Los lunares son puntos coloridos que aparecen en la piel de los seres humanos. El color varía, pues según datos de la Asociación Española de Pediatría puede haber en tonalidades rojizas, marrones, beiges, rosadas, negras e incluso azules, aunque los más comunes suelen ser los cafés oscuro.
El término correcto para nombrar a un lunar es nevus melanocíticos, también conocidos como nevos y el principal motivo por el que surgen en el cuerpo es debido a una proliferación “anormal pero benigna” de los melanocitos de la piel que tienden a agruparse en algunas zonas.
Los melanocitos son células que se dedican a producir melanina, es decir pigmentan la piel a través de un proceso químico que lleva por nombre melanogénesis. Estas células existen para dar fotoprotección a la piel, es decir, protegen la dermis de los rayos de radiación ultravioleta.
De acuerdo con el doctor experto en dermatología J. Rex Cavallé, generalmente los lunares empiezan a aparecer desde la infancia y suelen concluir en la adolescencia. También menciona que en promedio, la mayoría de las personas tienen entre 10 y 40 en todo el cuerpo.
No obstante, a pesar de que regularmente aparecen durante la etapa de desarrollo, la edad no es un factor principal en el proceso causado por los grupos de células pigmentadas. Lo que sí es un hecho es que es muy poco común que después de los 50 años aparezcan nuevas manchas de este tipo.
Por otro lado, es natural que surjan más nevus porque las células del organismo están en constante actividad que puede resultar en la aparición de puntos, situación que es totalmente normal siempre y cuando el aspecto no sea extraño, es decir, que no presente un tamaño, color o forma anormal. Un pigmento “normal” sería una mancha con forma circular u ovalada.
Según la Clínica Mayo, organización estadounidense de investigación en medicina, casi siempre los lunares tienen “menos de 1/4 de pulgada (alrededor de 6 milímetros) de diámetro —el tamaño de una goma de lápiz—”. Los nevos que aparecen desde el nacimiento o durante los primeros años de vida pueden ir agrandándose poco a poco, pero no debe perder su forma habitual ni cambiar de color.
También es habitual que algunos lunares desaparezcan con el tiempo, sobre todo si son de un tamaño pequeño, pues las células que se encuentran unidas se van desintegrando y dejan de pigmentar la zona.
Por otra parte, el dermatólogo español Sebastian Podlipnik, experto en cáncer de piel advierte que se debe estar siempre alerta de las nuevas manchas que aparecen en la dermis, ya que es muy frecuente que las personas confundan a los nevos con lesiones de la piel, las cuales pueden surgir por múltiples factores contextuales.
Consultar a un especialista después de notar algún pigmento inusual en cualquier parte del cuerpo es lo mejor que se puede hacer, debido a que de esa manera se pueden identificar a los “melanomas malignos”. Éstos aparecen cuando las células productoras de pigmento que dan color a la piel se vuelven cancerosas.
Según los expertos, algunos de los factores que se deben tener en cuenta a la hora de evaluar si un lunar es benigno o maligno son: revisar que el lunar sea asimétrico, un lado no puede ser distinto al otro, sino puede ser una señal de alarma.
Se debe asegurar que el lunar no tenga bordes, cortes u ondas irregulares; que algún nevo que haya aparecido antes no haya cambiado de color, que alguno presente combinación de tonalidades o pigmentos irregulares.
De igual manera, hay que poner atención a todos aquellos lunares que tengan más de 6 milímetros de diámetro o que provoquen comezón o sangrado. Si se observan algunas de estas características se debe ir con un médico en cuanto antes.
En general, el aspecto de los lunares cancerosos varía mucho, es por eso que la mejor recomendación es estar monitoreando los cambios del cuerpo y prevenir cualquier situación desafortunada.
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