El centro de la Ciudad de México guarda muchos rincones atractivos no solo para sus habitantes sino también para miles de turistas que año con año viajan desde otros territorios para vivir la experiencia de conocer la zona arqueológica del Templo Mayor o adentrarse en las calles del Zócalo hasta llegar a uno de los barrios más famosos de la urbe: Tepito.
Ubicado en la colonia Morelos, el “Barrio bravo” tiene la fama de ser uno de los más peligrosos de la ciudad por su alto índice de delincuencia, no obstante, la comunidad que sus habitantes han creado y el tradicional tianguis que se extiende por todo el Eje Central hasta Garibaldi, la Guerrero y la Lagunilla llaman la atención de más de un curioso que quiere descubrir los secretos que este sitio guarda.
El origen de este enigmático sitio se remonta a la época prehispánica cuando era una de las fronteras de Tenochtitlán y Tlatelolco; fue uno de los últimos barrios en ser colonizados ya que se oponían rotundamente a la llegada de los españoles, no obstante, la zona terminó siendo controlado por los originarios tlatelolcos y se le empezó a conocer como San Francisco Teocaltepiton.
Años más tarde, los historiadores Antonio Caso y R. H. Barlow hicieron un mapa de los antiguos barrios gobernados por el señorío de Tlatelolco y se percataron de que en el espacio entre el Templo Mayor y la zona comercial de Tlatelolco había un caserío conocido como Mecamalinco. Ahí se ponía un modesto tianguis cuyos puestos tenían fama de ofrecer mercancías robadas, sobre todo ropa, herramientas y comida.
Después de la guerra de independencia, Tepito se convirtió en una zona olvidada debido a la escasez de agua, a su vez comenzó a ser poblado por artesanos y agricultores pero también por criminales prófugos de la justicia, prostitutas e indigentes que encontraron un refugio entre sus calles.
En 1874 se permitieron la apertura de pozos para abastecer de agua a los habitantes de la zona, esto permitió que diez años más tarde el barrio bravo se poblara más y sus habitantes comenzaron a construir casas individuales que posteriormente se convertirían en vecindades que hasta la fecha siguen en pie. Fue así como poco a poco se empezaron a estructurar las calles de la colonia Morelos como se conocen actualmente.
A principios del siglo XX el Ayuntamiento de la Ciudad de México, a cargo de Miguel Ángel de Quevedo, decidió reubicar el tianguis de El Volador que estaba en el costado sur del Palacio Nacional hacia las calles que dan entrada a Tepito, convirtiéndolo así en uno de los tianguis más extensos de la ciudad.
En 1926, la Guerra Cristera orilló a cientos de personas a emigrar y muchas de ellas llegaron a establecerse en el barrio bravo, la mayoría eran zapateros por lo que en poco tiempo el barrio se ganó la fama de ser uno de los principales sitios de comercio de calzado.
No obstante, ya para las décadas de 1940 y 1950 en las inmediaciones del famoso tianguis se comenzaron a comercializarse todo tipo de artículos, desde ropa a electrodomésticos, artículos de higiene personal, juguetes o instrumentos para practicar algún deporte.
Desafortunadamente, este factor también propició a que el barrio se convirtiera en la cuna de la piratería, donde cualquier persona puede encontrar artículos de marca pero con una menor calidad en los productos, así mismo, la venta de drogas y artículos ilícitos comenzó a abundar entre sus calles.
La historia del barrio bravo de Tepito no se limita únicamente a su origen histórico, sino que es también la memoria de un sector de la sociedad que por años ha sido ignorada por las autoridades y que encontraron en las calles de la colonia Morelos una forma de ganarse la vida vendiendo cualquier tipo de productos en el famoso tianguis.
Entre sus habitantes es común escuchar que “Tepito existe porque resiste”, lema que ha permanecido y ha ganado credibilidad ya que todos los locales han buscado la forma de salir adelante aún cuando la misma ciudad les dio la espalda.
No obstante, la comunidad que se ha creado entre sus calles siempre está abierta a recibir a turistas o curiosos que están dispuestos a adentrarse entre sus calles llenas de historia, ya sea para comprar algún artículo o disfrutar una cerveza en las famosas chelerías establecidas en plena calle. A pesar de la inseguridad y mala fama que Tepito ha ganado, aún hay quienes se atreven a vivir la experiencia de pasar una tarde en las calles de uno de los barrios más emblemáticos de la Ciudad de México.
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