Uno de los episodios más sangrientos y dolorosos de la historia de México, es sin duda alguna, la Conquista de México, la cual fue encabezada por el español Hernán Cortés, quien fue el encargado de que las culturas que se asentaban en el país se doblegaran.
Sin embargo, dentro de la conquista hay algunos episodios más dolorosos y sangrientos que otros. Uno de ellos fue La masacre de Tóxcatl, o del Templo Mayor, la cual se llevó a cabo el 22 de mayo de 1520, un año antes de que la Gran Tenochtitlan cayera de manera definitiva el 13 de agosto de 1521.
La masacre de Tóxcatl fue perpetrada por los españoles y fue, sin duda alguna, uno de los actos más atroces de la conquista de México, comparable únicamente con la matanza realizada en Cholula, Puebla, en octubre de 1519. La noche de aquel día, los españoles, que eran encabezados por Pedro de Alvarado, pues Hernán Cortés había ido a la Vera Cruz a enfrentar a Pánfilo de Narváez, quien buscaba retenerlo y llevarlo a Cuba, atacaron a los indígenas a traición, pues los nativos de estas tierras estaban desarmados y participaban en un ritual religioso en honor a Tezcatlipoca en el Templo Mayor. A los indígenas los masacraron de manera sistemática, cerrando el escape a quienes podían huir, rematando a los heridos, atravesando sus lanzas sobre los cuerpos heridos y apilados en el suelo de la plaza, que ya se cubría de rojo.
Este, se podría decir que fue un acto de “terrorismo religioso”, es decir, una acción violenta arbitraria que provocó el efecto de un terror entre la población, además de destruir a lo mejor de la juventud mexica, la fuente de los guerreros que podían movilizarse al ejército de México-Tenochtitlan. Al atacar a los músicos, danzantes, y participantes del ritual religioso, los españoles pretendían, además, demostrar la falsedad de su religión, e imponer la suya. Si en Cholula habían golpeado el santuario del dios Quetzalcóatl, patrono de los prestigiosos toltecas, en Tenochtitlan atacaron el “cu” de Huitzilopochtli, el demonio principal de los mexicas.
Se tiene la creencia de que una de las razones por las que pudo haberse desatado la masacre, fue porque Pedro de Alvarado y sus hombres creían que el ritual era en honor al demonio, y temían que tras la ceremonia, los mexicas los atacaran y sacrificaran. El miedo de los españoles fue alimentado por sus aliados, los tlaxcaltecas y los texcocanos, siempre dispuestos a fomentar la hostilidad en contra de los aztecas.
El asesinato de cientos o miles de civiles y sacerdotes, aquella noche, en México-Tenochtitlan, desencadenó un ataque sostenido e inclemente de los mexicas contra los invasores, llevó a la muerte de Moctezuma, el tlatoani que había sido su principal “anfitrión” y “rehén”, en los últimos seis meses y que era clave para lograr una supuesta sumisión pacífica de los mexicas al Rey Carlos. Este acto de violencia no solo fue una desgracia para las víctimas, sino para los victimarios.
Bernardino de Sahagún recogió una versión, en la que los mexicas aseguraron que no habían hecho ningún preparativo hostil y enfatizan la traición de los europeos y la brutalidad con la que atacaron al pueblo. Sin embargo, existen indicios de que diversos sectores de Tenochtitlan concibieron la movilización general alrededor de la fiesta de Tóxcatl como un despliegue de poderío, la posibilidad de mostrar su unión y su fuerza, honrando a uno de sus dioses principales, Tezcatlipoca, y también a su patrono y protector Huitzilopochtli. El hecho de que en esa fiesta participaran los jóvenes que eran además los guerreros de su ciudad, serviría, aún más, para hacer ver a los españoles que aún no habían enfrentado ni vencido al ejército mexica.
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