José María Morelos y Pavón es considerado como una de las principales figuras dentro de la Guerra de Independencia en México, pues cuando Miguel Hidalgo y Costilla fue apresado y asesinado por las tropas españolas, tomó el liderazgo y comandó pequeños ejércitos durante algunos años.
El también sacerdote, militar insurgente y patriota mexicano presentó una gallardía e inteligencia en el campo de batalla como ningún otro antes, por lo que fue reconocido en todo el territorio de la Nueva España y hasta del otro lado del mundo.
Una de sus batallas más conocidas fue la batalla de Cuautla, que se dio durante su primera campaña militar, cuando el virrey Francisco Xavier Venegas advirtió sobre la posibilidad de que Morelos atacara la Ciudad de México.
Ante este miedo, le ordenó a Félix María Calleja ir a este territorio para encerrar al “Siervo de la Nación” y sus tropas. Este hecho duró alrededor de 72 días, hasta que el 2 de mayo de 1812, los insurgentes escaparon del lugar con mínimas bajas.
Durante este lapso, 7,000 hombres bien armados, entre batallones novohispanos y españoles, tuvieron algunas confrontaciones directas con los negros y mulatos provenientes de la costa de Nueva España, quienes sólo contaban con machetes, fusiles y de 16 cañones de varios calibres, entre ellos, una culebrina, pequeño cañón apodado “El Niño”.
La primera sorpresa ocurrió en el Convento de San Diego, lugar a cargo de Hermenegildo Galeana. Cuando el ejército de Calleja intentó ingresar, fue repelido, pero los batallones de Guanajuato y el de Patriotas de San Luis derribaron los muros de las casas y casi conquistaron el convento.
No obstante, un incidente con un supuesto niño detuvo la avanzada. Según la historia, este pequeño de 12 años, llamado Narciso Mendoza, nunca abandonó su puesto mientras los insurgentes salieron huyendo. Para detener a los realistas, Mendoza le prendió fuego a un cañón y defendió el convento hasta que sus compañeros se reorganizaron y volvieron al campo para derrotar a sus adversarios.
En esta acción hubo múltiples heridos y prisioneros realistas. También se registró la muerte de su coronel conde de Casa Rul y Juan Nepomuceno Oviedo. Ante esta sorpresa, se determinó poner sitio a Cuautla en lugar de intentar tomarla a viva fuerza.
Fue así como la resistencia tomó valor y se mantuvo en pie de lucha por más de dos meses, hasta que Mariano Matamoros logró romper el cerco para huir a Toluca, donde se encontraría con López Rayón para obtener las provisiones que el ejército insurgente necesitaba. Aunque en su regreso estuvo a punto de ser capturado, los insurgentes lo evitaron, pero perdieron los alimentos y armas que ayudarían a Morelos a salir del sitio.
Los embates realistas continuaron sin conseguir nada, a pesar de la debilidad de los insurgentes. Con el paso del tiempo, la situación realista se volvió insostenible, además de que los altos mandos comenzaron a tener roces con Calleja para evitar más ataques a Cuautla.
Fue así como el 2 de mayo de 1812, Félix María Calleja renunció al sitio y le envió una carta al virrey Venegas en la que reconoció la estrategia y valía de Morelos y Pavón:
“Si la constancia y actividad de los defensores de Cuautla fuese con moralidad y dirigida a una justa causa, merecería algún día un lugar distinguido en la Historia. Estrechados por nuestras tropas y afligidos por la necesidad, manifiestan alegría en todos los sucesos. Entierran sus cadáveres con repiques en celebridad de su muerte gloriosa, y festejan con algazara, bailes y borracheras, el regreso de su frecuentes salidas, cualquiera que haya sido el éxito, imponiendo pena de la vida al que hable de desgracias o rendición. Ese clérigo es un segundo Mahoma, que promete la resurrección temporal y después el paraíso con el goce de todas las pasiones a sus felices musulmanes”, redactó.
La heroica del sacerdote militar supuestamente llegó a oídos del mismísimo Napoleón Bonaparte, quien se encontraba en plena organización para invadir Rusia, y dijo la conocida frase: “Denme dos Morelos y conquisto al mundo”.
Sin embargo, no hay registro alguno que avale la veracidad del hecho, ni siquiera si conoció o supo del “Siervo de la Nación”. Mucho menos existe un consenso sobre lo dicho por Napoleón, ya que mientras algunos dicen “dos Morelos”, otros aseguran que dijo “cinco” o hasta “diez”.
Hasta el momento, este acontecimiento quedó como una leyenda, lo cual no significa menos en el haber de Morelos, pues, haya sucedido o no, la magnitud de las palabras y del personaje que supuestamente las dijo, así como la leyenda que se forjó a su alrededor, sólo engrandece la figura militar y de estratega que tuvo José María Morelos y Pavón, una de las figuras más significativas en la historia de México.
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