Hernán Cortés es un personaje de la historia de México, que si bien hizo que dos culturas nuevas se mezclaran y dieran como resultado prácticamente lo que hoy es México, también llegó a imponer su pensamiento, religión y costumbres, tratando de eliminar las que se tenían en Mesoamérica.
Cortés es un destacado personaje, pues gracias a él se logró lo que se conoce como la Conquista de México, y posteriormente, la época colonial del país.
Actualmente se saben muchas cosas de aquella época, gracias a todas las narraciones hechas por diferentes personajes de esos años, por ejemplo, el cronista Bernal Díaz del Castillo, quien se encargó de narrar muchos acontecimientos que se vivieron.
Características como las vestimentas que se usaban, las costumbres, los problemas de la época, y por supuesto, lo que acostumbraban comer. También se habla de los instrumentos, los protocolos y las recetas, que son diferentes en cada época, según la religión, las tradiciones o el entorno social.
Durante la travesía de Cortés al nuevo continente, tuvo varios cargos, que iban desde almirante, capitán, y por supuesto, gobernador, lo que hizo que viviera y conviviera de diversas formas con diferentes personajes memorables de la época, como Moctezuma, o la Malinche, que en realidad se llamaba Malinalli.
Durante toda su historia, comerá diversos platillos, dependiendo de la ubicación en donde se encontrara y el cargo que ejerciera, por ejemplo, será diferente comer provisiones en un barco que se encontrara en alta mar o deleitar en tierra firme las delicias prehispánicas, hechas por los indígenas.
Cuando llegó a México, las costumbres se fueron mezclando, así como los ingredientes y la forma de preparar la comida, dando como resultado algo muy similar a los platillos que comemos hoy en día. Durante este periodo, los platillos eran básicamente indígenas, hasta que llegaron los barcos del viejo continente con especias, algunos animales como cerdos, y semillas para el cultivo, como el trigo. En aquella época, el protocolo para comer era más salvaje, pues se comía con las manos, pero poco a poco se fueron adquiriendo las normas de etiqueta española. Por otro lado, los indígenas comían de forma elegante y con una dieta más balanceada.
Para dar una idea, hubieron dos banquetes que se realizaron de forma consecutiva. En el primero no estuvo presenta ninguna mujer, en el segundo sí. Se les ofrecieron lugares en los balcones, su comida tuvo lugar mientras escuchaban discursos, y para comer, se les ofreció mazapanes de almendras, rosquillas, almendras y confites. Como sorpresa, en algunos mazapanes se pusieron monedas de oro.
Durante los banquetes de 1538 se ofrecieron frutas de la tierra: papaya, guayaba, mamey, tejocote, zapote negro, chicozapote y ciruelas. Se dio de beber agua fría de fruta que podía fermentarse estilo tepache; sin embargo, la bebida hecha a base de cacao les encantó a los españoles, incluyendo a Cortés. Bernal también hace alusión a la botana donde se ofrecieron: aceitunas, rábanos, quesos, cardos y frutas de la tierra. La bajilla utilizada fue de oro y plata, la comida consistía en dos o tres ensaladas, asados de cabritos, pernil de cerdo a la ginovisca (pesto de albahaca en aceite de oliva), probablemente el nombre en honor a Colón.
También se sirvió una especie de empanada hecha de codornices y palomas, guajolotes asados y rellenos de carne y frutos secos; de igual forma ofrecieron el manjar blanco (hecho de arroz molido, azafrán, gallina cocida, leche y azúcar); para continuar se presentan cazuelas de platillos indígenas con carnes desmenuzadas y verduras. Casi para terminar se sirvió asado y cocido de carnero, vaca y puerco con bandejas de nabo, col y garbanzo; para terminar, se dieron guajolotas (pavitas) enteras y decoradas con plumas. “Era tanta la comida y tan bien hecha que devoraron como si fuese el último bocado de la existencia”.
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