El día que Pancho Villa se fugó de la cárcel de Tlatelolco

Tras enemistarse con Victoriano Huerta, el caudillo del norte fue apresado en Lecumberri y transferido a Tlatelolco meses después

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Victoriano Huerta y Pancho Villa se conocieron durante el levantamiento de Pascual Orozco en contra de Madero (Foto: INAH)
Victoriano Huerta y Pancho Villa se conocieron durante el levantamiento de Pascual Orozco en contra de Madero (Foto: INAH)

Los caudillos participantes en la Revolución Mexicana se ganaron el respeto de sus hombres debido a sus personalidades atrayentes, su liderazgo y valentía en las batallas sucedidas en el país. Entre ellos destaca Francisco Villa, quien participó en las dos etapas de la lucha. Su figura sigue despertando admiración y odio por igual.

Se destacó por su valentía, carisma, habilidad con las armas y su conocimiento del territorio. Siempre fue una figura incómoda para el gobierno debido a su pasado bandolero por lo que fue objeto de persecuciones. Y una vez lograron atraparlo.

Antes de la guerra de facciones en la Revolución Mexicana, hubo un tiempo en el que varios de sus actores trabajaron en conjunto para derrocar a un enemigo común: Porfirio Díaz. Pascual Orozco, Pancho Villa y Emiliano Zapata, siendo los principales, se alinearon con Francisco I. Madero en 1910. Después surgieron las diferencias entre ellos y la guerra continuó.

Orozco y Zapata al no ver satisfechas sus demandas, se levantaron en armas contra Madero. Para apaciguar esas fuerzas, Madero decidió recurrir a un personaje con experiencia militar en tiempos del porfiriato y que después sería su perdición: Victoriano Huerta. Pero Pancho Villa también estuvo bajo sospecha.

Victoriano Huerta  (Foto: INAH)
Victoriano Huerta (Foto: INAH)

Como forma de probar la subordinación y lealtad de Villa, lo dejó bajo el mando de Victoriano Huerta, quien era jefe de la División del Norte encargada de amedrentar las fuerzas orozquistas en el norte del país. A pesar de que Villa había mantenido contacto con Madero para reiterar su apoyo a la presidencia con el alzamiento de Pascual Orozco y Emiliano Zapata, Madero temió que otra fuerza se sumara en su contra.

Villa aceptó de mala gana pues Huerta sirvió como soldado destacable en las represiones de los Yaquis y Mayas insurrectos durante el periodo de Porfirio Díaz. Por su parte, Huerta odiaba a los revolucionarios sin antecedentes militares al verlos como una masa sin disciplina ni conocimientos suficientes, que era un sentimiento imperante entre los militares de la época.

Al inicio la relación fue amena hasta que Tomás Urbina, hombre cercano a Villa, saqueó una hacienda llevándose caballos, dinero y armas. Huerta quiso un castigo ejemplar: fusilar a Urbina. Pero Villa intervino y el castigo no procedió. El acoso de los militares hacia los voluntarios solo se intensificó.

De ríspidas relaciones pasaron a romperse cuando hubo una disputa por un caballo. De acuerdo con Paco Ignacio Taibo II, los hombres de Villa se apropiaron de un caballo propiedad de la esposa de un comerciante inglés. El caballo fue regresado por Huerta y Villa decidió retirarse de la contienda. Bajo el pretexto de insubordinación, Huerta mandó al paredón al Centauro del Norte.

Cuarto donde fue encerrado Pancho Villa en el que colocaron un retrato del caudillo en su honor (Foto: INAH)
Cuarto donde fue encerrado Pancho Villa en el que colocaron un retrato del caudillo en su honor (Foto: INAH)

Tras interceder Raúl Madero y el coronel Rubio Navarrete se canceló el fusilamiento. Villa salvó su vida, pero no la libertad: los cargos siguieron y lo mandaron a la cárcel de Lecumberri, el Palacio Negro. El caudillo aprendió a leer y escribir gracias a la ayuda de un zapatista preso y aprovechó el tiempo para escribirle a Madero pidiendo audiencias con él o la posibilidad del exilio.

Con esto solo logró ser trasladado meses después a la antigua prisión de Santiago Tlatelolco. El recinto fungió como convento hasta 1811, posteriormente se convirtió en prisión militar.

Sin ninguna esperanza ni atisbo de cambiar su situación, Villa decidió conseguir su propia libertad escapando de la cárcel. El caudillo aprovechó las intensas visitas a la prisión y con la ayuda de un escribano, se colocó un bombín en la cabeza y lentes obscuros; quebró los barrotes de su celda y haciéndose pasar por doctor, salió por la puerta principal en 1912 para escapar hacia Estados Unidos.

Pero regresó en 1913 tras el asesinato de Francisco Madero en la Decena Trágica.

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