El misterio de La Malinche: cómo murió y en dónde está enterrada

Asesinada o muerta por enfermedad, su muerte aún no ha sido aclarada

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Durante la conquista y después
Durante la conquista y después de ella Hernán Cortés tuvo romances con indígenas. Incluso llegó a tener cuatro hijos mestizos con diferentes mujeres. Lámina lienzo de Tlaxcala con Hernán Cortés y la Malinche acompañados de indígenas, (Foto: Mediateca INAH)

La historia de cualquier país está manchada de sangre. De un bando o de otro, los héroes y los caídos, los buenos y los malos, son así dependiendo de los ojos con los que se les vea. En la historia de México se han ensalzado unos y otros han sido demonizados con gran violencia y desprecio a través de los años. Y no hay personaje más controversial que la Malinche.

Tanto es así que tiene la desgracia de ser un adjetivo de uso peyorativo que denota el desprecio hacia lo nacional y preferencia por lo extranjero: ser malinchista.

Sabemos que el adjetivo vino tras servir y casarse con Hernán Cortés y básicamente darle la información necesaria de las tierras nuevas para los españoles, ser su traductora y haber concebido un hijo con el conquistador español. después de eso, una bruma la empaña ¿Cuál fue su final?

La Malinche (Foto: INAH)
La Malinche (Foto: INAH)

El principio de la historia de Malintzin no es muy claro puesto que no se conoce el año en el que nació pero lo calculan entre 1501 y 1504. Fue una mujer indígena de origen chontal del poblado de Painala, en Veracruz. No hay información cuantiosa respecto a ella. La única fuente disponible son las crónicas de Bernal Díaz del Castillo en su Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España, que nos dan cuenta de quién era Malintzin o Doña Marina, como fue bautizada después. No obstante, solo de la primera mitad de su vida.

Era hija de un gobernante en el Golfo de México y que al morir este, fue regalada como esclava por su madre quien se había vuelto a casar y tuvo un hijo, razón por la que se deshizo de ella. Su camino se cruza con Hernán Cortés y los conquistadores cuando un gobernante maya la entregó como obsequio junto con otras mujeres a los españoles en 1519.

La mujer destacó por su personalidad, belleza y más que nada, por su inteligencia pues conocía el maya y el náhuatl a la perfección.

Bernal Díaz del Castillo es
Bernal Díaz del Castillo es de las pocas personas que dedicó un poco de espacio a la historia de Malintzin y su relación con Cortés (Foto: Wikipedia)

De ahí en adelante serviría para los propósitos de los españoles desempeñándose como intérprete en las negociaciones entre Cortés y los señores que encontraran en su camino, así como enseñándoles los protocolos que seguía la nobleza y avisando de las conspiraciones que pudieran detenerlos. La relación fue tan buena, en el factor estratégico, que a Cortés se le llegaba a llamar Malinche por la cercanía de esta.

Para 1522 nacía su primer hijo: Martín Cortés, quien no fue reconocido como legitimo por una razón: Cortés era hombre casado, su esposa, Catalina Suarez permanecía en Cuba. Para cuando se reencontraron en la Nueva España, Malintzin dejó de estar a su lado y fue hasta cierto punto relegada.

Y decimos hasta cierto punto porque Cortés no la quería lejos, así que la casó con Juan Jaramillo durante su expedición a Honduras y tendrían a una niña llamada María Jaramillo. Ella se estableció en una casa en la calle de Moneda.

Malintzin y Cortés vivieron un
Malintzin y Cortés vivieron un tiempo en una casa en Coyoacan hasta que llegó su esposa de Cuba.

De ahí en adelante su historia se vuelve aún más borrosa. Y esta incertidumbre también envuelve su muerte en 1527.

Se dice que murió asesinada en su casa por orden de Cortés el 29 de enero de 1529, quien huía de un juicio que se le iba a aplicar por su residencia; también se dice que murió en 1523 infectada por la viruela, o que incluso nunca regresó de la expedición de Cortés a Honduras. Lo único cierto es que murió entre 1526 y 1529. Tampoco hay certidumbre del lugar en que fue enterrada. Se cree que sus restos se encuentran en Jilotepec, Estado de México, bajo una cruz en el templo de San Pedro y San Pablo con joyas y oro.

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