Porqué un monumento inacabado dio el nombre de Zócalo a la Plaza de la Constitución

La icónica plaza ha sufrido cambios a través del tiempo, incluso de nombre; ha fungido como estacionamiento, plaza de paseo, lugar de manifestaciones y recientemente el presidente Andrés Manuel López Obrador lo utilizó para dar el discurso de su tercer año de gobierno

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Simpatizantes se reunieron en el
Simpatizantes se reunieron en el Zócalo para acompañar a AMLO (Foto: Presidencia)

La famosa plaza del zócalo es uno de los espacios públicos más antiguos y emblemáticos de la ciudad. Fue uno de los primeros lugares planeados después de la conquista por ordenes de Hernán Cortés; en él hubo mercados, árboles, estatuas y ahora la bandera del país. Ha fungido como estacionamiento, plaza de paseo, lugar de manifestaciones y recientemente el presidente Andrés Manuel López Obrador lo utilizó para dar el discurso de su tercer año de gobierno.

Sin embargo, todos la llamamos Zócalo cuando en realidad es la Plaza de la Constitución. Esto debido a un proyecto que nunca llegó a hacerse. Bueno, al menos completarse.

En la plaza (Plaza Mayor en esos tiempos) hubo un mercado en tiempos del virreinato, sin embargo en 1692 tras un motín de indígenas, mestizos y españoles pobres causada por la falta de alimentos y la merma de las cosechas por el chahuistle, incendiaron la plaza y parte del Palacio Virreinal, hoy Palacio Nacional, dejando el mercado de madera reducido a cenizas.

La plaza y el Palacio
La plaza y el Palacio se vieron afectados por los motines de 1692 que causaron un gran incendio (Foto: La Plaza Mayor de México de Cristóbal de Villalpando)

Tres años después se construiría otro mercado, el Parián, en el que se vendía todo tipo de cosas. Después la plaza sería coronada por una estatua de Carlos IV en 1803 “se embaldosó el piso y se rodeó el monumento por una balaustrada de forma elíptica” de acuerdo con Salvador Novo que convivía con el viejo Parián.

Pero la estatua fue escondida alrededor de 1821 en la Universidad Pontificia de México para que no fuera destruida por los simpatizantes de la Independencia y del nuevo gobierno de México, dejando únicamente al caballo Tambor. La estatua quedaría ahí hasta 1852 cuando la movieron a la recién inaugurada Paseo de la Reforma y en 1979 es trasladada al Museo Nacional de Arte.

Donde se alzaba altivo el rey Carlos en su caballo al modo de los grandes generales y emperadores de la época quedó el Parián pero sería destruido casi por completo después de que en 1828 se alzaran en armas personas de la cárcel de la Acordada y vandalizaran el mercado.

En la época de Porfirio
En la época de Porfirio Díaz el Zócalo era estación de tranvías (Foto: Mediateca INAH)

En 1824 con Antonio López de Santa Anna al frente se planeó la construcción de un monumento, una edificación digna de conmemorar el movimiento que dio independencia a una nación y por la que tantos habían caído, incluso cuando Santa Anna luchó en el lado contrario. Se erigiría la Victoria Alada y sería un mausoleo para los restos de los héroes patrios. Para esto daría muerte al ya moribundo Parián en 1843.

Esta obra se le encargó al arquitecto Lorenzo de la Hidalga y se construyó la base, el zócalo del monumento. Pero sería el único progreso durante muchos años: “la obra caminó con tal lentitud, que el zócalo sobre el cual habría de posar su alado pie la Independencia, fue muchos años lo único que veía la gente”, escribió Novo en los paseos de la ciudad.

El monumento iba a ser similar al del Ángel de la Independencia en el Paseo de la Reforma: el basamento con los restos, otro con un capitel adornado con bajorrelieves, en las esquinas los héroes patrios y una columna en la que estaría la Victoria Alada.

Litografía del Ángel de la
Litografía del Ángel de la Independencia en la Plaza de la Constitución de la ciudad (Foto: INAH)

Pero la falta de dinero y la invasión norteamericana truncarían los planes del excéntrico Santa Anna. Y ese monumento fallido quedaría oculto bajo el suelo de la metrópoli y los constantes cambios que se le hicieron de acuerdo al periodo: arboles, destino de tranvías, palmeras, pegasos (hoy en bellas artes), una plancha desnuda y el ahora un mástil.

Finalmente, en 2017 se inició el remozamiento del suelo y se encontró a 30 cm de profundidad el zócalo de Santa Anna que dio el popular nombre a la plaza. De acuerdo con un boletín del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto protegió los vestigios “mediante una cubierta geotextil y tepetate, para permitir la continuidad de los trabajos de rehabilitación” dando paso a la plaza que actualmente conocemos.

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