De acuerdo con las investigaciones realizadas por los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el peyote, planta que no es originaria de Mesoamérica, pudo haberse encontrado en el territorio gracias a los intercambios entre antiguos pobladores entre Mesoamérica y Aridoamérica.
Esta especie vegetal representó un papel muy importante dentro del pensamiento indígena de aquella época, por lo que es normal encontrar expresiones artísticas del peyote en los muros de las cuevas y abrigos rocosos de nuestro país.
Según el investigador Francisco Mendiola, el consumo que las culturas mesoamericana y aridoamericana daban al peyote poco tiene que ver con un sentido místico o esotérico, en su lugar, lo utilizaban con fines espirituales, es decir, para facilitar el estado de alta conciencia que permitía a los chamanes establecer un vínculo directo con lo sagrado.
Como se mencionó anteriormente, una hipótesis de los arqueólogos refiere que dado que la zona de Hueytamalco es mesoamericana, y que el peyote es una planta que solo crece en la región conocida como Aridoamérica, es que llegó a Puebla por medio del contacto comercial y el intercambio cultural.
En atención a una denuncia ciudadana, se acudió a un primer sitio con arquitectura monumental, en el cual se reconocieron tres estructuras principales que superficialmente asemejan montículos o teteles –como se les designa en náhuatl– que, de acuerdo con las prospecciones visuales, estarían relacionadas con el periodo Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.). Dichos hallazgos han sido fotografiados y revelados para el conocimiento de la población en general.
Para los expertos que descubrieron estos vestigios, no sólo resultó importante en hallazgo en Hueytamalco, Puebla, sino que destacaron el descubrimiento de otras manifestaciones en las locaciones que llamaron Cueva de Belén, el Aguilar y Montecelli.
Por otra parte, también se encontraron dibujos relacionados con la bolsa medicinal y el dios mexica Tláloc; es la primera vez que se destaca una manifestación de tres ideas particulares en un mismo lugar. De la misma manera, los investigadores comentaron que se trata de un hecho muy relevante pues la bolsa medicinal es para los chamanes y curanderos un elemento de suma importancia en la medida que les permite dosificar el consumo ritual del cactus y, por lo mismo, se convierte en un instrumento de protección.
“Estos espacios contienen una carga simbólica y sagrada que permanece a través del tiempo, por eso es importante acercarse a ellos con una conciencia de respeto y de permiso, porque realmente no nos pertenecen, están imbuidos de una alta ritualidad”, comentó el grupo de arqueólogos del INAH.
Finalmente, otras acepciones de los investigadores indican que al registrar este descubrimiento, se puede deducir que por los intercambios de peyote, tanto Aridoamérica como Mesoamérica compartían prácticas similares, pues estos pueblos indios tenían un núcleo y sistemas culturales abiertos, lo que quiere decir que compartían creencias y manifestaciones de la misma índole.
“No podemos desligar todo el desarrollo civilizatorio y cultural de los indios pueblo del norte respecto de los grupos mesoamericanos, ya que ceñirnos a estos últimos es un gran error, pues así como Mesoamérica exportó prácticas culturales, también debió incorporar manifestaciones de otras regiones, lo que habla de la existencia ya no de núcleos culturales duros y cerrados, sino de sistemas abiertos y dinámicos”, concluyeron los investigadores.
Con este hallazgo de grafismos referentes a esta planta en la sierra nororiental de Puebla, por expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se replantean y expanden las nociones que los investigadores tenían sobre las culturas mencionadas anteriormente.
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