Los ejércitos de Pancho Villa y Emiliano Zapata entraron a la Ciudad de México en diciembre de 1914 para concertar su alianza. Miles de soldados con las caras quemadas y sombreros enormes desfilando por las calles de la capital. El 6 de diciembre el presidente interino los recibió en el Palacio Nacional donde hubo un banquete de bienvenida. El momento quedaría inmortalizado en una foto.
Con la escalada en las tensiones entre las facciones participantes en el conflicto, entre 1914 con la derrota de Victoriano Huerta a 1917 con la subida de Venustiano Carranza al poder, la revolución Mexicana llegaba a su punto más cruento.
El punto de quiebre vino cuando Pancho Villa desobedeció las ordenes de Venustiano Carranza, quien le dijo que no debía adentrarse a Zacatecas, último bastión huertista que se encontraba rodeado por la fuerza armada del Centauro del Norte. Así que Villa entró y tomó victoriosamente la ciudad. Pero costó la renuncia del Centauro del Norte del ejercito constitucionalista.
Emiliano Zapata, por su parte, tampoco estaba de acuerdo con el sentido que tomaba el andar de los constitucionalistas, por lo que también se separaría de Carranza. Hay que recalcar que las tres facciones luchaban por diferentes objetivos: Carranza en su plan de Guadalupe, luchaba por la restitución de la democracia desconociendo a Huerta como presidente; Villa luchaba por los intereses de la población del norte, y Zapata por la repartición y distribución de la tierra a los campesinos del sur.
Con la celebración de la Convención de Aguascalientes, en la que se buscaba formar un gobierno y formalizar la transición a la paz, se logró juntar a las tres facciones después de que en el anterior intento no se invitara a los zapatistas y los villistas no asistieran. Se estableció que la junta era soberana y Carranza debía dejar el poder para ser elegido un presidente. Carranza, sin embargo, no estuvo acorde y desconoció los acuerdos establecidos.
Por esta razón y confiados por sus poderosas posiciones, decidieron unirse para ir en contra de los Constitucionalistas. Para esto debían reunirse. Carranza ante la perspectiva de la invasión, se traslada junto con Álvaro Obregón al estado de Veracruz en noviembre.
El 4 de diciembre se juntaron en Xochimilco para firmar el pacto de Xochimilco, en el que establecerían sus estrategias para ir detrás de las fuerzas constitucionalistas y donde el villismo aceptaba el plan de Ayala.
Los caudillos que a pesar de ser grandes lideres, al encontrarse tuvieron dificultades. Las palabras no surgieron tan fácilmente puesto que no sabían cómo comportarse el uno con el otro. Al final terminaron despejando el aire de tensiones y entre dichos una vez claros y otra vez ambiguos, se dieron un fraternal abrazo.
Con la lengua más suelta por los halagos y el odio compartido hacia Carranza, comieron mole con guajolote, tamales y frijoles sazonados con chile verde y epazote. Después se retirarían a un cuarto privado para hablar de los demás planes.
Para el 6 de diciembre entrarían a la ciudad con cerca de 50 mil hombres y se dirigirían por la actual calle de Madero (en ese entonces Plateros) hacia el Palacio Nacional donde serían recibidos por el presidente provisional Eulalio Gutiérrez. Los llevaría por un recorrido donde se tomarían la clebre foto de los caudillos en la silla presidencial rodeados de su comitiva.
Después en una de las salas se serviría un banquete en el que Eulalio tratará de satisfacer a los caudillos con grandes porciones de comida. El único a gusto de los celebres guerreros sería Villa. Zapata estaría tenso rodeado de tanta gente con la mirada severa. A pesar de la seguridad que les daba el momento, su numeroso ejército y la retirada de Carranza a Veracruz, no se imaginaban que los aires de victoria se tornarían en su contra.
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