Qué chafa es la historia de la mayoría de las palabras. No porque sean aburridas ni mucho menos. Pero sí por la falta de documentación de muchas de ellas. Aunque hay que comprender que todas siguen un camino difícil en el que reciben varias modificaciones que terminan cambiando su sentido o forma y las hace completamente distintas a como eran en un inicio.
Por esto los estudios, artículos y demás documentos que se sumerjan en este campo son, en algunos casos, escasos. Y se comprenden esta falta de estudios, puesto que las palabras cambian de uso como nosotros de calzones. Y esto pasa de igual forma con la palabra “Chafa”.
Chafa, chafón, chafada, chafita... Es utilizada para designar algo de baja calidad o que no supera las expectativas creadas. La Real Academia de la Lengua Española (RAE) la define como algo de mala calidad y es utilizado de forma coloquial en México y Nicaragua. El Diccionario del Español de México lo define como algo “Que es malo, deficiente o de mala calidad; que presume de ser algo que no es o que no cumple con las expectativas que genera”.
Su sentido es claro, sin embargo, su origen no es para nada claro. Se cree que viene de palabras inglesas. También de la palabra chafar, que es la acción aplastar, aplanar o arrugar. Lo cierto es que su origen es muy incierto.
Como se mencionó arriba, se cree que viene de la palabra inglesa ‘chaff’ que alude a la cascarilla de las semillas pero es también utilizado como basura o desperdicio, por lo que es una teoría interesante. Otro posible origen es la proveniencia de la palabra chafallón, originaria de España, un adjetivo que refiere a alguien “que trabaja de modo tosco y grosero”. De hecho refiere a los sastres que hacían mal su trabajo y casi del mismo modo se le designaba a sus productos: chafallones.
Durante el periodo colonial en Sudamérica en el que los conquistadores fijaban sus ojos en los metales preciosos, varios de los cronistas dejaban de lado las habilidades y técnicas utilizadas en la elaboración de los objetos y se fijaban más en su composición. Estos eran destinados a la fundición para la creación de monedas por lo que se les designaban como chafalonías: “Conjunto de objetos inservibles de plata u oro, para fundir”, de acuerdo con la definición que da la RAE.
La chafalonía, que era el oro bajo, era de ley de 2 a 7 quilates, de acuerdo al documento Breves Informaciones sobre la Metalurgia de los Indios de Santa Marta que, “se funde y saca de pájaros y papagayos y orejeras y cascabeles y otras cosas que los indios hacen de menudencias”, mientras que el oro fino era el que se sacaba directamente de la mina.
Ya en diferentes países adquiere distintas significaciones: en el Salvador, por ejemplo, designa a los militares y en Nicaragua refiere a alguna burla o broma, aunque también se utiliza como en México hablando de las cosas de baja calidad en su producción.
De este modo la palabra mantiene conexión entre cada una de estas al designar algo de baja calidad, casi basura o inservible. Con el avance del tiempo, de las costumbres, de la gente y sus actos de habla, la palabra cambió hasta como la conocemos: utilizada para calificar situaciones, objetos y personas dentro de la ciudad: lo chafa.
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