A lo largo de la historia de México, han habido capítulos sangrientos y con grandes traiciones. Uno de estos episodios es conocido como La Decena Trágica, que fue un golpe militar en contra del presidente Francisco I. Madero, el cual duró 10 días, de ahí su nombre.
Este suceso comenzó el 9 de febrero de 1913 en la Ciudad de México, y concluyó el 18 de febrero, cuando se derrocó a Madero, quien días después, el 22 de febrero de ese año, sería asesinado. El propósito de este movimiento fue, en un principio, liberar a los generales presos disidentes Bernardo Reyes y Félix Díaz, quien era sobrino del también expresidente Porfirio Díaz Mori, quien tuvo que huir a exiliarse a París, Francia, cuando comenzó el movimiento armado de la Revolución Mexicana.
Dicho periodo de violencia y agitación es considerado una de las grandes traiciones de la historia del país. Los líderes impulsores de la Decena Trágica fueron Manuel Mondragón y Victoriano Huerta, quien traicionó a Madero al firmar el pacto de la embajada con los opositores. Con este golpe buscaban impulsar el reclamo por las promesas políticas y gubernamentales incumplidas, terminar con las injusticias a los trabajadores y aplicar las políticas porfiristas.
Este golpe de estado terminó con el asesinato de Francisco I. Madero y Pino Suarez, quien era vicepresidente.
Algunas de las causas que impulsaron el inicio de la Decena Trágica, fueron la Revolución Mexicana, iniciada por Francisco I. Madero en 1910, apoyando al movimiento armado en los grupos inconformes con la presidencia de Porfirio Díaz; el fracaso de Madero al intentar ejecutar las reformas gubernamentales que deseaban los grupos revolucionarios; las relaciones de Madero con entes políticos que apoyaban a Díaz con el fin de restaurar y mejorar la economía y las inversiones en el extranjero; la inconformidad e injusticia hacia la clase trabajadora mexicana, junto con las ideas revolucionarias de la sociedad de aquel entonces, donde las reiteradas huelgas sembraron un sentimiento de cambio y las políticas de comercio que impedían la entrada de capital extranjero y llevaron a muchas compañías a cerrar sus puertas.
Y es que cuando Madero tomó el poder en 1911, decidió conservar algunas de las políticas del gobierno de Díaz y mantener relaciones con personas que eran cercanas al expresidente. Uno de los motivos de esto, fue que Madero intentó mantener la relativa estabilidad política y económica que el gobierno de Díaz había logrado, en parte, gracias a las inversiones de países extranjeros en México. También, Madero decidió conservar al ejército porfirista. Estas decisiones de Madero hicieron que ganara varios enemigos políticos, pues consideraban que estas decisiones reflejaban una falta de empatía con las clases marginadas del país.
La madrugada del 9 de febrero de 2013, los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz se levantaron en armas, frente a un grupo de cadetes de la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan y a la tropa del Cuartel de Tacubaya. Su primer objetivo fue Palacio Nacional, en donde capturaron a Madero y al secretario de Guerra Ángel García Peña. Ese mismo día se liberaron a Bernardo Reyes y Félix Díaz. Sin embargo, gracias a los simpatizantes del gobierno de Madero, este y García Peña pudieron liberarse de este primer intento de cautiverio.
Luego de días de enfrentamientos y la solicitud de renuncia de Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez, el general Lauro Villar, que estaba a cargo de proteger el Palacio de Gobierno fue herido y Madero puso al militar Victoriano Huerta en su lugar como jefe del Ejército Federal. El 17 de febrero, un día antes de que la Decena concluyera, Gustavo A. Madero (hermano del presidente) descubrió que Huerta había pactado con sus opositores en secreto y lo delató. Huerta negó todo ante el presidente, quien le creyó y lo dejó en libertad. Este fue quizá el error más caro que cometió Francisco I. Madero.
Poco después, en la sede de la embajada de Estados Unidos, Huerta concluyó la traición firmando lo que se conoció como el “Pacto de la Embajada”, documento que destituía al presidente Madero; éste fue apresado poco después y obligado a firmar su renuncia. Huerta fue designado presidente de México el 20 de febrero.
El conflicto, se calcula, dejó cerca de seis mil muertos. Madero y Pino Suárez fueron asesinados el 22 de febrero de 1913 a manos de los huertistas. Así terminó la Decena Trágica, la historia de una de las traiciones políticas más impactantes que han sucedido en la Ciudad de México.
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