Carlos Slim Helú es uno de los empresarios más exitosos que han existido en México, y en el mundo entero. Es, actualmente, el hombre más rico de México, título que ha llevado por muchos años. Incluso, de 2014 a 2013 fue el hombre con la mayor cantidad de dinero acumulado en todo el mundo.
Según la revista estadounidense especializada en temas financieros Forbes, Slim cuenta con una fortuna de USD 55,930 millones, por lo que encabeza el listado de las personas más ricas de México, y ocupa el lugar 16 a nivel mundial.
El magnate es dueño de importantes empresas mexicanas como Grupo Carso y América Móvil, las cuales han hecho que su fortuna se incremente de manera exponencial.
Slim, quien tiene ascendencia libanesa, pues su padre llegó a México de aquel país asiático en 1902, estudió Ingeniería Civil en la máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y posteriormente comenzó con el imperio que logró levantar y que actualmente está muy bien cimentado.
Sin embargo, se podría decir que el magnate no logró solo este imperio, pues a su lado siempre estuvo apoyándolo quien fuera su esposa por más de 30 años: Soumaya Domit Gemayel. Con Soumaya, quien también era de ascendencia libanesa, y con quien estuvo casado por 33 años, tuvo seis hijos, sin embargo, murió ella en 1999, a causa de problemas renales, mal que heredó de su familia.
Cuando la pareja se conoció, Carlos era mayor que Soumaya, pues él contaba con 24 años, mientras que ella tenía apenas 15. Dos años después, ella con 17 años y él con 26, decidieron casarse, en 1966.
Un dato poco conocido de la boda del magnate, es que quien lo unió con Soumaya fue el padre Marcial Maciel, quien fue fundador de la Legión de Cristo, en 1941, y quien fue acusado de abusar de 60 niños.
Quién fue Marcial Maciel
Marcial Maciel Degollado nació en Cotija de la Paz, Michoacán, el 10 de marzo de 1920. Falleció el 30 de enero de 2008, a los 87 años de edad, en Estados Unidos. Sus restos descansan en su pueblo natal.
Su padre, Francisco Maciel, era comerciante y tenía algunos ranchos; su madre, Maura Degollado Guízar, se dedicó al cuidado de sus 19 hijos. Maciel creció en un ambiente muy religioso, tanto en su entorno familiar como en su pueblo natal. En Cotija se dio un florecimiento de vocaciones sacerdotales y religiosas, siendo una localidad cuna de seis obispos.
A los 15 años, ingresó en el seminario que su tío abuelo Rafael Guízar y Valencia, obispo de Veracruz operaba clandestinamente en Ciudad de México. Continúo sus estudios religiosos al tiempo que comenzó a reunir a varios de sus compañeros para dar inicio a su fundación.
El 3 de enero de 1941, con 20 años, Marcial Maciel estableció un pequeño seminario constituido por 13 adolescentes y él mismo. Justo en ese momento nacieron los Legionarios de Cristo.
Inicialmente se reunían en las habitaciones prestadas de una casa en Ciudad de México, pero desde mayo de ese año, la escuela contaría con una casa propia en la zona de Tlalpan, en la capital mexicana.
Los que lo conocieron señalan que Maciel tenía un don para cautivar además de ser carismático. Incluso se le llamó ejemplo de fundador de un nuevo movimiento: “hombre íntegro, adulador, con capacidad de liderazgo”, el Papa Juan Pablo II lo consideró como “guía eficaz de la juventud”.
Ahora se sabe que el Vaticano recibió las primeras denuncias de los abusos de Maciel en 1948 pero no hizo nada hasta 2006, cuando el Papa Benedicto XVI lo condenó a una vida de oración y silencio, apartado del mundo.
Fue en 1954 cuando el Arzobispado de México pidió informes sobre Maciel al también legionario Federico Domínguez, quien habló por primera vez sobre su adicción a la dolantina (un opiáceo). Este informe llegó hasta el Vaticano aunque fue ignorado.
Un par de años después, el arzobispo de México y el nuevo obispo de Cuernavaca denunciaron por pederastia y adicción a las drogas a Marcial Maciel, pero sólo lograron que fuera apartado temporalmente de la dirección del instituto. A partir de esto, en 1956 se ordenó una investigación inicial en donde la Santa Sede se enteró del uso de drogas, sus abusos sexuales y las irregularidades financieras.
Aunado a eso, Maciel llevó durante años una doble vida. Cuando no ejercía como sacerdote, se hacía llamar Raúl Rivas y tenía relaciones con mujeres. Llegó a casarse y tuvo hijos en España y México.
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