Una de las personas más polémicas de la historia del país, es sin duda alguna, el conquistador español Hernán Cortes, pues junto a sus tropas logró someter a Tenochtitlan y dar un giro en la historia de México.
En fechas recientes, el conquistador volvió a ser tema de conversación. Esto, luego de que el domingo se diera a conocer que el partido ultraderechista español Vox, registrara dos nuevas iniciativas en el congreso de su país, con la finalidad de reclamar a su gobierno que se organicen homenajes a la figura de Cortés, luego de conmemorarse 500 años de la Conquista de México el pasado 13 de agosto. También pidió que se obligue a México a garantizar el adecentamiento de su sepulcro, en una iglesia de la capital.
Además de esto, el pasado martes, el ayuntamiento de Medellín, en la comunidad española de Extremadura, solicitó la repatriación de los restos del conquistador, pues era originario de ese lugar, al asegurar que estaban en riesgo de ser profanados. El alcalde de Medellín, Valentín Pozo, envió una carta a la embajadora de México en España, María Carmen Oñate Muñoz, en la que además solicita que se establezca un acuerdo con las autoridades españolas para que en efecto los restos lleguen al sitio que vio nacer a Cortés. En el texto, Pozo hizo evidente su “profunda preocupación” por la “deriva anti-española” que, considera, existe en México, y dijo temer que, ante el aumento del “clima de tensión”, los restos de Hernán Cortés vayan a profanarse.
Estos hechos hacen recordar que los restos de Hernán Cortés se encuentran en territorio azteca, esto, a pesar de que el polémico personaje murió en España.
Hernán Cortés falleció el 2 de diciembre de 1547, debido a una enfermedad pulmonar, en Sevilla, España. Tras su muerte, su cuerpo fue enterrado en el monasterio de San Isidro del Campo, también en Sevilla, sin embargo, años más tarde sus restos fueron reubicados por cuestiones de espacio.
En el testamento de Cortés, el español pidió que antes de que se cumplieran 10 años de su muerte, su cuerpo debía ser regresado a México, que en ese tiempo aún era la Nueva España, para ser enterrado en un monasterio que él mismo mandó a construir en Coyoacán, sin embargo, este recinto nunca se concluyó, pues el cabildo de la ciudad había usado los recursos para otro proyecto.
A pesar de ello, los restos del conquistador fueron enviados a la Nueva España en 1566 en una urna cerrada, y depositados en la iglesia de San Francisco, en Texcoco. Para 1629 la urna volvió a cambiarse de lugar, tras la muerte de Pedro Cortés, quien fue el último integrante masculino de la descendencia de Hernán Cortés. Los restos de ambos fueron colocados en un templo Franciscano ubicado en la Ciudad de México.
Posteriormente, en 1794, la urna de Hernán Cortés fue llevada a la Iglesia de Jesús de Nazareno, en donde alguna vez Cortés dijo que quería ser enterrado.
Luego de consumarse la Independencia de México, en 1821, los restos de algunos personajes icónicos considerados héroes de la Guerra, fueron traídos a la Ciudad de México. Los restos de Cortés que permanecían en la Iglesia de Jesús de Nazareno, causaron ira a la población, por tratarse de la figura que trajo a los españoles a México, y quien inició la conquista.
En poco tiempo, la idea de profanar la urna y destruir los restos del español, fue volviéndose popular, y por ello, el administrador del hospital de Jesús de Nazareno, Lucas Alamán, decidió sacar la urna y esconderla para evitar que la sociedad se apoderara de ella. El primer lugar en donde la ocultó fue en la tarima del hospital, que se encuentra al lado de la iglesia, y que llevaba el mismo nombre, Jesús de Nazareno. Hoy, se conoce solamente como el Hospital de Jesús, y se encuentra sobre la importante avenida 20 de Noviembre, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, a unos pasos del Zócalo.
Lucas Alamán puso los restos de Cortés en un lugar secreto, y a la población se le dijo que el cuerpo de Cortés había sido enviado a Italia.
Alamán no quiso que los restos del conquistador se perdieran, y por ello, dio a conocer la verdadera ubicación de los restos del cuerpo en tres actas “secretas”. Una la entregó a la Embajada de España, otra la envió a los descendientes de Cortes, que vivían en Italia, y la última la guardó en el Patronato del Hospital de Jesús de Nazareno. Por más de un siglo, dichas actas permanecieron selladas.
Fue hasta 1946 cuando Indalecio Prieto, un político español exiliado en México debido al franquismo que se vivía en España, encontró una de estas actas en la Embajada de su país. Al leer la acta, se dio cuenta que los restos de Cortés permanecían ocultos en uno de los muros contiguos al altar del templo de Jesús de Nazareno.
El 24 de noviembre de 1946 comenzaron las labores para dar con la urna, y luego de horas de trabajo, se encontró la bóveda en donde descansaban los restos del español. Por acuerdo presidencial, se determinó que los restos fueran enviados al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en donde se determinó que los restos, efectivamente, pertenecían a Cortés.
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