Las relaciones entre el país azteca y el nipón vienen desde 1893 año en el que se firmó un acuerdo migratorio entre los dos países para solventar el problema de sobrepoblación en Japón y establecer una colonia en el Soconusco, Chiapas de japoneses que llegaron en 1897. Este primer intento se vio en dificultades por la joven edad de los migrantes y la situación adversa para la cosecha.
Sin embargo, la semilla de los japoneses en México había sido plantada y al igual que muchos mexicanos, los japoneses al ser aceptados como mano de obra durante el porfiriato, conocieron de primera mano las injusticias del trabajo en México. Por este motivo se unieron varios a la causa revolucionaria.
Así lo vivió Kingo Nonaka, el celebre samurái de la División del Norte. Llegó junto con su tío en 1906 a Salina Cruz donde trabajó en las cosechas de caña y vivió bajo duras condiciones junto con otros 1000 japoneses y 500 mexicanos. Después migraría hacia Ciudad Juárez, Chihuahua, para llegar a los estados Unidos.
Nonaka tras aprender enfermería recibiría el título para laborar en ese campo. Su participación en la guerra inició cuando atendió a Francisco I. Madero en su hacienda tras ser herido por varios balazos en un enfrentamiento. Se uniría a la División del Norte después de la Decena Trágica y es el caso más famoso de los japoneses en la Revolución.
Tampoco sería la última vez que los nipones ayudaron a los Madero. Durante la Decena Trágica, el 9 de febrero de 1913, la familia del presidente fue alojada en la legación durante el golpe de estado huertista. Kumaichi Horiguchi era el encargado de los negocios de la legación japonesa en México quien ya tenía relaciones con la esfera política mexicana de 1911.
Él y su esposa eran cercanos a los Madero, pero fue esta última, Stina de Horiguchi, quien era gran amiga de la hermana y esposa de Madero y quien tuvo la iniciativa de alojarlos en la embajada.
Se les dio refugio durante varios días. Los huertistas al saber el paradero de la familia, fueron a atacarlos pero se vieron frenados cuando Kumaichi extendió la bandera del sol naciente y se interpuso en su camino diciéndoles que si ponían un solo pie en la bandera causarían un gran problema internacional. Terminada la Decena Trágica con el asesinato de Madero, Horiguchi acompañó a la familia al puerto de Veracruz para su viaje hacia Paris.
Más adelante, del lado villista, también se encontraba Saichiro Nishiyama, quien se incorporó al ejército de Francisco Villa. Su papel fue un tanto interesante puesto que, presuntamente, se involucró con la fabricación y uso de armamento japonés. Durante la contienda revolucionaria, Victoriano Huerta trató de seguir con las negociaciones con la empresa Mitsui Bussan que había iniciado Gustavo Madero para adquirir armamento.
Estados Unidos intervino de forma infructuosa para que estas entregas no siguieran, sin embargo, una parte del cargamento se perdió y la que llegó a Manzanillo, se cree, quedó en manos villistas. También se cree que Villa, por medio de Nishiyama, compró armas a la Mitsui aunque no está comprobado. Paco Ignacio Taibo II en la biografía novelada de Pancho Villa incluso menciona que japoneses se le acercaron para venderle parque y armas.
De igual forma a Fusaichi Otakara, quien fue jornalero y trabajó para Madero. Pero siendo descendiente de samuráis, decide unirse a la batalla mexicana quien llegó a teniente de Caballería. Dejó la vida militar por su familia y se cree que él fue el primero en vender raspados o Yukis en Nuevo León.
También está del bando de los constitucionalistas Asajiro Tanaka, quien participó en el ejército de Venustiano Carranza y Kisaburo Yamane quien se enfrentó al ejercito zapatista en Morelos por ordenes de Carranza.
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