La Malinche, quien llevaba por nombre original Malinalli, y también fuera conocida como Malitzin, fue una figura clave e importante para la conquista de los españoles a los pueblos indígenas de México, a inicios del siglo XVI.
La mujer sirvió como traductora a Hernán Cortés, pues cuando la conoció, hablaba tanto Náhuatl como Maya. Poco tiempo después aprendió a hablar castellano, por eso fue que Cortés la utilizó como traductora, y posteriormente, fueron pareja y hasta tuvieron un hijo de nombre Martín.
La pareja vivió en una casa que hasta la fecha se encuentra de pie en Coyoacán, aunque tras el nacimiento de su hijo, se separaron.
La historia de la malinche es complicada. Su padre murió cuando apenas era una niña, en el pueblo de Painalla, en la provincia de Coatzacoalcos, en el estado de Veracruz. Según el cronista de la época, Bernal Díaz del Castillo, a ella se le consideraba una “gran señora” y una “cacica de los pueblos vasallos”. Pero, luego de que su madre se casara de nuevo con otro cacique, se pensó que una buena opción sería acabar con su vida, sin embargo, decidieron regalarla a comerciantes de Xicalango.
Después, fue a dar con pochtecas, quienes a su vez, la intercambiaron con gente de Tabasco. Fue así que los tabasqueños la ofrecieron a Hernán Cortés, junto con otras 19 jóvenes, en señal de paz, luego de haber perdido una batalla contra los españoles. En un principio, fue usada principalmente para el placer de los extranjeros, principalmente, de Alonso Hernández de Portocarrero. También fue bautizada bajo la religión cristiana con el nombre de Marina.
Su liderazgo llamó rápidamente la atención de los españoles, además de sus habilidades lingüísticas, de modo que Cortés la mandó a llamar para que le brindara guías de las costumbres indígenas, tradujera entre caciques y españoles, y fuera su mano derecha en su travesía por la Nueva España. De esta manera fue como Marina pasó de ser una mujer violentada constantemente a ser la inseparable compañera de Cortés. Ella le aconsejó a Cortés que en Tlaxcala se cortaran las manos de los espías para que los indígenas respetaran a los españoles; en Cholula, avisó a Cortés de la conspiración que supuestamente los aztecas y los cholultecas planeaban en su contra; en México-Tenochtitlán, explicó las creencias religiosas y la visión fatalista que imperaban en la mente del soberano tenochca; en la batalla de la Noche Triste, peleó y ayudó a que los conquistadores europeos lograran salir vivos de la matanza.
Existen varias hipótesis acerca de la muerte de la Malinche. Una de ellas dice que poco después de la conquista, cuando Cortés se encontraba huyendo de un juicio que se declaró en su contra, mandó a matar a Malinalli por no recibir su ayuda, por lo que, fue traicionada, y se cree, murió en una casa en la que vivía, ubicada en la ahora llamada calle de Moneda, en el centro Histórico, a un costado del Palacio Nacional.
Otra versión, señala que murió en 1529 de una enfermedad española, y otras fuentes señalan que la compañera de Cortés vivió hasta 1550. José Antonio Crespo (Contra la historia oficial) relata que la Malinche contrajo la viruela y que al morir, en su lecho “fue asistida espiritualmente por Fray Toribio de Benavente, Motolinía, encargó a éste que después de haber celebrado la santa comunión, dijera a Cortés que yo le agradezco lo que conmigo hizo... y que si en algo pudo agraviarme, le perdono por lo mucho de lo que soy su deudora.”
A la Malinche hasta la fecha, se le recuerda como una traidora a la patria por haber ayudado a los españoles a conquistar las tierras aztecas, sin embargo, hay quienes aseguran que ella únicamente se adaptó a las condiciones para sobrevivir.
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