Desde 30 mil pesos (unos US 1.500) hasta los cerca de 400 mil (US 8.000) es el precio que se llega a pagar en algunas comunidades indígenas de la Montaña de Guerrero en una transacción que, aunque sea manejada como uso y costumbre, no deja de ser indignante: la venta de niñas.
Este domingo, en su visita por el estado de Guerrero, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), trajo de nueva cuenta a la conversación el tema que es una realidad desde siempre en dichas comunidades de esa entidad. Indicó, ante la pregunta de un periodista, que él no s encontraba ahí para tratar ese tema.
“Lo de la venta de las niñas, lo de la prostitución de niñas, no, no vengo a ver eso porque eso no es la regla, en las comunidades hay muchos valores culturales, morales, espirituales, eso puede ser la excepción, pero no es la regla ¿Qué acaso la prostitución está nomas con los pobres?”, dijo visiblemente molesto el mandatario.
Se trata del segundo estado con mayor presencia indígena en el país. Una de casa cuatro personas que en dichas comunidades viven en situación de pobreza extrema –en la población no indígena ese dato es de una persona en 20–. Mientras que de los casi dos mil 500 municipios mexicanos, unos 620 son indígenas y 420 de ellos se rigen por usos y costumbres tradicionales reconocidos por la Constitución. Estos datos describen la complejidad de un tema que además del abuso y machismo explícito, explica que se trata de una actividad que suple la respuesta a una problemática que el propio estado debería solucionar, y no las menores.
Por la “creciente precariedad” de estos pueblos, contaba hace unos meses a la AFP Abel Barrera, antropólogo y dirigente de la ONG Tlachinollan, “la ritualidad ancestral indígena de entrega de las doncellas por dote desde su primera menstruación se ha ido perdiendo y ahora se mercantiliza a las niñas”.
“Las niñas quedan en absoluta vulnerabilidad. Su nueva familia las esclaviza con tareas domésticas y agrícolas”, y a veces “los suegros abusan sexualmente de ellas”, advirtió.
Más de tres mil niñas y adolescentes guerrerenses de entre 9 y 17 años parieron el año pasado, algunas de ellas dentro de estos matrimonios arreglados, según cifras oficiales.
La nueva gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, se dijo decidida a acabar con esa “costumbre” en su estado y declaró que no se pueden permitir los matrimonios de niñas amparadas en los usos y costumbres, por lo que esto será una de las prioridades de su gobierno.
“Debe de terminar, eso no debe de existir y no se debe de escudar en usos y costumbres algo que sea violación a los derechos humanos de las mujeres. En Guerrero se van a respetar a las mujeres y sus derechos, nuestras niñas sobre todo en la Montaña. Vamos a trabajar y nos vamos a meter de lleno en este tema, con todo el gabinete estatal”, informó la mandataria estatal hace unos días.
Salgado Pineda anunció que una de sus primeras acciones como gobernadora será trasladarse a la comunidad de Cochoapa, en la Montaña, para “poder sensibilizar, para poder hablar, para poder llevar acciones que sean ya contundentes. Es prioritario para nosotros el tema de las mujeres en Guerrero, yo he dicho en muchas ocasiones que Guerrero tiene que ser santuario para las mujeres, donde el respeto de los derechos humanos de las mujeres sean prioridad”, dijo la hija de Félix Salgado Macedonio.
“No quiero que me vendas”, recuerdó para la AFP Eloina Feliciano que le pidió a su madre. Pese a sus súplicas fue otra de las niñas entregadas en matrimonio bajo un acuerdo ancestral de compra y venta en Guerrero.
“No somos animales (...) Los animales son los que se venden”, dijo la mujer indígena mixteca de 23 años -vendida a los 14- de la comunidad Juquila Yuvinani, en el municipio de Metlatónoc, entre los más pobres de México.
El estado de Guerrero es el lugar con más venta de niñas, según la Asociación Española de Mujeres Profesionales de los Medios de Comunicación: en cuanto las niñas cumplen alrededor de 12 años, son compradas por personas que las pueden convertir en esposas, utilizarlas como esclavas para la casa o para el campo.
A la fecha no se sabe cuántas infantes han sido vendidas, esto debido a la discrecionalidad de la práctica, sin embargo, se estima que son alrededor de 300 mil niñas.
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