Francisco I. Madero: el espiritista de la Revolución Mexicana

El espiritismo tuvo su apogeo durante finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX y llegó a México gracias a la influencia francesa; esta corriente también fue fundamental en la vida de Madero

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Francisco I. Madero se acercó
Francisco I. Madero se acercó al espiritismo durante su estancia en Francia (Foto: Wikipedia)

Francisco Ignacio Madero es conocido casi como un mártir, aunque también se le asocia como el que inicio el caos de la guerra de Revolución en 1910 cuando subió al poder al desconocer la presidencia de Porfirio Díaz, quien no se había despegado de la silla presidencial desde 1884. México buscaba un nuevo presidente. Y Madero quería liderar esa transición.

Pero tal parece que no solo los ciudadanos mexicanos anhelaban la transición presidencial y el resurgimiento de la vida democrática. Madero no era un hombre creyente en su juventud pero a partir de 1892 siguió una corriente que tuvo un punto máximo de fama durante el siglo XX: el espiritismo.

El espiritismo llegó a México en los últimos años del siglo XIX desde el otro lado del mar Atlántico. Tuvo popularidad en los estados del norte de la República mexicana y se cree que fue uno de los motivos que inspiraron a Madero, o al menos que se sustentaba en esa práctica, para levantarse en armas en contra del régimen porfirista, quienes no lo tomaron muy en serio.

Su afición a esta práctica
Su afición a esta práctica le valió las burlas de diversas personalidades políticas (Foto: Secretaría de Gobierno de Ciudad de México)

Su apego a la corriente espiritista vino de influencias francesas entre 1891 y 1892 durante sus estudios en Francia. Descubrió su vocación y don dentro de la materia al volverse médium escribiente. De acuerdo con Alejandro Rosas en Mitos de la historia mexicana: de Hidalgo a Zedillo el autor menciona que entre “1901 a 1908, Madero puso en práctica su mediumnidad y, en trance, escribió una serie de textos (...) considerados (...) como verdaderos mensajes dictados por espíritus”.

Escribió artículos para La Cruz Astral de Coahuila bajo el seudónimo de Arjuna e incluso fundó el Círculo de Estudios Psíquicos de San Pedro en Coahuila.

Esta corriente surgió gracias al proceso secularizador de la Ilustración durante el siglo XVIII en la que la ciencia comenzó a arrebatarle campo a la iglesia en cuanto al estudio y percepción del mundo y sus fenómenos, aunque no en materia moral. Lo anterior dio paso a que nuevas corrientes espirituales salieran a la luz sin el severo castigo de la iglesia. El espiritismo surgió bajo este contexto.

Y logró obtener un buen recibimiento en México gracias a las nuevas clases liberales durante las Guerras de Reforma que en buena parte se debieron a la lucha que la iglesia les dio por las reformas que buscaban debilitarla. En el norte del país, de acuerdo con José Natividad Rosales, se dio el “saurinismo” una corriente espiritista mexicana que derivó de los zahorí, adivino en árabe, y quienes eran capaces de ver más allá del tiempo terrenal.

En sus sesiones como médium
En sus sesiones como médium se comunicó con su difunto hermano meor (Foto: Wikipedia)

Madero consiguió materiales de lectura espiritistas a su regreso a México. Cabe señalar que fue una práctica bastante común entre la clase alta, quienes “aplicaron” el método científico a la práctica espiritista al que se le llamó como espiritismo letrado.

En fin, Madero fue influenciado por este movimiento gracias a los textos de Allan Kardec y su padre, quien también era espiritista. En 1900 y 1901 durante sesiones de invocación que organizó en el Círculo de Estudio, anotó los textos antes mencionados en los que se comunicó con un espíritu llamado Raúl, un hermano suyo que falleció a los 3 años.

De acuerdo con Yolia Tortolero Cervantes en El espiritismo seduce a Francisco I. Madero, los mensajes que recibieron eran de contenido moral, consejos en los que el espíritu de su hermano y otros más «para que modificaran su carácter y así pudieran “moderarse en el hablar de nadie y sólo háganlo cuando se trate de alabar las cualidades de alguien o defender a alguno que justa o injustamente va atacando en su reputación”».

Las palabras de más allá causaron un gran efecto en la personalidad de Madero: “lograron transformarme, y de un joven libertino e inútil para la sociedad han hecho de mí un hombre de familia honrado”, como escribió él mismo en Mis memorias y que condujeron su modo de actuar en su futura y corta vida política.

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