondían de los militares que eran comandados por el General Jesús Guajardo, por lo que se piensa que, ahí mismo, debieron haber escondido su botín en oro.

Existe el mito de que
Existe el mito de que Zapata habría escondido un cuantioso tesoro en las montañas de Morelos. REUTERS/Leonhard Foeger

El único problema era que nunca existió un mapa que marcara con una “x” el lugar exacto en donde se escondía el tesoro, y únicamente contaban con la memoria de Emilia, la hija de la esposa de Zapata. Ella era capaz de recordar de manera minuciosa lo que su madre alguna vez le confió. Su mente era el único lugar en donde se podía encontrar de manera precisa el sitio en el que se encontraba el tesoro.

Contaba que Zapata, desde su campamento, acompañado de un grupo de soldados, caminaba determinado número de pasos hasta donde se encontraba el supuesto tesoro. Sin embargo, y de acuerdo a la leyenda, jamás regresaban con vida los acompañantes del Caudillo del Sur, como también se le conocía a Zapata, pues este los asesinaba para evitar que el secreto fura divulgado. Emilia también llegó a contar que él utilizaba espejos para enviar señales de cerro a cerro para anunciar la cercanía de militares y de esta manera poder ocultarse en lo más profundo del bosque.

La leyenda cuenta que un grupo de lugareños, en compañía de un cazador de tesoros buscaron a la viuda de Emiliano Zapata, con la intensión de encontrar el oro que había sido ocultado por el revolucionario. El grupo de aventureros, tenía como fin encontrar dicho botín y hacer realidad las historias que al respecto se contaban en el pueblo. Viajaron, y al regresar afirmaron que luego de una larga jornada habían encontrado el campamento revolucionario en condiciones perfectas, como si el tiempo se hubiera detenido. Además, aseguraron que escucharon ruidos similares a los disparos y sonidos que se perdían en la maleza mientras caía la tarde.

Las sombras y la sensación de que había gente corriendo de un lugar a otro en el sitio, hizo que los aventureros hicieran lo mismo, y huyeran corriendo despavoridos cuesta abajo del monte.

El general Emiliano Zapata era
El general Emiliano Zapata era el único que conocía la ubicación exacta del tesoro. (Foto: Gobierno de México).

Nadie conoce los resultados de dichas expediciones o si se encontró el oro o no, pues entre supersticiones y miedos la leyenda fue creciendo poco a poco hasta que con el tiempo se hizo muy famosa. Gente cercana a Emiliano Zapata guardan un secreto que, para los habitantes de Quilamula, es a voces. Desde el año 1990, hace más de 30 años, la búsqueda continúa sin importar el clima o las historias espectrales.

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