En México, el efecto migratorio es muy común, tanto de mexicanos que buscan un mejor futuro en otros países, principalmente en el país vecino del norte, Estados Unidos, como de extranjeros que utilizan a México como trampolín para llegar al país vecino.
Sin embargo, muchos de ellos, al no contar con papeles para llegar al país norteamericano de manera legal, se exponen a diversos peligros a lo largo de su recorrido. Desde crimen organizado, extorsión, prostitución y hasta la muerte.
Basta recordar el accidente del pasado nueve de diciembre, en el que 56 migrantes que viajaban hacinados en un tráiler murieron, esto luego de que el vehículo pesado se estrellara contra un puente peatonal en una carretera de Chiapas.
Esto dejó una vez más al descubierto las condiciones inhumanas en las que viajan los migrantes en tráilers hacia el norte del país. Regularmente, son traficantes de personas los que los trasladan, y quienes les cobran elevadas cantidades de dinero para llevarlos a la frontera con EEUU. Entre enero y septiembre, en México han sido detectadas más de 190.00 personas sin papeles, el triple que en el mismo periodo del 2020, de los cuales, unos 74,300 han sido deportados.
Este sábado 18 de diciembre, se conmemora el Día Internacional del Migrante. Fue en diciembre del año 2000 cuando la Asamblea General de la Organización de la Naciones Unidas (ONU) proclamó el Día Internacional del Migrante. Anteriormente, el mismo 18 de diciembre pero de 1990, la Asamblea había adoptado la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares.
En el sitio web de la ONU, se explica que desde la antigüedad el ser humano ha estado en constante tránsito. Algunas personas se desplazan en busca de trabajo, o de nuevas oportunidades económicas, para reunirse con sus familiares o para estudiar. Otros más se van de sus lugares de residencia con la intención de escapar de conflictos, persecuciones, terrorismo o violaciones o abusos de derechos humanos. Otros más lo hacen debido a los efectos adversos del cambio climático, desastres naturales u otros factores ambientales.
Y es que con un crecimiento sostenido, en los últimos 15 años, la región de América del Norte, se ha convertido en la de mayor incremento a la movilidad irregular de personas, al pasar de 7 a 15 millones en ese periodo, según la Organización Internacional de Migraciones, la cual también señala que el cruce México-Estados Unidos es “el corredor más grande del mundo”. Cabe recordar que México es el único país en desarrollo que cuenta con una frontera en común con la mayor potencia mundial receptora de migrantes, nación que por cierto ha sustentado precisamente en la migración su crecimiento poblacional.
México es considerado un país de destino y tránsito, y resiente la intensificación de la movilidad en un entorno en el que, según la Secretaría de Gobernación, 70% de los migrantes utilizan “polleros” vinculados al crimen organizado.
En la región hay una serie de factores que han favorecido a que este fenómeno detone, que son el incremento de la pobreza y el desempleo, particularmente en el triángulo norte de Centroamérica; recrudecimiento de la violencia favorecida por las bandas delincuenciales; inestabilidad política en la región, con énfasis en países como Haití, y mayores restricciones en otros países, como Chile y Brasil, para aceptar migrantes.
Según el Banco Mundial, la transferencia de remesas en el mundo ha pasado de USD 128,000 millones en el año 2000 a USD 702,000 millones, al cierre del 2020. En paralelo, una vertiente forzada de la migración, el tráfico de personas, arroja ganancias al año de USD 150,000 millones, según datos de la Organización Internacional del Trabajo.
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