La forma de vida en la sociedad de las culturas mesoamericanas, en la época prehispánica, estaban organizadas de una forma similar a como se encuentra ahora. Había un gobernante, y en la sociedad había jerarquías, tenían ciertas tradiciones que, con las llegada de los españoles, se mezclaron con las de los indígenas, y dieron como resultado tradiciones que ahora tenemos.
Incluso en el ámbito religioso hubo ciertas mezclas, por ejemplo, los españoles para tratar de que se dejara de adorar a la diosa Tonantzin, trajeron a la Virgen de Guadalupe, como una forma de darle representación a la diosa azteca.
Sin embargo, también había ciertos criterios que tenían, que en la actualidad ya no están. Uno de ellos, es la poligamia que practicaban las clases nobles.
Un claro ejemplo de esta práctica, fue Nezahualcóyotl, el rey poeta del reino de Texcoco, quien, según el portal Matador Network, llegó a tener 119 hijos de diferentes mujeres, de los cuales 60 fueron varones y 57 mujeres, mas los dos varones legítimos hijos de su esposa Azcaxochitzin. Este no fue el único que tuvo estas características, pues en la sociedad nahua la poligamia era algo válido para los hombres miembros de la nobleza, mientras que los integrantes de las clases más bajas, se debían conformar con la monogamia o acudir a la prostitución.
En aquella época, el protagonista de la poligamia era el hombre, quien tenía a una mujer principal y a sus mujeres secundarias. Todos formaban una sola familia en la que ningún miembro era objeto de discriminación o malas opiniones. Sin embargo, la esposa principal era considerada legítima, mientras que las demás solo estaban ahí para brindar placer.
López de Gómara cuenta que Moctezuma y Nezahualcóyotl tenían hasta dos mil concubinas a su disposición, y que, en alguna ocasión, el mismo Moctezuma dejó embarazadas, durante el mismo periodo, a más de cien mujeres.
“Había mil mujeres, y algunos afirman que tres mil entre señoras, criadas y esclavas; de las señoras, que eran muy muchas tomaba para sí Moctezuma las que bien le parecía; las otras daba por mujer a sus criados y a otros caballeros y señores; y así, dicen que hubo vez que tuvo ciento cincuenta preñadas a su tiempo”, señala.
Ya que todas las mujeres habían sido elegidas por el tlatoani, todas vivían bajo el mismo techo, el cual no era una simple mansión, sino todo un complejo habitacional que albergaba a su personal de servicio y a sus concubinas.
El lugar donde habitualmente residía Moctezuma, era llamado Tepac, que se traduce como “palacio”. Este tenía 20 puertas a plazas y calles públicas, tres patios muy grandes y una gran fuente en uno de ellos, además, tenía 100 aposentos de 25 y 30 pies de largo, y 100 baños.
El hermoso edificio estaba trabajado con mármol, techos de madera y habitaciones adornadas con las pinturas de los mejores artistas de la época. Es decir, lo mejor para las mujeres del hombre más poderoso de Tenochtitlan.
Sin embargo, únicamente los hijos de la esposa principal podían heredar el derecho a gobernar en algún señorío del imperio. Sahagún lo relata de la siguiente manera: “a persuasión del diablo, abortaban, tomando cosas para expulsar a las criaturas, o quizá porque sus hijos no habían de heredar”.
Lo anterior, probablemente no era una generalidad practicada por todas las mujeres del palacio, sin embargo, debió haber algunas que preferían no tener hijos para conservar su atractivo físico y seguir formando parte de las preferencias del tlatoani.
Por otra parte, el adulterio era castigado con pena de muerte, pues se consideraba una de las peores ofensas que aplicaba tanto a hombres como a mujeres. En las clases más bajas la monogamia representaba la fidelidad de la pareja en el mismo sentido en que la concebimos hoy. Tal era la gravedad del adulterio, que era castigado con pena de muerte, según José Tudela de la Orden en su libro “La pena de adulterio en los pueblos precortesianos”.
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