Los estadounidenses habían ido a buscarlo días antes de ser extraditado, lo convencieron de entregarse a las autoridades de ese país y negociar. Joaquín “El Chapo Guzmán” jamás volvió a ver a su familia. Había cavado su propia tumba.
Era 2016. Tenía 59 años, mujer y diez hijos. Nunca intuyó lo que le iba a pasar, de lo contrario se habría despedido de su familia y su madre, Consuelo Loera.
El hombre, quien fuera líder del Cártel de Sinaloa, fue sentenciado a cadena perpetua y encerrado en la cárcel de máxima seguridad, ADX Florence, en Colorado (EEUU).
La criminóloga Mónica Ramírez Cano cuenta —a través de una entrevista compartida en su perfil de Twitter— que el Chapo se encontraba contento de negociar con las autoridades norteamericanas, quienes le prometieron entre 8 y 10 años de condena por los delitos de narcotráfico, violencia de armas y lavado de dinero.
—Hola Joaquín, ¿Cómo estás el día de hoy?, pregunta Mónica al cabecilla criminal.
—Ah, muy bien, ¡muy contento!, responde Guzmán.
—¿Y eso?
—Pues contento porque ya vinieron autoridades del otro lado para explicarme lo de la extradición.
—¿Cómo? Y qué tal te fue...
—Muy bien, no tengo ninguna imputación directa, así que me explicaron que me echaría en la cárcel de unos 8 a 10 años, así que acepté la extradición, voy a negociar con los gringos porque aquí (en México) no puedo hacer nada.
—Sí, me dio gusto lo que me dijeron.
—Joaquín ¿sabes cómo funciona la DEA? ¿Te lo explicaron?
—Sí, y me dijeron eso, que máximo unos 8 a 10 años, así que acepté mi extradición.
—Pero Joaquín, anduviste huyendo por más de 14 años para evitarla, y además te fugaste para evitarla ¿entonces?
—Pues ya me decidí, les dije a mis abogados que promovieran la extradición. Si al principio no quería era porque me decían que iba a pasar toda una vida encerrado, sin poder ver ni a mi mamá, a mis cuatas, a mi mujer, solo en un hoyo sin casi ver la luz…
—¿Quién te decía eso?
—Mis abogados.
—Bueno, si ya lo decidiste y vas a negociar con los gringos, respeto tu decisión.
—Sí, estoy contento.
Antes de que Joaquín el Chapo Guzmán fuera extraditado a Estados Unidos, Ramírez se sentaba durante horas frente al despiadado líder de Sinaloa, en el declive de su carrera criminal.
La historia de Joaquín Guzmán Loera ha sido reproducida en miles de libros. Un hombre, hijo de campesinos de la sierra de Sinaloa, que condenado a la pobreza se hizo del imperio de la droga más poderoso del mundo. Sin embargo, Ramírez ha podido destapar lo que había detrás de ese hombre y peligroso narco que pudo escapar de prisión dos veces.
El 17 de julio del 2019, el capo fue sentenciado a pasar el resto de su vida en una cárcel de Estados Unidos. Durante su juicio, el Chapo se negó a colaborar con las autoridades estadounidenses. Mónica Ramírez ha dicho a Infobae México que probablemente habrían sido sus abogados quienes rompieron con sus planes de colaborar con el gobierno norteamericano.
SEGUIR LEYENDO: