Victoriano Huerta no sólo fue conocido por ser el usurpador que traicionó al presidente Francisco I. Madero, pues su afición a la bebida y su mal carácter fueron trascendentes en su forma de comportarse durante el primer periodo revolucionario de México. Su mirada sombría y su aspecto severo fue retratado en numerosas fotos en las que mira fríamente hacia la cámara.
Fue conocido como un hombre sanguinario, frío y cruel en desmedida. Y si bien sus acciones mostraban el pragmatismo con el que se conducía, también está el hecho de que sus enemigos fueron los principales difusores de la personalidad que hoy en día conocemos de Huerta.
Se alió con los golpistas Felix Díaz y Manuel Mondragón después de la muerte del general Bernardo Reyes, para llevar a cabo la Decena Trágica. El grupo golpista, bajo el auspicio del ministro Henry Lane Wilson, designó a Huerta como presidente temporal en lo que metía a partidarios del sobrino de Díaz y acto seguido debía convocar elecciones. Pero ese no era su plan.
Al asesinar a Madero y Pino Suarez el 22 de febrero de 1913, también decide exiliar a Félix Díaz en Japón y hacerse de los poderes de gobierno disolviendo el congreso. Además recibió el reconocimiento de varias naciones del mundo, España siendo la primera. Se sentía confiado.
Era una persona sumamente rencorosa que detestaba a los revolucionarios. Gran parte de los y las participantes en la revolución no tenían ni un mínimo conocimiento en materia militar. Eran campesinos, gente pobre, peones, jornaleros, de todo tipo de oficios y hasta oportunistas y criminales. Sin embargo, su conocimiento de las localizaciones y los terrenos, así como la temeridad de su andar, les fueron suficiente para vencer a sus enemigos.
Por este motivo Huerta odiaba a todos los caudillos cuando sirvió en el ejercito de Porfirio Díaz. Fue una pieza clave en el apaciguamiento del país al reprimir severamente a los ejércitos yaquis y mayas sublevados en Guerrero y Yucatán. Tras el ascenso de Francisco I. Madero, fue retirado del ejercito pero no por mucho tiempo. Con el levantamiento de Emiliano Zapata en Morelos contra Madero, sería reintegrado para combatirlo y su éxito contra Pascual Orozco en 1912 solo lo acercaría más al poder.
Venustiano Carranza, cabeza del ejercito constitucionalista, llevó a cabo una campaña de desprestigio contra Huerta una vez que este se exilio en España tras su derrota en 1914. Carranza pagaba a periodistas para que estos explotaran su fama de alcohólico ante el público además de denostar de modo racista su supuesto origen indígena.
También recalcaban “su traición a Francisco I. Madero, la usurpación de la silla presidencial, el asesinato de Madero y José María Pino Suárez, provocar la invasión a Veracruz, amén de una multitud de defectos personales como su alcoholismo, su raigambre indígena, y su supuesta afición a las drogas”, de acuerdo con Mario Ramírez Rancaño en Victoriano Huerta y sus correligionarios en España 1914-1920.
De acuerdo con el mismo texto, pagaba a los hermanos González Blanco, periodistas españoles, para que difundieran todo tipo de libelos en su contra, especialmente su ascendencia. De igual modo, se dice que la canción de La Cucaracha se burlaba del consumo de drogas del jefe de Estado.
Cabe recordar que su apodo popular era “El Chacal Borracho”, el cual señalaba su adicción al alcohol y su comportamiento hacia con los demás, pues el chacal es un animal carroñero.
A pesar de eso, uno de los miembros más cercanos a Huerta, Nemesio García Naranjo, admitió en sus memorias que el general tenía especial gusto por el coñac y se hizo fama de bebedor consumado. Algunos afirmaban que se la pasaba borracho todo el tiempo. A pesar de eso, el periodista Joaquín Piña en Triunfo y calvario del presidente Huerta afirmaba que “Contra lo que muchos afirman no se embriagaba de modo tal, que se descubriera su embriaguez. No lo vimos nunca, y lo entrevistamos con gran frecuencia, ebrio”.
Colérico, trataría de recuperar el poder presidencial tras el apoyo ofrecido por los alemanes durante la primera guerra mundial y de algunos norteamericanos. Al juntar sus fuerzas y tratar de ingresar a México a través del Río Bravo sería detenido por la justicia estadounidense y arrestado. Victoriano Huerta no volvería a pisar territorio mexicano ni siquiera muerto, pues fue enterrado, después de padecer cirrosis hepática, en el cementerio Evergreen en el Paso, Texas.
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