Los Chapitos, hijos de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, ya son identificados como prolíficos narcotraficantes dentro del Cártel de Sinaloa y al menos dos de ellos supervisan 11 narcolaboratorios que producen de 16 a 27 toneladas de metanfetaminas cada año, según estimaciones del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Tras dar a conocer los carteles de recompensas, donde se ofertan 5 millones de dólares por cada uno, las autoridades norteamericanas han calculado que Ovidio Guzmán López, el Ratón, y Joaquín Guzmán López, el Güero moreno, así como sus operadores, son capaces de fabricar de 3 mil a 5 mil libras de la droga sintética cada mes tan solo en Sinaloa.
De ahí que se han vuelto objetivos prioritarios junto con sus hermanastros, Iván Archivaldo Guzmán Salazar, el Chapito, y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, Alfredillo, pues los cuatro tomaron parte del negocio tras la recaptura definitiva de su padre en 2016 y desde esa fecha se han afianzado en el grupo criminal.
Los alcances en la empresa criminal
Tres mil libras equivalen a 1,360.7 kilogramos, mientras que cinco mil libras son 2,267.9 kilos. Al multiplicar esas cantidades por 12 unidades, que corresponden a los meses del año, el primer aproximado es de 16 mil 328 kg, mientras que el segundo es de 27 mil 4 kg.
Lo producido por los hermanos Guzmán López, según el informe del gobierno estadounidense, es vendido por mayoreo a otros miembros del Cártel de Sinaloa, además de distribuidores en Estados Unidos y Canadá.
Eso indica que, si bien los hijos del Chapo Guzmán lideran una célula criminal, tienen socios menores o medios a nivel local y en el extranjero que invierten para transportar o comerciar la metanfetamina. No se trata de una estructura vertical de mando único, sino de la intervención de varios traficantes.
A esas operaciones se agregan las del Chapito y el Alfredillo, quienes aumentaron su poder en el Cártel de Sinaloa luego de que Guzmán Loera fuera detenido hace cinco años y extraditado al Distrito Este de Nueva York, donde lo condenaron a la cadena perpetua que paga en una cárcel de máxima de seguridad de Colorado.
Desde entonces ampliaron su empresa con sofisticados narcolaboratorios de fentanilo en Culiacán. Además, extendieron sus actividades ilícitas mediante el uso de transporte marítimo y aéreo, además de túneles o cruces fronterizos.
No se detalló la capacidad de producción o envíos de estos dos últimos, sin embargo, se presume que al menos sería igual o mayor que la del Ratón y el Güero moreno.
Aunque son estimaciones, permiten mostrar el alcance de los Chapitos en el negocio transnacional de narcóticos. Sin embargo, solo se hace referencia a uno de los estupefacientes, porque también se les ha señalado de sintetizar y traficar opioides sintéticos, así como enviar cargamentos de cocaína, los cuales provienen de Sudamérica, además de marihuana y heroína.
Por ello, las cifras podrían ser muy superiores, pues el Cártel de Sinaloa cuenta con redes, socios y distribuidores en los cinco continentes del planeta, de acuerdo con la Administración del Control de Drogas (DEA). Además, sus áreas de producción no se ciñen a la entidad que mantienen como bastión, pues igual se extienden a zonas como Durango, Sonora, Baja California o Chihuahua.
Cabe destacar que esos cálculos también pueden estar sujetos a variaciones relevantes, pues no se ha indicado que la producción haya sido constante ni a partir de cuándo comenzó a fluir.
Los Chapitos pudieron comenzar con pocas toneladas para aumentar progresivamente o, por el contrario, haber disminuido la cantidad traficada por el equipo de su padre, según su desarrollo en el negocio heredado.
Pero como admitió el juez Rudolph Contreras de la Corte del Distrito de Columbia el pasado 30 de noviembre en la sentencia contra Emma Coronel, con la detención y condena a cadena perpetua del Chapo Guzmán y sus socios, el Cártel de Sinaloa no ha visto mermadas sus operaciones. Sus hijos pudieron reemplazarlo fácilmente.
Decomisos de cantidades industriales de droga y la ola de violencia en México, así como decenas de miles de muertes por sobredosis en Estados Unidos, demuestran que los grupos criminales mantienen su poderío.
Comienzos y tareas de los Chapitos
Según el Departamento de Estado, los cuatro herederos criminales son miembros de alto rango en el Cártel de Sinaloa. Pero los más cercanos a su padre, mientras estaba en libertad, fueron Iván Archivaldo y Jesús Alfredo, nacidos del primer matrimonio que tuvo Joaquín Guzmán Loera a mediados de 1970 con María Alejandrina Salazar Hernández.
Los dos brindaron asistencia operativa al Chapo Guzmán, pues coordinaban el transporte de drogas desde Centro y Sudamérica hasta México. Ya en territorio nacional se encargaban de organizar el envío de los cargamentos a Estados Unidos.
Entre sus tareas destacaron distribuir a clientes mayoristas en suelo estadounidense, así como recolectar las ganancias y garantizar que fueran transferidas en beneficio de miembros y asociados al grupo criminal, también conocido como Cártel del Pacífico. Aprendieron la logística y administración del imperio ilegal.
Aunado a ello, se han encargado de obtener armas, sobornar a funcionarios públicos corruptos, participar en actos de violencia y amenazas, así como en el secuestro de agentes de Seguridad, narcotraficantes rivales e, inclusive, operadores de su misma facción delincuencial. Todo, en aras de proteger al ala del Cártel de Sinaloa que comandan.
Mientras que el Ratón y el Güero Moreno, se desempeñan como miembros de mando y control en su propia célula de narcotráfico: la Organización Criminal Transnacional Guzmán-López, bajo el paraguas del Cartel de Sinaloa.
Ambos comenzaron su carrera criminal muy temprano, al heredar las relaciones de su hermano Édgar Guzmán López, asesinado en 2008 en Culiacán por los mismos sicarios al mando de su padre, quienes lo confundieron, junto con sus acompañantes, como enemigos. El Chapo Guzmán procreó a Édgar, Joaquín y Ovidio en su segundo matrimonio con Griselda Guadalupe López Pérez y/o Silvia Escoto Muñoz.
Tras el fallecimiento de su hermano, los Guzmán López heredaron las ganancias del negocio y comenzaron a invertir grandes cantidades de dinero en efectivo para comprar marihuana en México y cocaína en Colombia.
Pero una de sus incursiones novedosas fue exportar efedrina de contrabando desde Argentina, cuando comenzaron a experimentar con la producción de metanfetamina. Las operaciones del Chapo Guzmán en ese país sudamericano fueron confirmadas por Alex Cifuentes Villa, ex colaborador que testificó en la corte de Nueva York.
Previamente, en 2008, ya había sido detenido en Paraguay Juan Jesús Preciado, el Zar de la efedrina, junto con sus ex colaboradores que pretendían montar una base de operaciones en Asunción, tras persecuciones por las autoridades argentinas. Un año después cayó en Buenos Aires María Alejandra López Madrid, ex reina de belleza señalada como emisaria del Cártel de Sinaloa y traficante del mismo químico.
Con esos antecedentes, el gobierno estadounidense agrega la supuesta relación de dos de los Chapitos en sus inicios. Pero ahora estarían a cargo de 11 centros de fabricación de narcóticos en Sinaloa, con ganancias millonarias cada mes.
Sobre Ovidio Guzmán López, añade el reporte oficial, se ha detectado que ordenó los asesinatos de informantes, un narcotraficante y un popular cantante mexicano que se había negado a cantar en su boda. No se detalla cuándo ocurrió el atentado, ni quién sería el artista, pero ahora se entiende que este hijo del Chapo Guzmán ya está casado. Se presume que la víctima era intérprete de música regional.
Acusaciones y búsqueda con 20 millones de dólares
La primera acción contra uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera data del 6 de agosto de 2009, cuando un gran jurado federal en el Distrito Norte de Illinois, Chicago, acusó formalmente a Jesús Alfredo Guzmán Salazar y otros cómplices.
Siete años después, el 17 de febrero de 2016, se ratificaron y precisaron los cargos. Para ese entonces su padre estaba tras las rejas. Se le han atribuido tres delitos que incluyen la conspiración con intenciones de distribuir e importar cocaína y heroína.
Iván Archivaldo Guzmán Salazar fue procesado en el Distrito Sur de California el 25 de julio de 2014. Sobre él pesan dos cargos, una por conspiración par importar metanfetamina, cocaína y marihuana, así como aquellos relacionados con el lavado de dinero. Este último ilícito se le atribuyó en México cuando fue arrestado en Zapopan en 2005, pero resultó absuelto por falta de pruebas y quedó fuera de la cárcel de Puente Grande en 2008.
El 2 de abril de 2018, Ovidio y Joaquín quedaron acusados por un gran jurado del Distrito de Columbia por un cargo por violar las secciones 959 (a), 960 y 963, referentes a la conspiración para distribuir más de 5 kilogramos de cocaína, 500 gramos de metanfetamina y 1,000 kilogramos de marihuana.
Después se emitió una orden de arresto con fines de extradición contra el Ratón por parte del gobierno estadounidense, la cual buscaron cumplimentar autoridades mexicanas en un fallido operativo el 17 de octubre de 2019 que culminó en un caos en la capital de Sinaloa y el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó que se dejara libre al hijo del Chapo Guzmán en el llamado Culiacanazo.
Según informes del Ejército, el saldo oficial fue de 8 muertos y 16 heridos, entre agentes o civiles, así como supuestos delincuentes; además de 49 reos evadidos del Penal de Aguaruto. El mandatario mexicano justificó su decisión al poner en la balanza las amenazas de asesinatos contra familias de militares y el resto de habitantes.
López Obrador ha asegurado que se evitó un baño de sangre aquel jueves negro. Y aunque ha aceptado que su administración tiene como prioridad la captura de los Chapitos, asegura que agentes mexicanos llevarán a cabo los arrestos, según investigaciones abiertas, excluyendo a funcionarios extranjeros como los integrantes de la DEA.
El gobierno estadounidense argumenta que la nueva ofensiva deriva de una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional, la política exterior y la economía de su país. Los Chapitos están en la mira, pero es incierto hasta cuándo vaya a darse su captura.
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