Mario Aburto, asesino confeso del ex candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, no está incomunicado y goza de buena salud, reiteró la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana tras recomendaciones y una visita de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) al penal donde el magnicida paga su condena.
Ocurrió después de que el martes la CNDH emitiera una recomendación a la Fiscalía General de la República (FGR) para realizar una nueva investigación del caso por actos de tortura contra Aburto. La familia del presunto asesino también afirmó que lleva un mes desaparecido.
No obstante, según la dependencia, el asesino de Colosio ha entablado comunicación telefónica con sus parientes, así como con un ministro de culto y también cuenta con autorización de visita.
Aburto está encarcelado por el homicidio del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1994. Entonces, ¿cómo un obrero terminó sentenciado por la muerte de quien sería el próximo presidente de México?
Nació el 3 de octubre de 1970 en La Rinconada, un pueblo ubicado al norte de la ciudad de Zamora, en el estado de Michoacán. Fue el segundo de seis hermanos y es hijo de María Luisa Martínez Piñones y Rubén Aburto Cortés.
De acuerdo con sus familiares, era un buen estudiante: en la primaria y en la secundaria sacaba buenas calificaciones. Otros reportes señalan que era indisciplinado. Además, que quería estudiar economía en la universidad. Creciendo, Aburto tuvo diferentes trabajos pero su último fue como obrero.
Sin embargo, informó El Sol de México, sus compañeros revelaron que constantemente era despedido porque siempre quería organizar a los empleados para exigir mejores prestaciones y salarios.
Estas ideas y forma de pensar se reflejaron en un cuaderno que tenía y que la entonces Procuraduría General de la República (PGR) recolectó como evidencia. Imágenes de las páginas serían publicadas años después por la organización no gubernamental Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).
“Aquellos que esten en contra de las desiciones del pueblo que se consideren traidores ala patria. Porque los verdaderos hijos de la patria lo demustran con hechos no con palabras. Por que el que hace que se respete la democracia en donde no se respeta es mas valioso que mil políticos juntos. Las fuerzas de la paz son mas grandes que las de la guerra [sic]”, escribió Aburto junto a un dibujo en una hoja de su cuaderno.
En 1987 se mudó a Tijuana, en Baja California, y en 1993 trabajó en el área de mantenimiento en la maquiladora Cameros Magnéticos, donde se fabricaban cintas para cassettes. De acuerdo con documentos revelados por MCCI, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) lo reconoció por participar en un curso de seguridad e higiene del 3 al 7 de febrero de 1987.
El 23 de marzo de 1994, al final de un mitin político en el barrio de Lomas Taurinas, en Tijuana, Luis Donaldo Colosio recibió un tiro en la cabeza de un arma de fuego disparada por Mario Aburto Martínez.
“Su propio candidato ala presidencia alguna vez asepto que su partido habia fallado y siempre ablo con demagogia al higual que algunos mandatarios que dejaron el país siempre con mas problemas, agrabando asi el problema de este gran país hermano del mundo entero por ser un país pasifista... [sic]”, escribió Aburto en su cuaderno.
Todo ocurrió en medio de una multitud de personas. La pistola era una Taurus .38 que había sido comprada en Estados Unidos, informaron las autoridades mexicanas.
Graciela González Díaz, entonces de 16 años de edad y novia de Aburto, asistió durante la mañana del 27 de marzo de 1994 a las oficinas de la PGR en Tijuana para dar una declaración. Ahí afirmó que el jueves 10 de marzo de 1993, Aburto Martínez la invitó a conocer el museo de cera, donde le enseñó una estatua llamada el Caballero Águila.
“En mi grupo político me llaman el Caballero Águila. Ya estamos enfadados de que siempre gane el PRI”, le dijo Mario, entre otras cosas, declaró Graciela. También le confesó que sabía utilizar armas de fuego; que durante cuatro meses había vivido en Chiapas cuando se desarrolló el conflicto armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y que lo había llevado el “partido Cardenista”.
No obstante, el 9 de septiembre de 1994 se arrepintió de su declaración y la negó. “No, él no me lo dijo. No me dijo lo de las armas, lo de su partido político”, confesó llorando. Graciela afirmó que durante el careo, las autoridades sólo le pusieron unas hojas para que las firmara.
Fue juzgado por los delitos de homicidio calificado con premeditación, ventaja y alevosía, y por portar un arma de fuego sin licencia. El presidente Carlos Salinas de Gortari creó la Fiscalía Especial para el Caso Colosio ante las sospechas de que el magnicidio hubiera sido planeado desde las altas esferas del poder.
Durante siete años fueron designados cuatro fiscales distintos. “El primero fue Miguel Montes, quien dijo que Mario Aburto había tenido cuatro cómplices, luego cambió de hipótesis: aseguró que se trató de un asesino solitario y que el candidato dio un giro de 90 grados antes de caer. El 14 de julio de 1994 y tras cinco meses en el cargo Montes renunció”, señaló la investigación de MCCI.
La siguiente fue Olga Islas de González Mariscal, quien logró la sentencia de 42 años contra Mario Aburto el 21 de octubre de 1994. En sus conclusiones sostuvo que se hacía llamar el Caballero Águila. También después de cinco meses renunció. El siguiente fiscal fue Mario Chapa Bezanilla, quien aseguraba que hubo un cómplice.
Pero el 30 de agosto de 1996, tras comprobarse que testigos habían sido inducidos y mintieron, fue removido de la Fiscalía Especial. El sucesor de Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, nombró como fiscal a Luis Raúl González Pérez, y en el año 2000 se clasificaron todos los documentos de la averiguación previa 743/94.
Diez años después un juez lo sentenció a 48 años de prisión. Sin embargo, tras varios años intentando promover un amparo, el 16 de diciembre del 2004 un tribunal con sede en Toluca, en el Estado de México, redujo su sentencia a 45 años de cárcel.
El criminal inició su condena en el Centro Federal de Readaptación Social Número 1 “El Altiplano”, en Almoloya de Juárez, Estado de México. En octubre de 2004, Aburto fue trasladado al penal de Puente Grande, en Jalisco, donde convivió con el periodista Jesús Lemus.
“Mario Aburto Martínez, trasladado de Almoloya a Puente Grande en 2004, vivía en el módulo cinco de sentenciados. Salía a hacer deporte los domingos, sábados, martes y jueves; también tenía actividades de dibujo lunes y miércoles, iba a clases de preparatoria abierta los jueves por la tarde. Los viernes tenía derecho a sacar dos libros de la biblioteca (...)
“Los domingos por la tarde acudía a misa en el aula de clases que se improvisa como capilla. Le gustaba mucho la pintura y había logrado algunos reconocimientos del personal de terapia ocupacional, por los dibujos que hizo en el marco de algunos concursos realizados en el interior de la cárcel”, escribió Lemús para el Los Angeles Times.
La periodista Laura Sánchez Ley, en su libro Aburto: testimonios desde Almoloya, el infierno de hielo, también lo describió como un hombre aficionado a la pintura, al cine y a la lectura; reveló que dentro de la cárcel desarrolló gustos por el fútbol, la guitarra y el ajedrez.
Lemús, siempre que lo veía, le preguntaba directamente si él había asesinado a Luis Donaldo Colosio. La primera vez contestó: “Yo no lo maté; pero ¿cuándo le ganas al gobierno? Si ellos dicen que tú fuiste, pos fuiste tú y no hay forma de decir que no. Y mientras, aquí me estoy acabando la vida por algo que ni yo estoy seguro de que haya hecho”.
“¿No lo mataste?”, lo cuestionó en otra ocasión el periodista. “Te estoy diciendo que no. Ésa es la verdad y eso lo sabemos Dios, yo y los que lo mataron y me metieron a mí en esta bronca que no alcanzo a comprender. A mí me tocó pagar y todavía no sé por qué; pero sí sé que un día todo se va a aclarar y entonces todos se van a dar cuenta de que por muchos años estuvieron acusando a un inocente”, le dijo Aburto.
En julio del 2012, autoridades lo movieron al Cefereso número 6 “Sureste”, localizado en Huimanguillo, Tabasco; pero cuando fue clausurado en el 2020 lo trasladaron al Cefereso número 12 de Ocampo, al noroeste de Guanajuato.
Este miércoles 28 de octubre, de acuerdo con el Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social (OADPRS), las garantías de Aburto Martínez son respetadas, pero aún así se analizará la Recomendación 48VG/2021 de la CNDH para evaluar en qué condiciones está preso el sentenciado y se emitirá una respuesta en el plazo legal correspondiente.
“Este es solo el principio de un gran y verdadero cambio, y el cambio se vera desde donde empiesa la patria [sic]”, escribió el asesino en su cuaderno, firmando como el Caballero Águila.
Si Mario Aburto Martínez cumple su sentencia completa, saldría libre a los 68 años de edad, el 23 de marzo de 2039.
SEGUIR LEYENDO: