Después de que la fotografía de Cuauhtémoc Blanco con presuntos narcotraficantes saliera a la luz, el gobernador de Morelos acudió a la Fiscalía General de la República (FGR) para denunciar los supuestos nexos con el narcotráfico de su predecesor en el ejecutivo del estado, Graco Ramírez, quien habría colaborado con El Carrete, un cabecilla que controló la delincuencia organizada en aquel estado durante años.
Santiago Mazari Hernández, El Carrete cumple una condena de 20 años en prisión desde agosto del 2020 en un penal de Jalisco, pues un Juez de Distrito de aquel estado lo encontró culpable de los cargos por delincuencia organizada que fueron presentados por la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) de la FGR.
El Carrete comenzó su carrera criminal en 2008, cuando se integró al equipo de guardaespaldas de Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, líder del extinto cártel que llevaba sus apellidos, y quien fue acribillado por elementos de la Marina durante un operativo en Cuernavaca realizado en 2009.
Meses antes del abatimiento del jefe de los Beltrán Leyva, Mazari Hernández fue capturado en la Ciudad de México, entidad en la cual fue procesado por delitos en contra de la salud, por lo que recibió una sentencia de cinco años de prisión y 100 días de salario mínimo de multa.
A pesar de haber recibido una condena de un lustro, el criminal salió de prisión en 2009, tras el abatimiento de El Barbas, año en el cual creó la organización delictiva de Los Rojos, la cual comenzó desde esta fecha a operar en diversos municipios de Morelos.
Las entidades en las cuales se identificó presencia de Los Rojos fueron Tetecala, Puente de Ixtla, Acatlán y Amacuzac, este último municipio fue gobernado por su tío, Alfonso Miranda, quien posteriormente fue procesado y encarcelado por sus nexos con el crimen organizado.
Además de estar alineado con su familiar, El Carrete también fue señalado por haber mantenido nexos con funcionarios de gobiernos municipales y estatales, además de impulsar diversas campañas políticas e imponer a jefes policiacos que respondían a sus órdenes.
De la misma forma, fue acusado de asesinar a políticos, policías y funcionarios que decidieran no acatarse a sus reglas; durante los primeros años de su llegada al liderato de la plaza de Morelos, los secuestros crecieron 58 por ciento en toda la entidad. Los homicidios pasaron de 559 a 862 en un año y las extorsiones alcanzaron una tasa de 35 por cada 100 mil habitantes.
El Carrete también tuvo influencia en Guerrero, entidad que colinda con el estado de Morelos, y fue en este territorio en el cual se refugió después de perder el poder que ostentaba como el principal líder criminal en el estado que gobierna Cuauhtémoc Blanco.
A principios del 2014 perdió el control de las corporaciones de policía municipal tras la llegada de Alberto Capella, antiguo comisionado de Seguridad Pública en Morelos, quien presuntamente se negó a estar alineado con el criminal.
Posteriormente, a mediados de aquel año, dos de sus hermanos fueron capturados, mientras que uno de sus operadores más cercanos fue arrestado en el 2015, lo cual causó una descomposición al interior de su organización.
Tras haber perdido su poder en la entidad, se refugió en la sierra de Guerrero, lugar en el cual fue capturado por autoridades federales, quienes interfirieron su teléfono y lograron rescatar conversaciones que revelaron su ubicación y sus nexos con diversos políticos y funcionarios de los estados en los cuales operaba.
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