La leyenda habla de una joven hermosa que se iba a casar, pero murió el mismo día de su boda, por lo que sumergió a su madre en una profunda tristeza y decidió embalsamarla para ponerla como maniquí en la vitrina de su tienda. Durante muchos años los habitantes de Chihuahua, el personal de la tienda y los transeúntes que visitaban la ciudad empezaron a crear historias sobre el supuesto maniquí.
Sin duda alguna, la historia más conocida y que también es la más terrorífica es que la modelo que está exhibida en la vitrina, en realidad es un cadáver. La comunidad no se explicaba cómo es que los detalles del maniquí eran tan reales, pues su rostro tenía ciertas arrugas y sus manos tenían incluso hasta huellas dactilares, por lo que hizo que a muchas personas se les hiciera difícil mirarla de cerca, a causa de los escalofríos que provocaba.
Con el paso del tiempo la comunidad de Chihuahua decidió que la denominada “Pascualita” no tenía que ser vista como una historia de terror y ser temida, sino como una historia que debían cuidar y preservar. A pesar del paso de los años, la vitrina permanece intacta y atrae mensualmente a cientos visitantes que comprueban ellos mismos los detalles reales de este supuesto maniquí.
Como es de costumbre en las leyendas, existen historias distintas respecto al origen de La Pascualita. Una historia cuenta que Pascuala Esparza, la dueña de la tienda, tenía una hermosa hija, quien se iba a casar con su amor de toda la vida. Trágicamente, el día de su boda, una araña viuda negra la picó y murió. La madre quedó tan afectada por la pérdida de su hija que quiso preservar su cuerpo, por eso fue momificado y colocado en la vidriera del negocio de modo que siempre pudiera ser la novia que no llegó a ser.
Otra historia cuenta que la joven padecía epilepsia. El día de su boda, su prometido, quien era taxista en la ciudad, fue asesinado y al enterarse de la noticia ella falleció de un ataque, lo que sumió a su madre en una profunda tristeza.
Por último, otra historia dice que Pascualita era una joven hermosa, que murió el mismo día de su boda, cuando la picó un alacrán. Su madre Pascuala no se pudo separar de ella, así que decidió embalsamarla y exponerla en la vitrina de su tienda.
A pesar de las diversas versiones todas coinciden en que su madre fue la encargada de embalsamarla y exponerla en su tienda de vestidos de novia como si fuera un maniquí. Según cuenta la historia, el 25 de marzo de 1930, justo cuando se celebra el Día de la Encarnación, y pocos días después de la muerte de la hija de Pascuala, apareció el hermoso maniquí en la tienda. El supuesto maniquí fue traído desde Francia por encargo de la dueña de la tienda de ropa llamada La Popular. Debido al enorme parecido con Pascuala y su hija, los empleados le pusieron al maniquí el nombre de “La Pascualita”.
Pese a que con el paso de los años la tienda de ropa cambió de dueño, todos los propietarios que pasaron por la tienda, dejaron expuesta en su vitrina a la maniquí de Pascualita. Así fue como el mostrador de La Popular se volvió uno de los grandes atractivos de la ciudad. Pascualita le dio vida al barrio con su misteriosa presencia.
Otro atractivo para que la gente visite la tienda es que la leyenda popular cuenta que si una mujer pasa por la tienda el día su casamiento, y compra el vestido que La Pascualita lleva puesto, le traerá buena suerte en todo su matrimonio.
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