Porfirio Díaz es uno de los personajes más complejos y controversiales de la historia de México. Se le conoce de muchas formas: como dictador y tirano para muchos, como el mejor presidente para otros; como el Héroe de Puebla, pero también es conocido por el apodo de El llorón de Icamole.
Porfirio Díaz Mori fue un destacado militar y presidente mexicano. Estuvo en las filas de las fuerzas liberales junto a Benito Juárez a quien llegó a proteger en su huida del país para después reincorporarse al Ejército de Oriente junto con Ignacio Zaragoza en contra de los franceses que invadieron el país de 1861 a 1867 en la Segunda Intervención Francesa.
Fue apresado en dos ocasiones en el sitio de Puebla y en la caída de Oaxaca, pero se las arregló para escaparse de las manos enemigas las dos veces y reintegrarse en las fuerzas liberales. Tras la retirada de las fuerzas extranjeras del país, entró triunfante a la capital reconquistada en 1867 dos días después del fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo, lo que dio inicio a la restauración de la República.
Sin embargo, terminados los conflictos con los extranjeros, continuaron los internos, específicamente en el partido liberal.
En 1871 el presidente Benito Juárez es reelecto, cosa que molestó a Porfirio Díaz y se lanzó en contra de su viejo aliado a través del Plan de La Noria, nombrado así por haberse elaborado en su Hacienda de la Noria. Por supuesto, Díaz aspiraba a la presidencia y un tercer mandato del Benemérito de las Américas, además de ilegal, no le convenía.
Al plan se anexó otro aspirante: Sebastián Lerdo de Tejada, quien fue su Secretario de Relaciones Exteriores. La revuelta fue controlada por el Ministro de Guerra juarista y Porfirio se exilió, mas el periodo de Juárez se vio truncado por nada más y nada menos que su muerte en 1872. Esto dejó el camino libre para Lerdo de Tejada quien fue electo ese mismo año para terminar el periodo a 1876.
En su gobierno se establecieron negociaciones con Gran Bretaña para la construcción del ferrocarril de México-Veracruz y se hicieron reformas más radicales en contra de la iglesia. Animado, decidió dar el mismo paso que Juárez y aspiró a un periodo presidencial más. Entonces Porfirio se alzó en armas, otra vez, contra la reelección.
Proclamó el Plan de Tuxtepec el 10 de enero de 1876 en el que desconoció el gobierno de Lerdo de Tejada bajo el lema Sufragio efectivo; No reelección. Campaña que al final tuvo éxito y Díaz, por fin, llegó a la silla presidencial a la cual se aferró durante tres décadas, olvidando su antiguo lema. Pero no sin ciertas complicaciones.
El general y gobernador de Nuevo León, Carlos Fuero, por órdenes de Tejada, dio persecución a Díaz en su camino hacia el norte del país y lo derrotó en la Batalla de Icamole en el municipio de García el 20 de mayo de 1876. Entre los hombres de Díaz se encontraban Jerónimo Treviño y José Francisco Naranjo provenientes de Nuevo León por lo que creyó que sería pan comido la batalla.
Esto no fue así y se dice que tras la derrota adquirió el mote del Llorón de Icamole o Huyón de Icamole pues cuenta la leyenda que derramó varias lagrimas de coraje ante la apabullante derrota. Perdida la batalla, Díaz buscó escapar hacia Nueva Orleans para resarcirse
También se cuenta que Díaz encaró a los militares que lo acompañaron y les reclamó: “‘Pues no decían que los nuevoleoneses eran tan valientes”; Naranjo le repuso de inmediato: ¿Acaso Quiroga es de Oaxaca?”, anécdota recogida en el libro de Israel Cavazos Garza, Breve historia de Nuevo León.
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