La nueva incursión del Cártel Jalisco Nueva Generación en Michoacán

El fin de semana el estado mostró su cara más violenta con la aparición de siete cuerpos descuartizados y el ataque a casas del municipio de Chinicuila, Michoacán

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Vatican's ambassador to Mexico Franco Coppola holds a mass during a visit to the municipality of Aguililla, an area where the Jalisco New Generation Cartel (CJNG) and local drug gangs are fighting to control the territory, in Aguililla, in Michoacan state, Mexico April 23, 2021. REUTERS/Alan Ortega
Vatican's ambassador to Mexico Franco Coppola holds a mass during a visit to the municipality of Aguililla, an area where the Jalisco New Generation Cartel (CJNG) and local drug gangs are fighting to control the territory, in Aguililla, in Michoacan state, Mexico April 23, 2021. REUTERS/Alan Ortega

En Michoacán (al centro oeste de México) nada ha cambiado. Nada ha funcionado, ni el cambio de gobierno que ha pasado de derecha a izquierda. Ellos, los michoacanos, están como siempre: entre la espada y la pared.

La nueva historia de violencia inició el 6 de noviembre, en Ciudad Hidalgo, Michoacán, una comunidad asolada por una lucha criminal entre los cárteles Unidos y Jalisco Nueva Generación (CJNG) que ha destrozado a familias completas, incendiado poblados y asesinado a placer.

Ese día, los pobladores observaron a la distancia el abandono de siete cadáveres en un taxi. El temor los invadió porque poco antes habían observado la incursión de grupos armados.

El hallazgo de los cadáveres fue en la esquina de Avenida Cuauhtémoc Norte y la calle Leona Vicario, en plena colonia Centro del lugar.

“YA LLEGAMOS A CIUDAD HIDALGO, VAMOS POR TI DANIEL CORREA Y TODA TU BOLA DE LACRAS ATT: ‘CJNG’ GRUPO ‘X’”, se leía en el narcomensaje junto a los cuerpos embolsados en la cajuela.

El miedo caló y paralizó a los pobladores, sobre todo en las zonas más indefensas. Como parte de la seguridad, las autoridades instalaron operativos que amedrentaron a los criminales sólo unas horas. Asesinatos, quemas de casas, ranchos y vehículos ocurrieron en el municipio de Chinicuila, Michoacán, este lunes.

Apenas, la semana pasada, once personas fueron halladas muertas en la Tenencia de Tarecuato. Sus nombres eran Rodrigo, Juan Fernando, Carlos Rodriguez, Víctor Salvador y Juan Carlos. Los demás fueron reservados por ser menores de edad.

En pleno festejo de Día de Muertos, los jornaleros fueron asesinados tras entrar a un territorio en disputa entre los cárteles Unidos y Jalisco Nueva Generación. El grupo se dirigía al predio Los Lavaderos en busca de panales cuando fueron interceptados por miembros del crimen organizado. Alertados por el retraso, las autoridades salieron en su búsqueda y se encontraron a las once personas en el suelo y con el tiro de gracia. Según las versiones de la propia autoridad, la zona es un foco rojo por su cercanía al estado de Jalisco (al oeste de México).

De acuerdo con los testimonios de los familiares, los occisos buscaban panales con abejas para colocarlos en la ofrenda de Muertos. Una tradición de más de 500 años de aquella comunidad indígena.

En entrevista con el portal Animal Político, el padre de una de las víctimas, de 17 años, aseguró que “su hijo estudiaba en el Colegio de Bachilleres y su ilusión era titularse de ingeniero agrónomo. Su único vicio era jugar básquetbol. No tenía problemas con nadie y era muy trabajador, porque durante la pandemia, me ayudaba a vender papas”.

Lo que sucede en Michoacán es considerado como un genocidio para muchos, ya que no sólo ataquen a miembros del crimen organizado. Ahora van por la sociedad civil, cualquier persona.

Actualmente, el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla, de Morena ha desbancado al de Silvano Aureoles en cuanto al número de homicidios. De acuerdo con el Informe de Seguridad diario del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, desde el pasado 1 de octubre —llegada de Bedolla al poder de Michoacán— hasta el 1 de noviembre, Michoacán (al oeste de México) ha alcanzado la cifra de 254 asesinatos. En septiembre, el último mes de la administración de Aureoles, el número de crímenes de este delito fue 183.

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