José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Pancho Villa, es uno de los personajes más icónicos que dejó la Revolución Mexicana, iniciada en 1910, y la cual buscaba derrocar del poder a Porfirio Díaz, quien había gobernado al país por más de 30 años, por lo que se le consideró un dictador.
Villa, junto a otros importantes personajes como Emiliano Zapata, lideró la Revolución, y se convirtió en una figura decisiva para derrotar el régimen de Díaz. Villa también fue reconocido, en su época, por los campesinos, mayormente pobres, por sus acciones en contra de los hacendados ricos, a quienes robaba dinero para dárselo a ellos.
Fue en 1910 cuando Villa se unió al movimiento maderista, y secundó las propuestas de Francisco I. Madero, quien en su Plan de San Luis, proclamado en noviembre de ese año, llamó a la Revolución contra el régimen de Porfirio Díaz, y prometió a los campesinos que les devolvería las tierras que les habían sido arrebatadas de manera injusta durante la dictadura, la cual se había encargado de reprimir, de manera dura, a cualquier oposición política.
Desde ese momento, Villa se dedicó a reclutar soldados para su ejército en el norte del país, y comenzó a demostrar su gran ingenio militar y su gran capacidad estratégica. La actuación del ejército de Villa contribuyó al pronto triunfo del movimiento revolucionario, que en pocos meses consiguió reducir al dictador, y tras la toma de Ciudad Juárez, en Chihuahua, Díaz tuvo que renunciar a la presidencia y huir, exiliándose en París, Francia, en donde moriría en 1915.
Villa fue un personaje muy polémico, y en su vida hizo cosas poco conocidas para toda la gente. Se sabe que, por ejemplo, no tomaba alcohol, e incluso, lo odiaba. En vez de eso, era fanático de las malteadas de fresa. Otro dato poco conocido de Villa, es que se casó múltiples veces, y tuvo más de 20 hijos.
Otro de los datos casi desconocidos del Centauro del Norte, como también era conocido, es un famoso “tesoro”, que supuestamente fue enterrando en diversos lugares, principalmente, en su natal estado de Durango, Chihuahua y Coahuila. Esta es una de las leyendas que se entretejen alrededor de la figura del Caudillo del Norte.
Dicha leyenda no es del todo infundada, pues se sabe que Villa era asiduo a esconder armas y dinero en los lugares más recónditos de los estados mencionados. El propósito de hacer estos escondites de dinero y armas, era que, ante cualquier contratiempo, el revolucionario siempre podía recurrir a alguno de sus “guardaditos” para re abastecerse y continuar con la batalla. Se cuenta que, por su profundo conocimiento de la zona, era de los pocos que podía dar nuevamente en el lugar donde se escondían el dinero y las armas.
Sin embargo, también se cuenta que los tesoros enterrados que se dan durante esta época, no provienen todos de Villa, pues fue otro fenómeno simultaneo de la Revolución el que también los provocó. Y es que las familias adineradas de la época, en su afán de huir de los saqueos realizados por los revolucionarios, también escondían sus pertenencias de mayor valor en sitios insospechados, como enterrados bajo la tierra, en el fondo de pozos de agua, letrinas, en los muros de las haciendas, sótanos, pasadizos subterráneos, barrancas, cuevas, etc.
Esto dependía de la imaginación del hacendado y de qué tanto podía cargar, pues generalmente estos ocultamientos los realizaban en persona o acompañados únicamente de sus familiares más cercanos, por el miedo a que si alguien los acompañara, la codicia les ganara y terminaran más pobres que sus peones.
Por esto, lo más fácil de transportar eran monedas, plata, oro y joyería, pues viajar con cantidades importantes o muy visibles podía significar un riesgo a su seguridad.
En muchas de las historias que se cuentan, el tesoro es protegido por un ser sobrenatural, puede ser por un jinete fantasma, el espíritu de algún soldado revolucionario, o el alma en pena de alguna persona que, movido por la avaricia, cometió actos atroces antes de poder disfrutar del dinero encontrado.
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