Los derechos humanos viven dos realidades distintas en México. Ambos escenarios son instituciones universitarias públicas. Están a poco más de 700 kilómetros de distancia. Pero ideológicamente parecieran décadas lo que las separa. Una es la de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que el pasado agosto actualizó en su base de datos la información de Sofía Pastrana, una estudiante transgénero. “Te amo muchísimo, UNAM”, celebraba la alumna. La otra es la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), donde Loren Daniel Johannes Ibarra vive una experiencia totalmente opuesta. Era empleado administrativo y docente de la Facultad de Psicología hasta que fue despedido injustificadamente, hecho que “coincidió” con su transición oficial de género. Su caso implusó un plantón que lleva 155 días afuera de la Rectoría de dicha casa de estudios, luego de cuatro años sin respuesta al agravio que sufrió. “Me destruyeron la vida”, lamenta el académico.
Loren Daniel (36 años, Monterrey) cursó en la UANL su licenciatura, maestría y doctorado en psicología. Actualmente es psicólogo y defensor de derechos humanos. Ahí mismo fue contratado como personal administrativo y docente, mientras continuaba con su preparación profesional. Después de tres años llevó a cabo su proceso de transición de género. En febrero de 2017 notificó a la institución sobre el cambio, ya establecido en su papelería oficial, a fin de que se actualizaran sus datos personales en calidad de empleado.
“Yo lo único que pedía era que en mis cheques saliera mi nuevo nombre para no tener que endosar mis propios cheques y cada quincena ir al banco a explicar que era una persona trans”, contó a Infobae.
Pero transcurrió todo ese año y la petición de Loren simplemente no fue atendida.
Loren recuerda que mientras insistía en la modificación de su nombre en el sistema, de manera informal, las cosas parecían estar bien, aunque no le hacían caso. Entonces empezó a hacer presión, para hacer valer sus garantías, mediante cartas en las que dejaba testigo de que su petición correspondía a sus propios derechos humanos. Y así comenzó su odisea.
“El director (Álvaro Antonio Ascary Aguillón Ramírez) me citó en su oficina el 7 de agosto de 2017 para decirme que me iba a quitar mis grupos de docencia porque tenía muchas actividades”. En específico, la excusa fue su tesis de doctorado. A Loren simplemente no le hacía sentido el argumento porque, al igual que muchos de sus excompañeros, él desempeñaba todas esas responsabilidades desde hacía tres años. “Yo sabía que no se trataba de eso”. Con el retiro de sus horas de docencia, él perdió sus seguro médico y su sueldo se redujo a la mitad.
Meses después, con la tesis ya acabada, volvió con el director para que le regresaran sus clases. “No cumples el perfil para ser docente”, le contestó. Entonces el docente presentó una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Nuevo León (CEDHNL). Pero lejos de protegerlo, la institución avisó a las autoridades de dicha facultad que estaban siendo investigados. “Ese mismo día me despidieron”, recordó Loren.
Y por si fuera poco, en la CEDHNL le “recomendaron” que buscara un abogado puesto que para ellos, se trataba de un tema laboral y esa no era su competencia. Además le hicieron conciliar con su figura agresora, parte que se comprometió a cosas que no cumplieron y dieron carpetazo a la causa de Loren. En dicha comisión, actualmente, el agredido tiene cuatro causas abiertas.
“La primera, por un convenio que se firmó y se incumplió en su totalidad”, explicó a este medio María Romero, abogada litigante, quien lleva la parte legal del caso de Loren. También es activista LGTB en Nuevo León. “ Otra, por la discriminación de género; (la tercera) por la omisión de UniiGénero para resolver su situación; y la cuarta es por el actual plantón”.
La UANL cuenta con una Unidad para la Igualdad de Género (UniiIGénero). Su enfoque, se supone, es tratar problemas relacionados (como su nombre lo dice) con el género. Pero a Loren le dijeron que no trataban la transfobia, solo el acoso y hostigamiento. Además, una vez recibida su queja en contra del director de la facultad, en contra de todo lo establecido por sus protocolos, indicó Loren, la coordinadora general del departamento, llamada María Luisa Martínez Sánchez, puso sobre aviso al director de la queja en su contra. Años después, al finalmente emitir una recomendación, dijo que en el caso de Loren no había asuntos de discriminación por género.
Desde hace cuatro años Loren ha vivido un verdadero calvario. Lo han sometido a exámenes psicológicos, conluyendo que el impacto emocional que este abuso transfóbico tiene en su persona “es por ser un hombre trangénero” y no por el despido injustificado. También han desestimado su causa diciendo que realmente hay gente externa que “lo está influenciando”.
A 155 días del plantón
Loren tiene la evidencia necesaria para los 12 procesos en contra del director y de la facultad de Psicología de la UANL, que actualmente tiene en marcha. La docena de causas son por en materia laboral, por el despido injustificado y por discriminación; en delitos penales, por lesión emocional e injurias; y en materia de derechos humanos, según desglosó la abogada Romero. “Durante cuatro años, 12 procesos... y ninguno se ha resuelto”, subrayó.
Después de todo ese tiempo, incluso renunciando a la petición de dinero que lleva consigo una denuncia como la que él encabeza, para dar paso a la negociación, Loren no vio la mínima voluntad de dichas autoridades estudiantiles para reintegrarlo en su puesto... ni siquiera reconocen que algo haya ocurrido.
“He tenido crisis suicidas; ha corrido riesgo mi vida por esto, porque no han resuelto en cuatro años”, lamentó.
Harto de ser ignorado, Loren decidió escalar su protesta y el pasado 17 de agosto inició un plantón localizado en Ciudad Universitaria de la UANL, ubicada en el municipio de San Nicolás de los Garza. Con tiendas de campaña, el acompañamiento de compañeros de lucha y el apoyo de asociaciones como El Clóset LGTB, A.C. y Casa Trans Monterrey, la protesta cumple este martes 155 días.
Ahí Loren ha vivido las dos caras de su lucha. Por un lado, el apoyo de las personas aliades que han estado con él prácticamente 24/7 en el plantón, sin que las inclemencias del tiempo o las condiciones sean impedimento alguno. Incluso pasaron ahí las fiestas decembrinas, en un ambiente de solidaridad. Aunque también enfrentó, desde el inicio, una serie de obstáculos impuestos por el mismo personal de la universidad. Desde acoso e intentos de intimidación, hasta el impedimento en el acceso a servicios básicos como la luz.
“Lo que pide él es su reinstalación, quiere seguir dando clases. Su indemnización laboral. La indemnización por discriminación, establecida en la Ley Federal del Trabajo. Y una disculpa pública”, reiteró la defensora legal del caso. “Al inicio solo se pedía que no se endosara el cheque, que no se le cambiaran los nombres... pero al día de hoy ha sido una vulneración a su proyecto de vida. Él ahorita ya sería investigador, pero ese proyecto de vida ya fue arruinado solamente porque es una persona trans”.
Lo más frustrante para Loren Daniel es que en todo el tiempo que lleva su caso, el tema simplemente ha sido invisibilizado por las intituciones a las que compete.
“Sueño con una autoridad que no le tenga miedo a la UANL”.
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