Definitivamente el país se enfrentó a un gran cambio cuando Maximiliano de Habsburgo y Carlota Amelia arribaron en el buque austríaco Fragata Novara al Puerto de Veracruz en 1864. La pareja real llegó para instaurar el Segundo Imperio mexicano y representar a los conservadores.
De acuerdo con el investigador Michael Drewes, desde que el emperador llegó al país comenzó a realizar planes para construir y modificar ciertos espacios. Drewes recalca que Maximiliano y Carlota, como buenos europeos aristócratas, eran amantes de las expresiones artísticas, pues la infancia de los dos estuvo marcada por “su vivo interés en las artes, que salió a flote en todas las etapas de su vida”.
A pesar de que la pareja hizo muchos planes para reestructurar a la Ciudad de México (CDMX), los escasos tres años de su mandato no les permitieron llevar a cabo diversas obras arquitectónicas. Esta información se descubrió gracias a que se encontraron varios planos y bosquejos de proyectos elaborados por un arquitecto austriaco llamado Carl Gangolf Kaiser y por los mexicanos Ramón Rodríguez Arrangoiti y el ingeniero Eleuterio Méndez.
Aunque no pudo concretar sus planes, si logró hacer algunas modificaciones a espacios emblemáticos de la capital e incluso, consiguió sentar las bases de una de las avenidas más conocidas del país.
Durante su mandato, no sólo desarrollaron una serie de propuestas políticas que incluían la atención a la comunidad menos privilegiada, también dejaron huella en la CDMX con algunos cambios en los espacios que se presentan a continuación.
1. Paseo de la Emperatriz (Paseo de la Reforma)
Al inicio fue conocido como el Paseo de la Emperatriz, se construyó con el fin de conectar el Castillo de Chapultepec, lugar donde el emperador y la emperatriz residían, con el Palacio Nacional, ya que era su sitio de trabajo.
Dentro de las metas del Imperio se encontraba la creación de distintos bulevares al estilo europeo para modernizar al país. Entre estos proyectos se encontraba la avenida Chapultepec (que no se pudo concretar) y el ahora llamado Paseo de la Reforma.
Hoy en día esta avenida mide un total de 12 kilómetros de longitud y en algunos tramos cuenta hasta con ocho carriles, no obstante, en sus inicios sólo medía 4. Con el tiempo se fue ampliando y reestructurando, sin embargo, el nacimiento de este lugar se debe a Maximiliano y Carlota.
2. Palacio Imperial de Chapultepec (Castillo de Chapultepec)
Si bien la construcción ya existía cuando ellos llegaron a la República, a la pareja se les atribuyen los trabajos de remodelación del antes llamado Palacio Imperial. De acuerdo con la historiadora Amparo Gómez Tepexicuapan, el estado del inmueble se encontraba muy descuidado y dañado.
Por tal motivo, se arreglaron las paredes, los pisos, se agregaron ventanas y un sinfín de adornos europeos que vistieron al imponente Castillo. También se les atribuyen la creación de los jardines de Chapultepec, incluso, se dice que trajo jardineros desde Austria para embellecer al estilo mexicano esta área natural.
Habsburgo no escatimó en los gastos y con tal de complacer a su esposa, quien en numerosas ocasiones le pidió decorar las afueras del lugar, logró embellecer el sitio y darle una apariencia más lujosa y sofisticada.
3. Palacio Imperial (Palacio Nacional)
Este inmueble tampoco fue edificado por la pareja real, no obstante, también se encargaron de múltiples cambios para “mejorar el aspecto de la que iba a ser su oficina real”. La escalera de la emperatriz en la zona norte del Palacio Nacional, es uno de los elementos que más resaltaron en este proceso de modificación.
También se instauró una capilla imperial y según datos del Gobierno de México “se mandó crear la obra pictórica conocida como la Galería de Iturbide, en honor de los caudillos independentistas”. En este período el lugar era conocido como el Palacio Imperial de México.
Al igual que el Castillo, se adornó con muebles y decoraciones europeas. De igual forma, la azotea que se encontraba en muy mal estado fue rehabilitada y se le imprimió un estilo “ligero y elegante” que pudo ser disfrutado por la aristocracia mexicana e irónicamente, por Benito Juárez.
SEGUIR LEYENDO: