Las relaciones diplomáticas son un pilar fundamental en el mundo, pues gracias a ellas se construyen lazos culturales, económicos y políticos entre los países. Estas alianzas traen distintos beneficios a nivel nacional e internacional.
Hoy te contamos cómo se construyó la amistad diplomática con una de las potencias principales del continente asiático, apropósito de la reciente llegada de Noriteru Fukushima, el nuevo embajador japonés nacido en México que llegó como sucesor de Yasushi Takase.
Si bien, el inició de las relaciones diplomáticas entre el país del sol naciente y México se formalizaron durante el gobierno de Porfirio Díaz, el primer encuentro entre estas dos naciones es bastante antiguo.
Aunque Japón se encuentre al otro lado del mundo, la primera ocasión en que estas dos culturas se reunieron fue en el año 1614 en tiempos de la Nueva España con la llegada del primer samurái embajador llamado Hasekura Tsunenaga.
Seguro te estarás preguntando cómo se acordó la visita de un samurái embajador a territorios de otro continente en pleno siglo XVII. La reunión se concretó gracias a las alianzas que se comenzaban a realizar entre Japón y España; como ambos países tenían el interés de intercambiar productos, se acordó que Japón enviaría un barco con una tripulación de 180 personas, para realizar los primeros acuerdos comerciales.
Más tarde, la nación japonesa cerraría sus fronteras durante un largo periodo y sería hasta el siglo XIX cuando México lograría reestablecer contacto con ellos, ya como un país independiente que no se encontraba subordinado a la corona española.
El mexicano nacido en Oaxaca, Porfirio Díaz, llegó al poder en 1877, tras una intensa lucha política y militar contra Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada. Desde inicios de su gobierno, Díaz tenía como objetivo la modernización del país y uno de los elementos principales era comenzar a establecer relaciones con países de otros continentes.
Cabe destacar que antes de que se formalizaran las relaciones diplomáticas, ya había habido un reciente encuentro amistoso entre Japón y México en 1874 con el viaje que realizó la Comisión Astronómica Mexicana para hacer una importante investigación astronómica que sólo era posible lograr desde Yokohama, Japón.
El encargado de la comisión, Francisco Díaz Covarrubias, hizo hincapié al gobierno mexicano en la posibilidad de entablar relaciones con el país de los samuráis y promover la inmigración al territorio azteca.
Sin embargo, el primer encuentro oficial se dio en 1882, en Washington, Estados Unidos, cuando el representante mexicano, Matías Romero acudió a una reunión donde conoció a otros diplomáticos japoneses que expresaron su interés en acercarse al país.
Tiempo después, el primer ministro japonés Okuma Shigenobu se enfocó en diseñar un tratado atractivo para el gobierno de Porfirio Díaz que sería firmado el 30 de noviembre de 1888. Se trataba del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre México y Japón.
Posteriormente, comenzaron a instalar sedes diplomáticas que respaldaran la labor cultural, política y económica que estaban estableciendo estos dos países. De hecho, según datos de la Embajada de México en Japón “la oficina consular que se encargó de abrir Murota Yoshifumi fue el primer establecimiento diplomático de su país en América Latina”.
Pero el papel del país asiático no sólo se acabó ahí, con la firma del tratado llegaron diversas personas japonesas a habitar en el territorio mexicano. Incluso, algunos de ellos tendrían un papel relevante en la Revolución Mexicana, tal fue el caso del samurái Kingo Nonaka.
Kingo Nonaka se enfrentó a las duras condiciones que vivieron los campesinos mexicanos antes de que estallara la Revolución. Gracias a su conocimiento en enfermería, pudo brindar apoyo médico durante las batallas revolucionarias, incluso llegó a atender a Francisco I. Madero cuando fue herido de bala.
Entre los japoneses que más destacaron por su participación están Saichiro Nishiyama, en las tropas de Francisco Villa; Fusaichi Otakara, en la lucha maderista y Asajiro Tanaka en las batallas de Venustiano Carranza.
De esta forma, la ayuda japonesa sirvió para la creación de estrategias políticas y militares para derrocar la dictadura de Porfirio Díaz.
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