El pulque es una de las bebidas nacionales por antonomasia debido a su antigüedad que se remonta a los tiempos prehispánicos. La bebida blanca que puede ser combinada con casi cualquier otro ingrediente, formando así el curado, ha sobrevivido gracias al cariño de sus consumidores y su precio accesible.
Su sabor varía dependiendo de la calidad del local. A veces es tan dulce que parece endulzado adrede, a veces tan agrio que repugna hasta la persona más valiente. Pero a ella está atada una frase que indica cuando alguien se pasa de copas (o tarros o vasos) y terminaba hasta el copete de ebrio: “estás hasta las manitas”.
Esta frase encuentra su origen gracias a una singular forma de transportar y comprar pulque que puede alterar a más de un incauto, pues se acostumbraba utilizar los odres.
Los odres eran una especie de sacos hechos con el cuero de los cerdos utilizados para transportar el pulque, aunque también se utilizaba el de los chivos. El animal era despellejado y era sometido a proceso de curtido, quedando casi entero, con todo y patas a excepción de la cabeza. Al ser llenado con la bebida el chancho se inflaba de tal modo que parecía estar vivo... solo que sin cabeza.
De este modo al ser llenado se le pedía al despachador que ocupara todos los espacios, “hasta las manitas”. Es así que se ocupó el símil en las personas que abusaban de la bebida y terminaban embriagados por el pulque, llenos hasta las manitas por la bebida de los dioses.
Las extremidades quitadas eran selladas con cáñamo para evitar los derrames dejando el agujero de la cabeza para ser llenado. Sin embargo, esta costumbre no puede ser tomada como parte del mundo prehispánico puesto que no había cerdos, solo jabalíes. Los cerdos y los chivos fueron traídos durante la conquista de México cuando los conquistadores celebraron la caída de Tenochtitlan en Coyoacán con cerdos españoles para un banquete.
Los odres eran utilizados durante la extracción del pulque, ya que el tlachiquero retiraba con una calabaza alargada llamada acocote el aguamiel del corazón del maguey y era vertido en el saco porcino. De ahí era llevado hacia los tinacales donde el liquido se fermentaba en los toros, pieles de vaca en la que cabían de 500 a 800 litros.
Una vez fermentado eran llevados a la pulquería. A veces los mismos vendedores llegaban a recorrer las calles con los odres en la espalda o siendo cargados en una mula vendiéndolo a los consumidores.
Después se utilizaron las castañas, barriles de madera con capacidad de almacenar 25 litros en lugar de los odres y actualmente se usan recipientes de plástico. No se sabe con exactitud a partir de qué momento los odres comenzaron a ser utilizados, pero estos se volvieron muy característicos en la producción y venta de pulque.
El pulque es una de las bebidas más antiguas y tradicionales de México. Durante los inicios del siglo XX tuvo un auge sorprendente que se le conoció como la edad de oro pulquera, que rápidamente se vio contrariada por la industria cervecera que despegó durante el Porfiriato. Esto causo que su popularidad fuera decreciendo, además de la campaña de desprestigio que se desplegó durante ese periodo.
Fue asociada a los bajos comportamientos, a la suciedad, la mala higiene; a ser bebida de clase baja que embrutecida por su falta de civilidad consumía el brebaje; también a la holgazanería, causa del desorden social que iban en contra del proyecto modernista de Porfirio Díaz y su gobierno. Aún con eso la producción y consumo de pulque ha perdurado a pesar de los estigmas que se le han interpuesto.
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