Desapareció el 30 de septiembre del 2020. Lo último que supo su familia fue que alguien le llamó por teléfono y él contestó “ahorita voy”. Juan Carlos López López se encontraba aquel día trabajando en la Central de Abasto de Celaya, Guanajuato, pero después de eso no volvieron a saber más de él.
Más de un año después, en diciembre de 2021, su madre recibió una devastadora noticia: la fiscalía le notificó que los restos de su hijo se encontraban en las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo). Sin embargo, la sorpresa aún más grande que se llevó la mujer fue que los restos se encontraban ahí desde el 20 de octubre de 2020, un mes después de su desaparición, y nadie le había dicho nada al respecto.
“Es una cosa muy triste que uno va a la fiscalía, anda vuelta y vuelta y no hay resultados, no hay nada, fíjese, a él se lo llevaron el 30, lo encontraron el 29 de octubre, un año después, estuvo un año en el Semefo y uno vuelta y vuelta, abriendo carpetas y todo y nunca decían nada”, dijo la señora a Milenio.
Los restos óseos de Juan Carlos aparecieron en la comunidad de Ojo Seco, rumbo a la Quebrada, cerca de la carretera que une a Celaya con Salvatierra. Las autoridades presumieron que fue incinerado. Su madre solo recibió una bolsa con los huesos de su hijo. “Me dicen que no había más, porque lo habían quemado, que por eso no rescataron más, que si llegaran a encontrar más, ellos me avisaban”.
“No le dan a uno nada, en mi caso, como mi hijo desapreció en el mercado de abastos, que iban a revisar las cámaras, luego, que ya tenían un testigo, iba uno y nunca le daban a uno información y al último se quitaron con que las cámaras no servían, que no tenían nada, ningún resultado, que no había avances pero que no se desesperara uno, que ellos estaban trabajando, yo no sé de qué forma”, explicó.
Juan Carlos tenía 39 años de edad, estaba casado, y tenía tres hijos de 18, 22 y 15 años de edad. Toda su familia estuvo un año viviendo en la incertidumbre sin saber que la fiscalía del estado ya había encontrado sus restos.
“Si lo hallaron casi al mes por qué tardarse casi un año en dar la información, por qué tenerlo a uno en esa situación. Uno tiene una espina clavada y una inconformidad”, sentenció
A lo largo de los últimos años, Guanajuato se ha posicionado como la entidad con mayor número de homicidios en todo el país. En 2018 alcanzó la primera posición con 3,436 homicidios, en 2019 se mantuvo con 3,875 y en 2020 alcanzó su máximo histórico en los últimos treinta años con 4,964.
Celaya (812), León (780) e Irapuato (530) se colocaron en 2020 entre los cinco municipios más letales, solo por detrás de Ciudad Juárez (Chihuahua) y Tijuana (Baja California). Entre los tres concentran hasta el 47% de los homicidios ocurridos en los 46 municipios que conforman la entidad, de acuerdo con el Atlas de homicidios, México 2020 elaborado por la asociación México Unido Contra la Delincuencia (MUCD).
La espiral de violencia que atosiga a Guanajuato comenzó en 2014, cuando entró al ranking de las entidades más violentas y los homicidios no dejaron de crecer año tras año: en 2015 creció 23%, en 2016, 27%, y al año siguiente escaló hasta 85%. En 2020 solo dos de los 46 municipios de Guanajuato no registraron muertes violentas: Santa Catarina y Atarjea.
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