Es una forma coloquial de decir que lo que hicimos lo hicimos mal o que algo malo nos va a pasar. Similar a ya nos cargó el payaso o bien nos lleva la tiznada o la fregada. Quién tú quieras y con quien más te acomodes. ¿Pero sabes qué significa chahuistle? Apuesto a que te lo has preguntado.
Pues bien, vamos a ello. Esta frase hace referencia a una enfermedad producida por hongo que sale en las cosechas de maíz. La palabra chahuistle viene del náhuatl chahuistli que significa enfermedad en la hoja de maíz y que ha devastado los cultivos desde la época prehispánica. También se puede presentar en los tallos del trigo, cebada, avena y centeno.
Ojo: no hay que confundir con el huitlacoche, ya que ese hongo se da en el maíz, no en la hoja como el chahuistle. Además se presenta como puntos blancos que hacen que la hoja se doble y puede sobrevivir a temperaturas de 10 a 30 grados, por lo que se presenta la mayor parte del año.
Al ser el maíz una de las bases de la alimentación en México, tiene sentido que un hongo como este, al devastarlo todo, se le atribuya una frase así y demás señales de tragedias. Pero el chahuistle no solo ha destrozado cosechas, también ocasionó, en parte, la deformación del actual Palacio Nacional.
El 8 de junio de 1692 hubo un motín de indígenas y mestizos ocasionada por el hambre, la falta de productos y las sequías que el gobierno del virrey no supo manejar. La plaga comenzó un año antes, de acuerdo con Salvador Novo en su libro Cocina Mexicana, quin retoma la noticia de un diario de la época. En el centro se estaba llevando a cabo la celebración de Corpus Christi, sin embargo, la tensión sumergió a la fiesta en un aire violento.
Los indígenas estaban pasando por hambre a falta de pan, maíz y trigo pues “cayó en los trigos y maíces sembrados una plaga que llamaron chahuistle”. Por la tarde, varios indígenas se habían reunido frente a a la alhóndiga, donde se almacenaban los granos para exigir la repartición. Tras acercarse una mujer fue asesinada por los responsables que resguardaban el lugar.
Los manifestantes llevaron el cuerpo hacia el arzobispado pero no tuvieron respuesta, por lo que fueron al Palacio virreinal donde fueron atacados. Entre las 4 y 11 de la noche, ocurrió el motín en el que se contabilizaron cerca de 10, 000 indígenas a los que se unieron mulatos, mestizos y españoles pobres.
Se “incendiaron las puertas que se les cerraban, los doscientos ochenta cajones que había en la Plaza, las Casas de Cabildo y el archivo de su secretaría (...) y el de la contaduría, y los oficios de la audiencia de abajo, y los coches y mulas del corregidor don Juan de Villavicencia que vivía en dichas casas, y la entrada de la alhóndiga” relata Novo.
Incendiaron los puestos que estaban ubicados frente al Palacio virreinal, actual sede del Palacio Nacional, y de hecho consumieron parte de este. El Virrey Gaspar de la Cerda Sandoval, Conde de Galve, atemorizado por las llamas huyó del ayuntamiento y se refugió en el convento de San Francisco para no morir calcinado.
En el diario de Antonio Robles el cual utiliza Novo para su libro, habla de que después del amotinamiento, no hubo falta de granos en la ciudad “de que se infiere que la falta que había de él y del trigo en los días antecedentes al tumulto, no era porque no había bastimentos, sino porque lo habían ocultado algunos personajes” que querían subir los precios del grano.
SEGUIR LEYENDO: