Antes de la llegada de los españoles a México, las culturas mesoamericanas reinaban el territorio. El lugar más importante en donde se desarrollaba la cultura mexica era Tenochtitlan, al centro del país.
Este territorio fue a donde llegó Hernán Cortés con sus hombres para enfrentarse en duras batallas contra los mexicas, en las cuales, los indígenas terminaron por ser derrotados. Cuando Cortés llegó a la ciudad, gobernaba el territorio Moctezuma II, después, tras su muerte, subió al poder su hermano Cuitláhuac.
Sin embargo, antes de que ellos llegaran al poder, gobernaron otras importantes figuras, como su padre, quien llevaba por nombre Axayácatl. Incluso, el Palacio de Axayácatl, en donde se hospedaron los españoles a su llegada a Tenochtitlan, era su hogar.
Él llegó al poder, luego de que su padre, o asea, el abuelo de Moctezuma II, quien llevaba por nombre Moctezuma Ilhuicamina, antes de morir deja dicho a Tlacaélel el próximo gobernante de Tenochtitlan, debía de ser Axayácatl, el hermano menor de Ahuízotl y Tízoc, quienes posteriormente gobernarían la ciudad.
Tlacaélel reunió a una gran corte con todos los viejos y sabios de los calpullis y así mismo llama a Nezahualcóyotl y a Totoquihuatzin, de Tlacopan, quienes concuerdan con la decisión tomada por Moctezuma Ilhuicamina en su lecho de muerte. La sucesión se dio en 1465, según la tira de Tepechpan, o en 1469 según la crónica Mexicáyotl y una de las primeras dificultades que habría de sortear Axayácatl, sería el resurgimiento de la enemistad con el poblado de Tlatelolco, pues al ser electo tan joven, muchos dudaban de su entereza como gobernante, e incluso de su hombría.
Por esto, Moquíhuix, quien era gobernante de Tlatelolco, estaba al tanto, y seguido de algunos hombres principales de su corte, se dio a la tarea de buscar aliados en contra de los tenochcas. Su gran error fue visitar primero al señor de Tlacopan, Totoquihuatzin, y posteriormente al señor de Texcoco, Nezahualcóyotl, quienes negaron rotundamente su oferta, por lo que se vio obligado a pactar con otros tributarios de los mexicas, entre los que se encontraban Chalco, Xilitepec, Tultitlan, Tenayuca, Mexicaltzingo, Xochimilco, entre otros.
No dejó pasar la oportunidad para entablar amistad con los de Huexotzinco, quienes prometieron brindarle la ayuda necesaria para derrotar a los mexicas, sus eternos rivales en el campo de batalla. En este momento también hubo enemistad entre Axayácatl y Moquíhuix, pues durante el reinado de Moctezuma Ilhuicamina, a Moquihuix se le había dado por esposa a la hermana de Axayácatl, quien según las crónicas del tiempo, se cuenta que era muy fea y delgada, y que su aliento era horrible, por lo cual su esposo Moquíhuix la despreciaba y la obligaba a dormir en un rincón en un petate sucio y con una manta andrajosa.
Todos los regalos que Axayácatl enviaba a su hermana, Moquíhuix los repartía entre su harem, por lo que finalmente se decide a regresar con su hermano Axayácatl y le cuenta el malévolo plan de Moquíhuix y sus aliados. Se cuenta que esa noche en la que la hermana de Axayácatl regresó con él, tuvo una pesadilla en la que vio a todas las personas que habrían de morir en la futura guerra. En el momento en que Moquíhuix despertó por la noche, se encontró con un anciano que hablaba con un perro, y este perro le respondía, lo cual tomó como una mala señal.
Axayácatl envió a una serie de mensajeros al resto de las provincias para explicar que la futura destrucción de los tlatelolcas no fue plan suyo, sino que es mera defensa, por lo que no quiere que crean que se está haciendo con el control de toda la provincia.
Antes del enfrentamiento, Moquíhuix envió un espía a los palacios de Axayácatl. Conociendo de antemano los planes, este último finge jugar a la pelota y en cuanto los mensajeros vuelven con Moquíhuix informando del despiste de Axayácatl, él toma las armas y empiezan a cercar y tomar todas las calzadas que permitían el acceso a Tenochtitlan. Axayácatl envía a su mensajero con las insignias de los muertos, y lo obliga a entregárselas a Moquíhuix de Tlatelolco. Viendo tal afrenta, mata al mensajero y fue este hecho el que inicia la batalla formal.
Tomadas todas las calzadas y cercados en el tianguis de Tlatelolco, perdiendo una gran cantidad de gente, muchos tlatelolcas comienzan a huir y a suplicar perdón, otros tantos insultan a Moquíhuix, quien se encuentra amotinado en el templo de esa ciudad, llamándole afeminado y cobarde.
Tras esto, Axayácatl subió al templo y mató a Moquíhuix.
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