La familia del presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), volvió a acaparar los reflectores luego de revelarse que su hijo, José Ramón López Beltrán, y su esposa, Carolyn Adams, gozarían de una vida de millonarios lujos, entre los que se hallan dos mansiones en Houston, Texas.
Esto lanzó una bomba de críticas al interior Palacio Nacional, pues fricciona con la postura de austeridad y prioridad a los pobres que, no solo llevó al tabasqueño a la silla presidencial, también ha reforzado su popularidad - manta con la cual, según Raymundo Riva Palacio, ha escondido su “ineficiencia y falta de resultados”.
A pesar que Andrés Manuel desacreditó la información de Latinus y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), el columnista aseguró que ésta lo enfureció, pues no proyectó que la revelación apuntara a los bienes del primogénito.
“Estaban convencidos de que tenían que ver con otro hijo, recibiendo dinero, pero no estaba en el radar que se iba a tratar de la revelación de una residencia en Houston (...) Si bien su difusión no ha impactado en su aprobación, sí lo ha afectado en lo personal”.
Como si aquello no fuera suficiente, la molestia de López Obrador se afianzó con el fracaso de su equipo ante Carlos Loret de Mola en una “guerra digital” que terminó a favor del periodista, aún con Epigmenio Ibarra al frente de la defensa por el Gobierno.
En ese tenor, Riva Palacio señala que las polémicas familiares aún no han roto el respaldo ciudadano de AMLO, no obstante, destacó que este “blindaje” ya comienza a agrietarse: “Qué significa esto, no está claro, pero avizoran tiempos difíciles”, señala en su texto publicado en Eje Central.
Y es que más allá de los exhorbitantes precios o los finos acabados de madera de los bienes, el ojo del huracán giró en torno a la presunta relación que guardaría el primero de éstos con Petróleos Mexicanos (Pemex), debido a que el domicilio pertenecía Keith L. Schilling, un alto ejecutivo de Baker Hughes, otra compañía petrolera.
De esa manera, con cada revelación, más cercana es la figura de López Obrador al caso y, con ello, más claras sus molestias por las afectaciones a su gestión e imagen; misma que ha demostrado en la falta de respuestas en la vacunación a menores o agresiones a periodistas, así como su resistencia a reconsiderar el ya rechazado nombramiento de Pedro Salmerón.
Por supuesto, al “pésimo estado de ánimo” se aúna las preocupaciones por su salud cardiaca luego de su ingreso al Hospital Central Militar para someterse a un cateterismo y la posterior revelación de su testamento político.
“Tengo la responsabilidad de actuar previendo todo, cualquier circunstancia, más cuando iba a someterme a este cateterismo”, declaró días después, descartando que fuera grave para su salud o rendimiento presidencial.
Ante ello, Raymundo Riva Palacio sostiene que, contrario a lo declarado, la condición del tabasqueño sí ha alterado su gestión gubernamental “al estarle dosificando la información y administrando su agenda y sus citas”.
Sin embargo, el periodista aclara que para López Obrador ningún asunto resultará relevante en tanto los reflectores y las críticas enfoquen a su familia y, por consiguiente, a su imagen presidencia.
“Esa crisis interna no ha trascendido hacia la opinión pública, pero es como un cáncer dentro de Palacio Nacional, donde se está viendo cómo neutralizar antes de que se convierta en una metástasis electoral”.
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