Se cree que un grupo de personas llegaron a una isla ubicada en medio del lago de Texcoco en 1325, año aproximado en el que se fundó Tenochtitlan. Antes de fundar la ciudad, quienes llegaron, peregrinaron un largo tiempo. Se dice que, aproximadamente, por 250 años.
Según códices, las personas que llegaron a Tenochtitlán, venían de un lugar al norte del Valle de México, y guardaba una gran similitud con la capital del imperio mexica. Se trataba de Aztlán, que se traduce como Lugar de Garzas.
Se cree que Aztlán fue una ciudad fincada en medio de un lago con abundantes recursos naturales, en donde había pájaros y aves multicolor, una vegetación exuberante, y peces de todos tamaños que, en conjunto, proveían todo lo necesario para vivir.
Aunque la historia de ese mágico lugar fue recuperada por distintos cronistas novohispanos, Fray Diego Durán fue quien se encargó de investigar más al respecto. y a partir de diversos códices y relatos, su versión fue muy conocida durante la segunda mitad del siglo XVI, e incluso inspiró a diversas expediciones fallidas, que tenían la intención de encontrar Aztlán.
Según el historiador e investigador Miguel León Portilla, Aztlán era gobernado por los aztecas-chicomoztocas, un grupo dominante y tiránico del que los mexicas eran esclavos. Este fue el motivo por el que según los códices, Tezcatlipoca les ordenó migrar en busca de un lugar en donde pudieran fundar una nueva ciudad.
Desde entonces, el mito coincide con las fuentes historiográficas de que Aztlán fue el lugar de origen de muchos pueblos nahuas del centro de México, llamados aztatecas, que significa proveniente de Aztlán, y quienes decidieron liberarse de la tiranía de los aztecas.
Sin embargo, el relato presta especial atención a la migración de uno solo de estos pueblos, los dirigidos por el sacerdote Huítzil, quienes por órdenes de Tezcatlipoca, cambiaron su nombre a mexicas desde entonces.
En el códice Aubin, se lee “Y enseguida allá les cambió su nombre a los aztecas. Les dijo: Ahora ya no será vuestro nombre el de aztecas, vosotros seréis mexicas, y allí les embijó las orejas. Así que tomaron los mexicas su nombre. Y allá les dio la flecha y el arco y la redecilla. Lo que volaba, bien lo flechaban los mexicas”.
Otra versión señala que los pobladores de Aztlán tuvieron que abandonar sus tierras en busca de una tierra prometida por los dioses. Los aztecas, por órdenes del dios de la guerra y el sol Huitzilopochtli, abandonaron el lugar en el que residían para iniciar una peregrinación hasta encontrar un águila devorando una serpiente posada sobre un nopal.
Se cree que Aztlán era un lugar lujoso, y encantador, ubicado en un gran lago, donde todos eran inmortales y vivían felices entre la naturaleza. La tierra estaba llena de garzas y otras aves acuáticas, así como pájaros rojos y amarillos, donde la gente pescaba en canoas y cuidaba sus jardines flotantes de maíz, pimientos, frijoles, amaranto y tomates.
Cuando abandonaron su tierra, todo se volvió contra los aztecas.
Desde hace al menos 450, hay una pregunta obligada en los estudiosos de las culturas prehispánicas: es en dónde se encuentra la mítica Aztlán.
Algunos historiadores han intentado encontrar la ubicación exacta del pueblo de donde llegaron los aztecas al centro del país, a partir de análisis minuciosos de los códices. Incluso algunos identifican a Mexcaltitán, un pueblo al oeste de Nayarit ubicado en un isla, con la urbe mítica.
No obstante, lo más probables es que el mito de esta ciudad, esté basado en una proyección mítica de Tenochtitlán, una parábola que justifica simbólicamente la migración mexica y la fundación de la capital en el Valle de México.
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