Pobladores de Aguililla que viven en medio de la narcoguerra entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) contra Cárteles Unidos se manifestaron para exigir al Ejército que deje fluir la disputa por Michoacán.
El cártel de las cuatro letras movilizó su base social de apoyo, mezclada entre habitantes coaccionados y algunos más en demanda legítima por el hartazgo de padecer los costos de carreteras bloqueadas que no les permiten proveerse de insumos, trabajar o vender sus productos.
Las fuerzas de Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, han recurrido nuevamente al mismo método de presión de sus rivales, quienes fingen ser autodefensas, lanzan mensajes con mujeres y niños o se enfrentan a las autoridades con playeras blancas para pedir ayuda al gobierno contra sus enemigos.
Esta manifestación contra soldados se da en un contexto donde la Policía de Michoacán, Guardia Nacional y el Ejército han reforzado patrullajes en zonas dominadas por Cárteles Unidos, donde lo mismo se conjuntaron Viagras, Blancos de Troya, Cártel de Tepalcatepec, Caballeros Templarios, Familia Michoacana, y el resto de células que no quieren dejar la plaza al CJNG.
Los pobladores no quieren que pase lo mismo que en Buenavista, donde habían ganado terreno los operadores de Oseguera Cervantes, pero terminaron por replegarse ante la colaboración de autoridades para que regresaran miembros de Cárteles Unidos, bajo el pretexto de rescatar a un líder social. Algo que se ha acusado, fue una farsa. Luego de ello también volvieron los abusos de Viagras.
“Si ellos entran otra vez, ponemos 2,000 personas aquí para pararlos”, dijo Habacuc Solórzano, un agricultor de 39 años que lidera el movimiento civil asociado con fuerzas del Mencho.
Los habitantes de Aguililla están hartos de la estrategia del Ejército de simplemente separar al CJNG de los Viagras.
Hasta ahora, esa política permite que los aliados de Cárteles de Unidos, quienes extorsionan y cobran cuotas, coloquen barricadas y retenes que han bloqueado todo el comercio con el municipio.
Los limones y el ganado que salen, o los suministros que llegan, deben pagar un impuesto de guerra a los Viagras.
“¡Preferimos que nos maten ustedes a que nos maten los criminales!”, gritó un manifestante a los soldados durante un tenso enfrentamiento de una hora a la altura del llamado Puente del Tecolote, donde los militares montaron su campamento.
Eran alrededor de 500 personas con el rostro tapado, palos, hondas y piedras que no utilizaron. Esta manifestación sucedió el 16 de noviembre. Los residentes quieren que el Ejército luche contra ambos cárteles o al menos deje que las dos organizaciones criminales se enfrenten.
“Que dejen que los cárteles se maten solos”, gritó un manifestante. “¡El cártel Jalisco va a topar con todos!”.
Mientras tanto, una docena de soldados se mantuvo resguardada detrás de una barricada de neumáticos de automóviles. Pasivos, los castrenses escuchaban las exigencias del escudo humano movilizado por el CJNG. La opinión de abrir paso a la narcoguerra es muy extendida.
“Lo que necesita este pueblo es que un cártel fuerte entre y tome el control e imponga alguna semblanza de calma”, dijo un sacerdote local. “Hasta el momento, todo parece indicar que ese grupo es Jalisco”.
Pero por encima de todo, lo que quieren los residentes es que se quiten los retenes de los Viagras y se vuelva a abrir la carretera. Debido a que ocasionalmente deben transitar por esos caminos cerrados, ninguno de los habitantes quiso dar su nombre por temor a represalias.
“La única entrada nacional que tenemos hacia el pueblo de Aguililla está bloqueada y está controlada por un cártel, el cual está a escasos 500 metros de ustedes (el Ejército), y ustedes no están haciendo nada para que se cumpla nuestro derecho de libre tránsito”.
“Ustedes no saben lo difícil que es para nosotros tener que estar costeando una guerra que viene a matarnos a nosotros”, agregó sobre el retén ilegal que mantienen los Viagras en División del Norte.
Autoridades federales que encabeza Andrés Manuel López Obrador han optado por preservar el statu quo y hacer que cada cártel permanezca en su territorio. Pero el CJNG no aceptará al gobierno como árbitro de las divisiones territoriales de los grupos narcotraficantes.
Un líder local del grupo delictivo reiteró que el Ejército solo está tratando de proteger al más débil de las dos agrupaciones, los Viagras, por razones de corrupción.
El CJNG está en todas partes en Aguililla, desde camionetas y carros blindados caseros con las iniciales del cártel hasta los pequeños trampolines que la organización instaló para los niños en cada pueblo.
Unos vecinos revelaron que fueron presionados a participar en la protesta y accedieron por temor a que les cortaran el agua o la electricidad. Otros solo están cansados de pagar a los Viagras y mantenerse aislados del mundo exterior.
Una manifestante describió cómo murió su padre a principios de 2020 porque los Viagras no les permitieron llegar al hospital.
El CJNG es el único cártel en México que no oculta lo que es y no juega con la política de las relaciones públicas con la prensa o la moderación. Habitantes han acusado que Cárteles Unidos coopta a los medios bajo el discurso de exponerse como víctimas.
“Nosotros somos narcos”, dijo el líder local, quien no dio su nombre. “Que cada quien se dedique a lo suyo”. Y agregó que el problema con los Viagras y otras bandas locales con las que están enfrentados es porque “ellos quieren todo para ellos”.
Las fuerzas de Oseguera Cervantes mantienen su ejército de las ganancias que generan al inundar con fentanilo y metanfetamina las calles de Estados Unidos. En parte, los cargamentos de cocaína son traídos por aire desde Costa Rica.
“Dice el escorpión que necesita mercadería”, comentó un integrante de la agrupación criminal a su jefe. El sujeto conducía una camioneta llena de hombres del cártel armados con fusiles de asalto AR15.
El líder metió la mano en su propia camioneta y le entregó al copiloto una bolsa de plástico con lo que parecía ser un kilogramo de cocaína, aparentemente para “las tropas”.
Los operadores del CJNG entienden la fuerza bruta; por el momento, no molestan mucho a los residentes de Aguililla, porque no es necesario. Pero si sospechan que uno está trabajando activamente para los Viagras o les está pasando información, es probable que la esperanza de vida de esa persona sea muy corta.
El jefe local se encoge de hombros ante las afirmaciones del gobierno de que cárteles como el de Jalisco están teniendo problemas para reclutar a jóvenes, debido a los programas de empleo y capacitación de la actual administración para ellos.
“Depende del tipo de jóvenes”, dice. Señala que algunos se van con eso (becas, o el programa jóvenes construyendo el futuro), “pero los otros, los que duermen bajo puentes llegan aquí y piensan que están en París, aquí hay comida”, agrega.
“Le dejo claro a mi gente que vienen aquí a pelear”, puntualiza.
Más allá de la comida, el pago regular y las drogas ilimitadas, el CJNG también ofrece a sus jóvenes soldados una especie de estructura familiar. Todos, incluso el jefe local, se refieren a su superior inmediato como “apá”, la manera como un niño diría “papá”.
Tanto Cárteles Unidos como los Jaliscos han desarrollado drones portadores de bombas, y el guerrero más temido en estos campos de batalla es el “dronero”, el operador de estos aparatos. La guerra con ese tipo de artefactos ha mejorado, y no es inusual ver techos de graneros o cobertizos de metal abiertos como latas por el impacto de las explosiones de drones.
Los lugareños también afirman, aunque hay poca evidencia más allá de unos pocos cráteres en las carreteras, que los cárteles están comenzando a usar minas terrestres.
Ante ello, el gobierno mexicano ha recurrido a una carta poderosa para superar al CJNG: helicópteros Blackhawk equipados con ametralladoras eléctricas de cañón giratorio que pueden disparar 6.000 municiones por minuto.
Ese armamento está prohibido en la mayoría de los países en conflictos civiles. Es el tipo de fusil que el presidente Andrés Manuel López Obrador dice que ya no quiere. Pero por el momento, una potencia armada así de enorme es lo único que detiene al CJNG.
“Nos incendiaron dos camionetas”, dijo el jefe de la pandilla local sobre las ametralladoras. Cuando llegan “los wachos (soldados) en helicóptero, con minigun, allí no hay nada que hacer, te haces a un lado”.
No está claro que vaya a ser así por mucho tiempo. El CJNG es conocido por dos cosas: ser el cártel más armado de México y el único que ha derribado un helicóptero militar, como lo hicieron en 2015 y mataron a ocho soldados, así como un policía.
La capacidad de fuego de esta agrupación incluye ametralladoras ligeras, rifles de francotirador calibre .50 y granadas y lanzadores de 40 mm.
El gobierno, temeroso del tipo del derramamiento de sangre que comenzó en 2018 cuando el cártel de Jalisco se trasladó al vecino estado de Guanajuato, ahora tiene una política inviable de defender las divisiones territoriales de las pandillas y una ventaja militar cada vez más estrecha.
Un capitán del Ejército que no dio su nombre e intentó hablar con los manifestantes de Aguililla expresó la situación.
“¿Cómo vamos a permitir que entre mexicanos se estén matando?”, dijo. “Esto simplemente no puede ser”.
Sin embargo, los pobladores siguen atrapados en la guerra del narco sin opciones inmediatas para asegurar su libre tránsito.
Un factor determinante es que sospechan de la colusión de autoridades con Cárteles Unidos. De esa manera se ha prolongado la batalla al punto de la exasperación, donde la única salida parece la pax narca.
Con información de AP
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