Todos tenemos uno y si de por sí llegamos a pensar que los apellidos son repetitivos, en cuestión de nombres nos muestran que la gente puede llegar a ser muy poco creativa habiendo casos en los que en un salón de clases había al menos tres personas con el mismo. Al menos los apellidos no los podemos controlar.
Y esto ha sido causante de burlas en las que se ríen de los nombres que se asocian con gente “fresa” como Santi y Sofi.
Pero no es casualidad. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) Santiago y Sofía son de los más populares en el país contando con más de 46,943 registros el primero y 30,154 registros el segundo de acuerdo con los datos de los años 2017 a 2020.
Los nombres vienen desde el origen de la humanidad a diferencia de los apellidos. Estos buscaban destacar de entre las demás personas, darles cierta individualidad. Y como antes no podía asignarse un apellido que mostrara la ascendencia de la persona, se le otorgaba el mismo nombre que tuviera el padre o la madre. Quizá sea ficticio pero hay que recordar el caso de la novela Cien años de Soledad en el que en la familia Buendía se repiten los nombres de los progenitores en sus descendientes.
Y también estoy seguro de que ustedes conocerán aquella persona que decide utilizar su nombre para nombrar a su hija o hijo en lugar de buscar uno nuevo.
Algunos nombres ni siquiera tenían tal cual un significado, solo buscaban describir las cualidades, primordialmente positivas, de las personas ya sea que las tuvieran o que los demás las vieran en ellos. De hecho el nombre se creía era representación del alma, por lo que en algunas culturas se guardaba con recelo para no caer victimas de algún hechizo.
De este modo Sofía es un nombre griego y significa sabiduría. Viene de ‘Sophia’, mujer con sabiduría o mujer sabia. Fue ampliamente usado durante la Edad Media en las familias de la realeza del imperio austro-húngaro y alemán. Ampliamente relacionada con la filosofía por tenerla como sufijo, también se tenía asociado el nombre a clases altas o bien acomodadas y despertaba cierto respeto a la portadora del antropónimo.
Por su parte, el nombre Santiago viene de la Edad Media y es una evolución de Jacob. De acuerdo con la Enciclopedia de Nombres: “De la forma hebrea Jacob se origina Jaco, Jago o Yago, que fundido con el título del santo se convierte en nuestro común Santiago” y de este también deriva Jaime o Diego.
Santiago fue uno de los apóstoles que hicieron sus vidas de lado para seguir a Jesús. Si bien San Pedro es de los más famosos, Santiago lo fue para los españoles debido a su peregrinar por la península ibérica durante el siglo VII de acuerdo con el texto apócrifo Breviarum Apostolorum. En el siglo XI, de apóstol pasa a ser un guerrero santo tras incursionar en la primera cruzada de los cristianos contra los musulmanes en la Península. Tales obras lo han consignado como el santo patrono de España.
A pesar de estas características, estos nombres en tiempos recientes han sido objeto de burlas por ser ampliamente usados dentro de la sociedad mexicana. Santiago y Sofia por su hipocorístico (diminutivo) Santi y Sofi, son asociados con gente rica y denominada whitexican.
Los nombres, sin importar cuál elijamos ya sea por mero gusto al decirlo o porque su significado y trasfondo nos haya conmovido, nos dotan de identidad.
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