El ataque al Palacio Municipal de Guaymas en que fueron asesinadas tres personas, incluida una joven activista, habría sido perpetrado por la Plaza, cuyos nexos han sido identificados hasta Empalme con el Cártel Caborca.
Fuentes de inteligencia naval reportaron a Infobae México que existen indicios sobre la participación de esta célula delictiva, bajo el mando de Francisco Javier Espinoza Camacho, el Fino y/o el Picipi.
Este sujeto es ubicado como principal lugarteniente del grupo criminal en los dos municipios localizados en la costa del Golfo de California, más de 100 kilómetros al sur de Hermosillo.
Los informes a que tuvo acceso este medio indican que el sicario asesinado en la balacera de este 25 de noviembre formaba parte de la estructura delincuencial de la Plaza.
“Ese sicario ya tenía orden de aprehensión, había habido ya dos, tres intentos de detenerlo”, reportó esta mañana José Rafael Ojeda Durán, titular de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar).
El almirante aseguró que fue un ataque contra el capitán de navío, Andrés Humberto Cano Ahuir, quien llegó a la Comisaría de Seguridad Pública en 2019 y siguió en el cargo pese al cambio de administración con la alcaldesa, Karla Córdova.
Aunque versiones en redes sociales destacaron la fotografía del Fino como quien había muerto en el edificio de la alcaldía, las fuentes consultadas por este medio indicaron que no era así.
Sin embargo, se presume que el bando que encabeza estaría detrás del atentado en que también fue asesinada Marisol Cuadras.
La joven activista de 18 años marchó hasta la sede del gobierno local con un grupo de 12 a 15 compañeras de Feministas del Mar para protestar pacíficamente en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Cuestionada al respecto de la célula delincuencial, la Secretaría de Seguridad Pública de Sonora no ofreció una respuesta precisa a este medio. Pero si aseguró que ya estaban identificados los probables responsables del ataque.
La Plaza ya había declarado la guerra a las autoridades de Guaymas en julio del año pasado y, nuevamente, trascendieron sus amenazas en marzo de este 2021.
A mediados de 2020, los presuntos criminales acusaron al entonces secretario de Seguridad federal, Alfonso Durazo, a la gobernadora Claudia Pavlovich y a la fiscal del estado, Claudia Indira Contreras, de favorecer a los Salazar, brazo armado del Cártel de Sinaloa.
En aquel entonces colocaron tres narcomantas en San Carlos, la Muralla y la entrada a Empalme. En el narcotexto indicaron que el asesinato de uno de sus operadores, Juan Francisco Herrera Ortiz, el Brujo, fue perpetrado por Francisco Alfredo Armenta Ontivero. Agregaron que este sujeto fue dejado libre pese a su detención con armas dos meses antes.
Ese ataque también cobró la vida de la esposa del Brujo y su hija menor. Otros integrantes de la familia fueron heridos por los impactos en la zona de Playitas.
“El capitán de la Marina, Andrés Humberto Cano Ahuir, actual director de Seguridad Pública en Guaymas, tenía conocimiento y permitió este cobarde ataque y daño a personas de La Plaza (sic)”, se leía en los narcomensajes. Desde entonces amagaron que si seguían apoyos a los Salazar, la violencia no acabaría.
A finales de marzo de este año fue difundido un video en redes sociales donde cuatro hombres fuertemente armados interrogaban a un presunto miembro de la Plaza. El sujeto dijo llamarse Jacobo Pérez Flores, y que vendía drogas en Empalme como en Guaymas a las órdenes del 03, el 01, el Pitayo, el Rábano, el Fino, y el Chuy.
El supuesto narcomenudista reveló que su grupo criminal operaba para secuestrar niñas y venderlas a extranjeros o usarlas en fiestas y después quemarlas en fosas clandestinas. La grabación como los narcomensajes fueron la parte pública de la Plaza en los últimos meses.
Los antecedentes y vínculos del grupo criminal han sido ubicados con familiares de Rafael Caro Quintero, el Narco de narcos, en específico, con su primo Sajid Emilio Quintero Navidad, quien era jefe de plaza de los Beltrán Leyva en el sur de Sonora hasta que fue detenido en 2017 y se declaró culpable en 2018.
Desde que el Cártel del Pacífico se enemistó con sus socios a finales de la década pasada, el norte de Sinaloa ha sido territorio en disputa que defendieron el familiar de Caro Quintero y Fausto Isidro Flores Meza. Esa región es la misma que colinda con Guaymas y Empalme.
Tras la caída de Sajid Emilio, su hermano Juan Pablo Quintero Navidad tomó las riendas de la célula delincuencial. Este último delegó las operaciones a Francisco Javier Espinoza Camacho, el Fino, responsabilizado por una ola violenta que incluye asesinatos y desaparición de personas.
En diversas narcomantas se han autodenominado como la Plaza. Lo mismo acusan traiciones en municipios de la costa que en la sierra de Sonora, donde alegan que las autoridades favorecen a los Salazar, familia de narcotraficantes que que aún son fieles socios de los sinaloenses.
Los reportes locales destacan que el Fino emplearía a Antonio Castro, el Rábano, como su jefe de sicarios. Presuntos traidores, mujeres y niños forman parte de su récord criminal. Otros operadores serían Oliver Esquivel Hernández, el Oliver, así como el Peña.
Los Quintero han destacado en Sonora desde mediados de 2020, luego de que, supuestamente, conformaran el Cártel Caborca bajo el nombre del Narco de narcos, a quien las autoridades de Estados Unidos atribuyen su asociación con el Cártel de Sinaloa.
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